viernes, 28 de septiembre de 2012

¿Por qué nos llamamos mamíferos?

“Cuando se expulsa el feto a la luz del día, 
éste mama la leche de los pechos para nutrirse, sin que nadie se lo enseñe. 
Las mamas están situadas en el pecho y provistas de pezones. 
Están formadas por un material glandular que, 
mediante una fuerza innata, 
convierte en leche la sangre que las venas le envían”.
Andreas Vesalio (1514-1564) 
Dehumani corporis fabrica libri Septem (Basilea, 1543) 
Algunos mamíferos 

En 1758, el sueco Carl von Linné, profesor de Medicina,catedrático de Biología y autor de la moderna taxonomía de los seres vivos, en la 10ª edición de su obra Sistema Naturae, crea el término mammalia (“de mamas”) para nombrar una clase de vertebrados, entre los que nos encontramos los humanos, caracterizados, entre otros hechos, por tener glándulas mamarias. Aunque algunos contemporáneos de Linné como el naturalista Buffon se oponían al término, en el siglo XVIII el interés por el pecho femenino entre los ilustrados y las políticas que defendían la lactancia materna estaban tan en boga, que la nueva nomenclatura para el grupo de animales denominados cuadrúpedos por y desde Aristóteles (384 a 322 a.C.) ganó amplia aceptación. 

Bebe mamando
Esta denominación o sus variantes (mammals, en inglés) ha sido adoptada en los países de habla inglesa mientras que términos significando “portador de mamas” (mamífero, en español) se emplean en las lenguas romances y el que significa literalmente “que maman” (Säugetiere), en alemán. 
Pese a todo el cúmulo de pruebas en pro de los beneficios de la lactancia materna exclusiva, la prevalencia de la misma es baja o muy baja en prácticamente todo el mundo, estimándola la OMS inferior al 50% en niños de hasta 4 meses en muchísimos países.
Esta situación, que se ha agravado a lo largo de la segunda mitad del siglo XX con la sustitución indiscriminada de la lactancia natural por fórmulas derivadas de leche de vaca, es en realidad, nueva en el devenir de la humanidad: desde el principio de los tiempos y hasta hace menos de 150 años la inmensa mayoría de recién nacidos humanos habían sido alimentados con leche de la propia especie, sea de sus madres, sea de mujeres contratadas para tal fin. 
 Fuente Lactancia Materna: guía para profesionales Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría

La leche humana

Consultorio Virtual Yolanda sobre Lactancia Materna
Más propiedades de la leche humana
MINERALES:
El contenido total de sales de la leche de vaca es tres veces más alto que el de la leche humana. Por lo tanto la carga renal de solutos de la leche de vaca es considerablemente más alta que la de la leche materna. Y se aumenta aún más con los productos de la digestión del alto contenido proteico de la leche de vaca. De esta manera el niño amamantado maneja más fácilmente el agua para el control de la temperatura a través del sudor y de la pérdida insensible.
Uno de los puntos más trascendentes en cuanto a los minerales existentes en la leche humana, por ejemplo calcio, magnesio, hierro, cobre, zinc, es su alta biodisponibilidad, cuando se la compara con leche de vaca o fórmulas. La distribución de los minerales es una de las claves, porque están ligados a las proteínas del suero, a citrato o a la membrana lipoproteica del glóbulo de grasa.
Sodio y potasio: Los niveles de potasio son mucho más altos que los de sodio, semejante a la proporción encontrada dentro de la célula. El nivel de sodio en la leche de vaca es 3,6 veces más alto que en la leche materna y se ha asociado deshidratación hipernatrémica con la ingesta de leche de vaca. Los niveles bajos de sodio y altos de potasio de la leche materna tienen un efecto beneficioso.
MINERALES EN LA LECHE HUMANA.
Componente Leche humana mg/100ml Leche de vaca mg/100ml
Calcio 33 125
Magnesio 4 12
Sodio 15 58
Potasio 55 138
Cloro 43 103
Fósforo 15 96
Fuente. LA LACTANCIA MATERNA, Ruth Lawrence 4º edición.
Hierro: La absorción del hierro de la leche materna alcanza al 50 % del hierro disponible, comparado con el 10 % de absorción de la leche de vaca. El niño amamantado en forma exclusiva durante los primeros 6 meses tiene mucha menos probabilidad de padecer anemia ferropénica *. La alta biodisponibilidad del hierro en la leche humana es el resultado de una serie de interacciones entre los componentes de la leche y el sistema digestivo del lactante: los niveles adecuados de Zinc y cobre, la lactoferrina que impide que el hierro quede libre para las bacterias y sólo lo libera a los receptores específicos en el intestino, la acción de la lactosa, la unión del hierro a la fracción lipídica, su unión a la fracción proteica de bajo peso molecular, etc. Recordemos también que la leche de vaca produce microhemorragias en el tubo digestivo, lo que condiciona una pérdida adicional de hierro.
Calcio: Los niveles de Calcio y fósforo son menores en la leche humana, pero como la relación calcio/fósforo es mayor (2:4) que en la leche de vaca (1:3) el calcio es mejor absorbido.
Zinc: La leche materna contiene Zinc biológicamente disponible. La acrodermatitis enteropática, una alteración congénita del metabolismo del zinc, no se presenta en niños exclusivamente amamantados.
VITAMINAS.
VIT. A. La vitamina A, como todas las vitaminas liposolubles (A, E, D y K) son transportadas en la grasa láctea. El contenido en la leche humana es mayor que en la leche de vaca. Pero es aún mayor en el calostro y en la leche de las madres de prematuros.
VIT. D: La fuente principal de la vitamina D es la exposición al sol y no el aporte dietético. En los niños exclusivamente amamantados no se manifiestan deficiencias. VIT E. La leche materna proporciona niveles más que suficientes de vitamina E, mucho más elevados que los que proporciona la leche de vaca. El calostro provee alrededor de 3 veces más vitamina E que la leche madura. Esto es importante ya que el neonato tiene reservas bajas y necesita un aporte adecuado los primeros días de vida.
VIT K: la concentración de vitamina K es mayor en el calostro y en la leche de transición. Igualmente, se recomienda que todos los recién nacidos reciban vitamina K al nacer, independientemente del tipo de lactancia, para prevenir la enfermedad hemorrágica del recién nacido por falta de vitamina K. Una vez que la flora intestinal se desarrolla, el riesgo desaparece.
Las vitaminas hidrosolubles son ingeridas en proporciones aceptables por el neonato si la madre está bien nutrida.
Componente calostro Leche madura Leche de vaca
Vit. A ( microg) 151 75 41
Vit B1 (microg) 1.9 14 43
Vit B2 (microg) 30 40 145
Ac. Nicotínico (microg) 75 160 82
Vit. B6 (microg) 12-15 64
Ac.pantoténico (microg.)183 246 340
Biotina (microg) 0.06 0.6 2.8
Ac.fólico(microg) 0.05 0.14 0.13
Vit B12 (microg) 0.05 0.1 0.6
Vit C (microg) 5.9 5 1.1
Vit D (microg) - 0.04 0.02
Vit E (microg) 1.5 0.25 0.07
Vit K (microg) -- 1.5 6
Energia kcal 57 65 65
PH -- 7.0 6.8
Fuente. LA LACTANCIA MATERNA, Ruth lawrence 4º edición.

El calostro, qué es?

Es el primer alimento perfecto para el recién nacido y contribuye a la salud del lactante mejor que ninguna preparación artificial.
Se produce en los pechos desde el séptimo mes de embarazo.
Características
  • Es un líquido espeso de color claro a amarillento, de alta densidad y poco volumen (2 a 20 ml por mamada), siendo esto suficiente para satisfacer las necesidades del recién nacido.
  • Contiene gran cantidad de IgA, lactoferrina, linfocitos y macrófagos que protegen de infecciones.
  • El volumen y la osmoralidad es la adecuada para la madurez del recién nacido.
  • Facilita la eliminación del meconio.
Fuente: OMS

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jueves, 27 de septiembre de 2012

Padres poco comunicados con sus hijos

Desde la cuna /Es fundamental establecer una buena conexión  Los especialistas advierten sobre la falta de comunicación con los bebes; ésta es clave para el desarrollo de los vínculos y del lenguaje Jane E. Brody The New York Times 3 de octubre de 2009 | NUEVA YORK.

Hace poco me detuve a felicitar a una joven madre que llevaba a su hijo en cochecito. La mujer había estado hablando a su hija que apenas hablaba, a lo largo de toda la cuadra y le señalaba las cosas que veían, le hacía preguntas, como "¿qué color son esas flores?", y le contaba lo que iban a hacer cuando llegaran al parque. No es habitual que esto suceda en mi barrio, le dije. 
Muy a menudo, las madres y niñeras que veo están con sus celulares, las BlackBerry y los iPod, y no con los niños. 
No existían tales distracciones cuando mi esposo y yo pasábamos el tiempo con nuestros bebes, niños pequeños y preescolares. Al igual que esa joven madre, les hablábamos. Les leíamos y cantábamos con ellos. Y mucho antes de que hablaran, imitábamos sus sonidos y les hacíamos saber que los escuchábamos y les respondíamos. 
No soy la única alarmada por la moderna conducta de los padres. Randi Jacoby, especialista en habla y lenguaje de Nueva York, recientemente me dijo en un mensaje por correo electrónico: "Los padres han dejado de comunicarse con los niños pequeños, lo que hace que se pierda también el contacto visual, la expresión facial y, sobre todo, el feedback [retroalimentación], que es esencial para el desarrollo temprano de la comunicación.
 Los niños pequeños requieren tiempo y un feedback individual mientras luchan por formular palabras para elaborar su lenguaje y sus habilidades cognitivas. Las destrezas básicas no se están enseñando con el ejemplo, y la sociedad cae presa de la respuesta rápida a la que la generación de la computadora se ha acostumbrado. Sería necesario recordar a los padres la importancia de su modelo comunicativo". 
Por supuesto, no todos los padres están habitualmente desconectados de sus niños pequeños. Dos de mis amigas que tienen alrededor de 30 años y que tienen niños pequeños, les hablan y conversan con ellos continuamente. El consejo de Jacoby a los padres: "Recompense los intentos de comunicación de su pequeño prestando mayor atención a lo que diga. Esté listo para dejar su celular y mire al niño directamente a los ojos cuando comparte sus pensamientos con usted"
 La comunicación comienza en cuanto el niño nace. La manera en que se toca, sostiene y mira al bebe y cómo se le habla lo ayuda a aprender su lenguaje, y las diferentes maneras en que llora ayuda a los padres a aprender su lenguaje: "estoy mojado", "tengo hambre", estoy cansado", "me duele", "estoy abrumado", y así sucesivamente. "Hable con su bebe siempre que tenga la oportunidad", aconseja a los padres la Asociación Médica Norteamericana. "Aunque no entienda lo que se le dice, su voz calma y tranquilizadora es lo que necesita para sentirse seguro. Siempre responda al llanto de su recién nacido, no se lo malcría por prestarle demasiada atención." 
La Asociación Norteamericana del Habla, Lenguaje y Oído alienta a los padres para que redoblen sus esfuerzos de comunicación mirando al bebe e imitando sus vocalizaciones, risa y expresiones faciales. "Háblele cuando hace esto", sugiere la asociación. "Cuéntele adónde van a ir, lo que van a hacer cuando lleguen ahí, y a quién y qué van a ver." Uno podría decir cosas, como: "Ahora te vamos a poner las medias", "vamos a ir en el auto a ver a la abuela" o, "cuando lleguemos a la plaza, te voy a hamacar". 
Y nunca es demasiado temprano para presentarles los libros. Recuerdo a mi sobrina, que, a los 3 meses, se embelesaba cuando su madre le "leía" un libro de dibujos y le señalaba objetos, le comentaba sobre los colores y lo que hacían los diferentes personajes. Es lo mismo con los niños pequeños.
 Consejo de los expertos en habla: "Háblele mientras hace algo y va a algún lugar. Cuando lo lleva en cochecito, por ejemplo, señálele los objetos familiares y diga sus nombres. Use un lenguaje simple, pero con estructura gramatical. Amplíe con otras palabras. Por ejemplo, si el niño dice "auto" respóndale: "Sí, ese es un auto grande y rojo". No hablan, pero comprenden Recuerde que los niños que aún no hablan comprenden mucho más de lo que dicen. Uno de mis nietos tardó en comenzar a hablar. Cuando quería algo para tomar o comer, iba a la heladera o a la alacena y señalaba lo que quería. Nuestra tarea era preguntarle: "¿Querés agua o jugo?, ¿cereal o pasas de uva? Y esperábamos la respuesta. Cuando comprendíamos, reforzábamos el mensaje verbal y decíamos: "¡Ah!, Lo que querés es cereal".
 Evite palabras de bebe y la forma de hablar de ellos porque el niño que está aprendiendo a hablar se puede confundir. Enseñe a sus hijos las palabras y nombres correctos para las personas, cosas y partes del cuerpo, incluso "pecho", "pene" y "vagina". Si su niño utiliza una palabra infantil ("pa-pa", por ejemplo) se puede repetir, pero use también la correcta y diga "comida". Hagan juegos con las palabras, como "Itsy-Bitsy araña", y aliente a su hijo a realizar los gestos que acompañan y quizá también a decir algunas de las palabras. 
Cuente los escalones cuando sube una escalera. "Las habilidades matemáticas de mis nietos mellizos florecieron mucho antes de que pudieran hablar en oraciones porque viven en un tercer piso. A cualquier edad que su hijo comience a hablar, hágale saber que está interesada en lo que está diciendo, al repetir y ampliar lo que dice y al pedirle que repita lo que dijo si no lo entendió. Haga preguntas que requieran de una elección, como "¿querés leche o jugo?" o ¿querés caminar o ir en cochecito? Ayude a ampliar el vocabulario de su hijo al hablarle de lo que se puede hacer con varios objetos y explicándole por qué un determinado alimento ayuda a tener un cuerpo sano. Cante canciones, recite rimas infantiles y aliente a su hijo a completarlas con algunas palabras. Cuando lean un libro juntos, lo que debería ser una actividad cotidiana, pídale que nombre o describa los objetos o que hable sobre lo que hacen los personajes. Evite la frustración verbal. Cuando sus hijos traten de hablarle, présteles toda la atención posible. Y antes de hablarles a ellos, asegúrese de que estén atentos. 
 Qué pensas sobre este tema...........

LA MEJOR PACIENTE ES LA QUE MAS SABE


Martín Attié, 37, médico ginecólogo, especialista en obstetricia y fertilidad, aceptó responder al cuestionario de Las/12, cosa que no sucedió con otros varones profesionales del ramo, que prefirieron abstenerse. Quizás la edad y el enfoque democrático –no tan frecuente entre sus colegas– del doctor Attié expliquen por qué accedió sin vueltas a esta entrevista. “Desde la Facultad, yo absorbí enseñanzas sobre la importancia de la relación médico-paciente, ni por arriba ni por debajo, en fin, lo que debería darse en cualquier relación humana, no puedo hablar de otras época ni por el resto de los médicos, pero para mí eso fue parte de mi formación académica, a la que se incorporaron en los 90, y aun antes, materias que aportaban a esa cuestión. Para mí es obvio que todo paciente tiene derecho a entender lo que le está pasando, las razones del tratamiento, Por otra parte, hay que decir que más que rebelarse, como suele comentarse livianamente, hoy los pacientes están teniendo una evolución, muchos exigen la mayor información, dan su opinión. Esto es bueno, pero yo creo que aunque esa demanda no exista, igualmente hay que darles todas las explicaciones. Porque, en ginecología por ejemplo, hay todavía muchas pacientes que tienen creencias equivocadas, como que el Papanicolau sirve para detectar cáncer de ovario... Creo que esos errores de información que se instalan tienen que ver con la falta de educación sexual. Yo no la tuve en el colegio, y hasta que empecé a estudiar ginecología, no sabía bien qué era una pastilla anticonceptiva. Ni hablar de cómo eran las cosas para atrás.”

¿Se advierte este cambio de mentalidad en médicos y médicas más jóvenes?

–Creo que sí: en general, no es lo misma la consulta con un médico de 30, 40 años, que con uno de más de ‘60, que puede tener más fácilmente esa actitud de subirse a un lugar de omnipotencia, decidir por la paciente. En lo personal, por el contrario, creo que cuanto más sabe la paciente, más me facilita el trabajo. Una mujer que conoce las ventajas de controlarse, ciertos mecanismos, no va a caer en las pavadas que dice una cadena de mails. No te podría enumerar la cantidad de consultas que generan esas cadenas que siembran preocupaciones infundadas. Creo que la nuestra es una generación bisagra, porque la de nuestros padres, al carecer de mucho elemento diagnóstico, estaba influida por los mitos que circulaban de boca en boca. Hoy en ginecología y obstetricia trabajamos con un montón de estudios complementarios que pulverizan aquellas creencias. Pero también la paciente tiene que hacerse cargo cuando no recibe información básica: encuentro mujeres que van por su segundo o tercer embarazo y que no tienen idea clara de por qué fueron sometidas a una cesárea. Y te estoy hablando de clase media, clase media alta. “Pero ¿vos no preguntaste?”, les insisto. “No”, me responden. Sentiría como un fracaso que alguien operado por mí dijese que no sabe por qué lo hice. Pensaría que ahí fallé como médico. Debo aclararte que creo que creo que el médico cura más con la palabra, con la contención, que con un acto médico en sí. Y te podría citar montones de ejemplos para corroborar esta afirmación. Aunque la medicina que se está practicando en la Argentina hoy, mal remunerada, falta de tiempo, no propicia este encuentro.

¿Por qué elegiste especializarte en ginecología y obstetricia?

–Mi padre es pediatra y yo pensaba seguir ese camino. En mi último año de formación se había introducido lo que se llamó internado rotario: un año por el que vas por rotando las cuatro especialices principales. Mi última rotación fue Pediatría. Y el primer día que entré en la sala de internación pediátrica, me asignaron un residente para que lo ayudara y tuve que agarrarle el brazo a un chico que empezó a gritar, me di cuenta de que eso no era para mí. Como me había gustado muchísimo un parto acuático que había visto en el hospital, hecho por Gustavo Katz, ese recuerdo me decidió, aunque también me interesaba la parte quirúrgica, pero me parecía que le faltaba la relación médico-paciente. Entonces, me decidí por estas especialidades que lo reunían todo. Por supuesto que durante la formación, uno idealiza mucho la profesión y después la práctica te trae a la cruda realidad. Me recibí en el ‘96, hice residencia, llevo siete años de práctica y debo decir que he tenido mucha suerte en cuanto a oportunidades.

Cuando hacías la residencia, ¿te chocaban algunas prácticas de los hospitales, donde no se tiene en cuenta el pudor medio de las mujeres, su estado de ánimo, el derecho a decidir?

–Tengo que reconocer que en el hospital donde yo estuve eran particularmente cuidadosos, sobre todo en el caso de adolescentes. Siempre explicando antes lo que se iba a hacer, no actuando nunca directamente. Personalmente, no concibo que sea de otra manera, me parecería francamente violento. Seguramente, existe esa forma de trato, pero en este hospital, aunque faltara el camisolín, se trataba de respetar el pudor aunque fuese con la ropa que traía puesta la paciente, nunca exponerla desnuda, más allá del grado de pudor que demostrara.

No se trata sólo de la desnudez en la revisación: un tacto no deja de ser una forma de penetración, por más justificado que esté.

–No hace falta decir que el médico debe disociar y tranquilizar a la paciente, crear un clima que la distienda. Si es el primer Pap, explicarle en qué consiste el espéculo, que no le va a doler, que cuanto más se afloje, mejor. Si es su primera experiencia realizada de esta manera, incidirá para que lo siga haciendo regularmente en su propio beneficio. Obviamente, no se trata de ninguna concesión, todo esto forma parte de los derechos de la paciente. Por otra parte, cuando yo tenga 50, aunque ahora hay otros métodos, quizás me tenga que hacer un tacto rectal por año por el tema del cáncer de próstata, y no me divierte la idea...

¿Frente a la necesidad de un tratamiento quirúrgico tu conducta es la misma?

–Al menos en mi caso, cuando indico un tratamiento quirúrgico es porque no hay otra alternativa, porque he descartado otros procedimientos menos invasivos. La decisión depende de muchos factores, entre los cuales puede figurar la edad de la mujer. Si se trata de una paciente de 35 que está en el tercer quiste, hay que buscarle la vuelta para que no se sigan recidivando, porque sacar el ovario es negarle otras posibilidades. Yo sé que hay cosas equivalentes que no me gustaría que me las hicieran a mí, entonces trato de darle a la paciente la mayor cantidad de herramientas para que pueda elegir. Si le doy pocas herramientas, la estoy induciendo, diciéndole indirectamente lo que tiene que hacer. Y eso no está bien.

¿Cómo te llevás con toda esa mitología teñida de cierto morbo que ronda la ginecología, los lugares comunes picarescos?

–Existen esos mitos, es cierto, y tengo algunas respuestas preparadas para esos chistes, respuestas que remiten a cuál debe ser la actitud del médico en cualquier especialidad. Por supuesto, como en otras profesiones, ha habido y hay abusos, incluso casos graves que han salido en los diarios. Así como también hay curas que han violado a seminaristas o a alumnos. Obviamente, se trata de gente perversa que hace cosas penadas por la ley. Creo que en Perú hubo un ginecólogo que dormía a las pacientes y las violaba. Según la información que manejo, son excepciones. Te aclaro que otras formas de abuso en el consultorio, que se podrían considerar menores, para mí están en el mismo nivel moral. En cuanto al trato de tipo más autoritario, como te decía antes, me parece reprobable y poco fructífero, pero también hay que decir que a veces es aceptado por algunas pacientes que no cambian, pudiendo elegir. O sea que es algo bilateral.

Por tu especialización, solo atendés mujeres. ¿Te interesan además como personas?

–Totalmente, creo que son tan interesantes como los hombres, hasta te diría que no hago una división tajante entre varones y mujeres, más allá de los datos biológicos. También esto se debe a que ellos y ellas han ido cambiando, han intercambiado cualidades en décadas recientes. Me parece un anacronismo inaceptable creer que la mujer vale menos que el hombre, aunque no voy a negar que el sexismo sigue existiendo. Tengo dos hijas, a mi mujer, una gata y una perra. Para mis hijas, deseo que sean lo más libres posible, para lo cual el conocimiento es una buena herramienta que se puede aplicar a muchas cosas, incluso, claro, a la elección de un tratamiento médico.

domingo, 23 de septiembre de 2012

“Taller para la futura madre”


Los invito a participar del “Taller para la futura madre”
Que saber y que hacer antes, durante y después del nacimiento
 de tu bebe para que lo cotidiano sea más fácil y simple


a realizarse el jueves  11 de octubre de 2012 a las 19 horas. 
Está dirigido a futuras mamás y mamás recientes para conversar sobre los siguientes temas:
                 •Como organizarse antes del nacimiento
                 •Como aprovechar la internación.
                 •La vuelta a casa con el recién nacido.
                 •Cuidados de la madre y el recién nacido.
                 •Algunas sugerencias y secretos para las cosas cotidianas.
Costo $75- Vení con tu marido, una amiga o alguien de tu familia, SOLO PAGA UNO!!!
Para inscribirse mtmluisabengolea@hotmail.com o llamando al 011-4821-4855
Grupos reducidos. Espacio MTM . Palermo Duración del taller de 19 a 20.30 horas
Disertante Licenciada Luisa Bengolea . Enfermera con orientación en Perinatología

domingo, 16 de septiembre de 2012

Por qué no quiere dormir solos?

                                                                                                                             [...] esa especie de terror que atenaza a los niños
cuando se despiertan en la noche o en la soledad.
Alexandre Dumas, Veinte años después

¿Dónde dormían los bebés hace 100.000 años? No había casas, no había cunas, no había ropa. Sin duda dormían junto a su madre o sobre ella, en un improvisado lecho de hojarasca. El padre no debía dormir muy lejos, y la tribu entera estaba apenas a unos metros de distancia. Sólo así podían sobrevivir durante el sueño, el momento más vulnerable de su jornada. Recuerdo de aquellos tiempos es la costumbre de que los esposos duerman juntos, y la desazón (a veces franco insomnio) que los adultos solemos sentir cuando un viaje nos obliga a dormir separados de nuestra pareja habitual. Muchas madres, si su marido duerme fuera, «dejan» venir a sus hijos a su cama, y no siempre es fácil decir cuál de los dos halla más consuelo en la compañía. ¿Se imagina a un bebé solo, desnudo, durmiendo en el suelo y al aire libre a cinco o diez metros de su madre durante seis u ocho horas seguidas? No hubiera sobrevivido.
Tenía que existir un mecanismo para que también de noche el bebé estuviera en contacto continuo con su madre, y de nuevo el mecanismo es doble: la madre desea estar con su hijo (sí, a pesar de todos los tabúes en contra, todavía muchas madres lo desean), y el niño se resiste violentamente a dormir solo.
¡Dormir solo! El gran objetivo de la puericultura del siglo XX. Como hemos comentado, un niño al que su madre pudiera dejar solo, despierto, en el suelo, y no protestase de forma inmediata, sino que ¡se durmiese!, difícilmente hubiera sobrevivido más que unas horas. Si alguna vez hubo niños así, se extinguieron hace miles de años (bueno, no todos. Se habla de niños que duermen toda la noche, espontánea y voluntariamente. Si el suyo es uno de esos raros niños, no se asuste; seguro que también es normal). Nuestros hijos están genéticamente preparados para dormir en compañía.
Para un animal, el sueño es un momento de peligro. Nuestros genes nos impulsan a mantenernos despiertos cuando nos sentimos amenazados, y a dejarnos llevar por el sueño sólo cuando nos sentimos seguros. Nos sentimos amenazados en un lugar desconocido, y a mucha gente le cuesta dormirse en los hoteles porque «extraña la cama».
Nos cuesta dormirnos en ausencia de nuestra pareja o en presencia de desconocidos. Tenía usted que hacer un cambio de trenes en una ciudad distante y ha perdido la última conexión. Son las dos de la madrugada, todo está cerrado y tiene que esperar en la estación al tren de las seis. Imagine ahora varias posibles situaciones: a) usted está absolutamente sola en la sala de espera; b) usted viaja sola, pero en la sala hay una docena de personas, dos familias completas, algunas señoras mayores, un grupito de boy-scouts; c) en la sala sólo están usted y cinco cabezas rapadas medio borrachos; d) viaja usted en compañía de su marido y otros dos matrimonios amigos. ¿Cree que se quedaría dormida con la misma facilidad en todas las circunstancias?
Fuente Besame Mucho Libro del doctor Carlos Gonzalez

sábado, 1 de septiembre de 2012

Los pros y los contras de una práctica sin reglas

Opinión
Por Mario Sebastiani  | Para LA NACION
 
El parto domiciliario expresa un deseo fuertemente autónomo por parte de una mujer y de su pareja de tener a un bebe donde exista un servicio de asistencia al nacimiento de calidad, en una atmósfera no médica, que sea más acogedora y amigable.
En general, el equipo que atiendo esos partos es ideológicamente menos intervencionista que en los ambientes sanatoriales. Suele tener una vocación hacia el parto vaginal y favorece el apego con los recién nacidos. Prácticamente no hay reglas fijas en la atención de estos partos, a diferencia de las normativas de una maternidad.
Los resultados muestran que se realizan menos intervenciones -fórceps, episiotomía, analgesia peridural y control mediante el monitoreo fetal electrónico- y que suele haber menos desgarros e infecciones. También es menor la cantidad de partos prematuros y de bajo peso, lo que probablemente se deba a la selección que se hace de las embarazadas.
Si releo las ventajas de los partos domiciliarios, veré que desde un punto de vista humano y afectivo son sumamente atractivos. Sin embargo, como en todas las cosas, también existen desventajas. La mortalidad perinatal es tres veces mayor, y este dato no puede pasar inadvertido, puesto que las mujeres que califican para un parto domiciliario son de menor riesgo que las que acuden a los partos institucionales.
El parto es un evento natural pero no exento de complicaciones que no pueden ser previstas durante el embarazo. Frente a una necesaria resucitación de un bebe que nace deprimido el equipo de salud tiene pocos elementos para su reanimación. A veces la madre debe ser trasladada a una institución hospitalaria y es por eso que las sociedades científicas no suelen recomendar este tipo de atención.
Por eso, pienso que los criterios para un parto domiciliario deberían contemplar que la madre tenga entre 20 y 35 años, para evitar situaciones propias de un parto en una adolescente o en una mujer madura. Que el domicilio esté a menos de 20 minutos de una institución hospitalaria que esté informada que se está llevando a cabo la atención de un parto domiciliario, y que tenga una actitud amigable y de soporte en el caso de una emergencia. Que no haya el antecedente de una cesárea ni de hipertensión, diabetes, restricción del crecimiento intrauterino o placenta previa; que la valoración del tamaño de la pelvis sea adecuada y que no sea un parto en pelviana o un parto de gemelares.
Quizá la ecuación se resuelva con servicios de obstetricia que puedan ofrecer un servicio alternativo que pueda disminuir la distancia existente entre ambas modalidades de atención.

Malena nació en su casa, naturalmente...

Testimonio
Por Daniel Arcucci | LA NACION
 
Para una mujer con genuinas inclinaciones naturistas y un hombre nacido en el interior acostumbrado a ser llamado por el apodo en la sala de espera del hospital, la sensación de afrontar un parto primerizo en cualquier centro de salud de la gran ciudad -donde sos número y no sos nombre- inquietaba más de lo habitual.
Nunca supimos, ni Diana ni yo, si fue el destino o nuestras ganas de encontrar un lugar que nos interpretara lo que nos puso enfrente, durante una caminata por Vicente López, aquella casa que invitaba a experimentar una forma de parto diferente. Ñu-Ñu, se llamaba.
Terminaba el verano del 89 y ya sabíamos que aquello que latía dentro de la panza desde hacía siete meses se llamaría Malena María, pero no sabíamos exactamente cómo saldría. Sólo sabíamos que nos inquietaban las palabras goteo, inducción, peridural, episiotomía? En Ñu-Ñu, en cambio, empezamos a escuchar otras, que podrían agruparse bajo una frase genérica: "Parto en casa" . Eso queríamos.
Faltaban sólo dos meses y hasta allí habíamos dado los pasos tradicionales. Teníamos nuestra clínica, nuestro obstetra y nuestras dudas. En Ñu-Ñu empezaron a disiparse con una respuesta que parecía mágica: "Ustedes van a saber qué hacer" . Si la madre está sana (y eso ratificaban los estudios) y sin temores (y eso revelaba la convicción), no había impedimentos para que todo fuera? natural.
Una familia experimentada, un médico, una partera. Ellos eran los referentes en aquellas reuniones, en las que escuchar el latido del corazón de Malena con un pequeño cono de madera era la referencia esencial, aunque no la única, sobre su evolución. Charlas para enfrentar los miedos y prácticas para preparar el cuerpo. Largas caminatas, de pie y también en cuclillas. Aquella frase inicial se complementaba con otra: "Hay mucho que ustedes pueden hacer para prepararse" .
Mientras tanto, se profundizaba en nosotros un concepto: no estábamos allí para competir en valentía. Por eso propusimos no hacerlo absolutamente solos, sino acompañados por la partera. Como en el campo, como había nacido mi mamá.
Un sábado, a las 5 de la mañana, Diana rompió bolsa. Hicimos entonces lo que habíamos aprendido. Visitamos a la partera para que estuviera atenta y para que certificara que todo estaba bien, y seguimos con la vida normal. Desayunamos, fuimos al supermercado. Nos instalamos en la casa, esperando que la intuición y las ganas la llevaran a Diana a elegir el lugar donde fuera a parir. Con las contracciones cada vez más seguidas, llegó también el dolor, que no se compara con nada y que ni el parto más natural evita. Apenas lo atenuó una inmersión en té de melisa. Controlar la dilatación había sido otro aprendizaje: bastante antes de llegar a diez fue momento de convocar a la partera. Con un detalle: aquellos no eran tiempos, aún, de teléfono celular.
Diana esperaba, resoplando y gritando, en el living, en cuclillas frente al sofá cama. A las seis y diez de la tarde, después de varios pujos, apareció Malena María, mínima y hermosa. No hubo cortes; sólo el del cordón umbilical, con la tijera de la casa, esterilizada en alcohol y fuego. No hubo baño, porque lo que embadurnaba el cuerpito de 2,450 kg era su mejor protección, y tampoco llanto provocado. En segundos, Malena se prendió a la teta materna, que seguiría alimentándola hasta el año y medio, y en minutos llegó el obstetra, para revisarla. Mientras, plantamos la placenta en una maceta: no hay mejor fertilizante para la tierra.
Llamé por teléfono a mi suegra, como si nada. Le pregunté en qué andaba; me respondió que estaba por ir al cine. Le dije si prefería venir a conocer a su nieta antes o después de la película. "¿¡Qué pasó!?" , me preguntó, alarmada por el supuesto imprevisto. "Nada -le respondí-. Simplemente nació."
Nació de una manera ideal para nosotros y seguramente temeraria para otros (aún recuerdo el enojo del "otro" médico cuando se enteró). Nadie tiene la receta perfecta, pero sí la opción: si una madre elige cesárea, porque así lo siente, está muy bien. Yo le agradeceré toda la vida a Diana haber tenido la convicción para convertirnos en padres, a los veinte y pocos años que teníamos, sin ser héroes ni locos, de la manera en que lo hicimos.
Muy lindo!!!

En busca de un parto ideal

Cada vez más parejas deciden dar a luz de un modo diferente y natural; ya sea en el hogar o en el agua, ese fenómeno dejó de ser una excentricidad
Por Sebastián A. Ríos  | LA NACION
 
A Mariángeles Ferrazzini nunca nadie pudo explicarle por qué le tuvieron que hacer una cesárea cuando nació su primera hija. Con el tiempo, la duda de si podría haber dado a luz a Lua en forma natural fue creciendo en su interior, alimentando una inquietud que la llevó a explorar la posibilidad de, en adelante, parir en su casa, lo que finalmente se hizo realidad en sus dos siguientes embarazos.
La búsqueda de una forma de dar a luz no sólo menos medicalizada, sino también más acorde con las necesidades y deseos de cada pareja, es un camino cada vez más transitado en nuestro país. Parto domiciliario, en el agua, en el sanatorio pero atendido por equipos médicos orientados hacia una forma menos estructurada de asistencia, develan un verdadero cambio de actitud, no exento de temores o riesgos.
"Hasta hace no mucho se daba por hecho que una mujer paría en una clínica, y eso nadie lo cuestionaba -dice el médico obstetra Carlos Burgo-. Hoy es raro encontrar que una mujer que escucha hablar sobre parto domiciliario no tenga la menor idea de qué están hablando."

Paulo y Angie, junto a sus hijos: Lua (nació en una clínica). Moreno y Caetano (nacidos en casa).  Foto: Fernando Massobrio

Burgos es uno de los obstetras argentinos con más experiencia en ayudar a las mujeres a dar a luz en sus hogares. A la pregunta de por qué cada vez más padres optan por esa forma de traer sus chicos al mundo responde: "Muchas madres vienen de una experiencia negativa, quejándose de una cesárea que perciben como innecesaria o de vivencias de mucha manipulación o maltrato, y buscan alguien que las escuche en sus demandas".
"Diría que el 70% de las parejas que se acercan en busca de la posibilidad de tener a su hijo en su casa lo hace huyendo del maltrato institucional", coincide la partera Alejandra Mazzeo, que acompañó a Mariángeles en sus dos partos domiciliarios. "Angie", que el 3 de agosto último, a los 43 años, dio a luz a su tercer hijo, Moreno, recuerda: "Cuando quedé embarazada por segunda vez, empecé a pensar en tener otro tipo de parto.
Más humanizado, porque el primero fue una manipulación absoluta: a la partera la conocí el día del parto y decidió todo por mí, sin consultarme".
"Con el tiempo, parir en las instituciones se ha medicalizado tanto que la mujer deja de ser protagonista de un parto normal, lo que hace atractiva la posibilidad de buscar parir en la libertad de su casa", opina la médica obstetra Diana Galimberti, directora del hospital Álvarez.
Pero los motivos que llevan a las parejas a buscar una forma no convencional de dar a luz no se agotan en malas experiencias de partos. Luciana Borroni, de 31 años, decidió buscar un camino distinto tras un breve intercambio con su obstetra: "Iba a tener a mi primera hija en una clínica, pero cuando le pregunté a mi obstetra si podía moverme durante el parto, cambiar de posición, me dijo que la institución no lo permitía".
"Esas palabras me hicieron pensar: ¿qué pasa si siento que necesito ponerme en cuclillas durante el parto? Para mí lo básico es la libertad de movimiento", dice Luciana, que finalmente dio a luz, primero a Mora y luego a Rita, en su casa. Y en el agua.
"A Mora había decidido tenerla en casa. Cuando llamé a la partera me dijo que me meta en la bañadera mientras la esperaba, y no salí. Cuando probaba salir sentía que me dolía, y volvía a entrar. Así fue como me quedé en la bañera todo el trabajo de parto, y Mora nació ahí. El recuerdo es que fue un parto sin dolor."
La casa de las parteras
Lara Oliva, que a las 0.48 del sábado pasado dio a luz a Santiago en su casa. Tenía pensado tener a su primer hijo en una clínica, pero poco a poco fue cambiando de parecer. "Cuando quedé embarazada empecé a ver obstetras -dice Lara, de 25 años-. Era una consulta de 15 minutos, en la que el médico te mira, te hace preguntas, te pesa y chau... Recuerdo que siempre salía llorando del consultorio."
"Las mujeres necesitan sentirse escuchadas sobre lo que les está pasando en el cuerpo, pero también en lo emocional", comenta Mazzeo.
Es esa necesidad de la mujer, la de hallar un entorno contenedor y abierto a sus inquietudes, la que siembra en la pareja una búsqueda que muchas veces culmina en un parto no institucionalizado. "Estas mujeres son las que comienzan a buscar un equipo médico para parir en un ámbito en que se las respete -dice Burgos-. Después de todo, ellas son las que van a poner el cuerpo."
Mora y Rita, nacidas en el agua, juegan bajo la mirada de sus padres, Gastón y Luciana.  Foto: Fernando Massobrio

La inquietud muchas veces toma por sorpresa al futuro papá. Es el caso de Leonardo Pauman, hoy de 33 años y padre de Pedro y Sara, que recuerda cuando Carolina, embarazada, le dijo que no quería parir en una clínica. "Le contesté está bien y pensé: ya se le va a pasar. Estaba muy asustado, tenía miedo de que pasara algo malo."
"Pero aunque al principio me resultó una idea extraña, traté de estar abierto y fui a ver de qué se trataba", agrega Leonardo, que alquilaba un pequeño departamento en Munro. A pocas cuadras, una experiencia única en el país se estaba gestando.
"Un grupo de parteras que veníamos trabajando juntas haciendo partos domiciliarios empezamos a ver la necesidad de tener un espacio donde poder realizar actividades con las parejas y donde ofrecer un lugar para parir a quienes tenían dificultad de hacerlo en sus hogares", cuenta Mazzeo. Esa necesidad tomó forma en la Casa de las Parteras, que funcionó entre 2005 y 2009 en una antigua casona del barrio de Florida.
Como lo advertía su nombre, en la casa no había médicos, sólo parteras. "Teníamos siempre un médico al tanto, al que llamábamos si necesitábamos algo", dice Mazzeo.
Hacia esa casa fueron Leonardo y Carolina el frío viernes 6 de julio de 2007, con los nueve meses del embarazo ya más que cumplidos. "Fuimos con la ansiedad de quedarnos y que naciera ese día, pero todo recién empezaba... Pasamos el viernes caminando por Florida, con cero grados de temperatura, para estimular el parto. Íbamos cantando «Luna tucumana»", recuerda Leonardo.
Pedro finalmente nació el lunes a las 2.20 de la madrugada. Ese día nevó. "Nos quedamos en la casa. Al día siguiente empezamos a recibir visitas, y estuvimos allí hasta el miércoles a la noche -cuenta-. Estar en la Casa de las Parteras era como estar en una embajada, en la que uno se siente protegido; al entrar, dejábamos en la puerta todos los miedos y las inseguridades de los demás, que nos decían que parir fuera de una clínica era una locura."

El mejor lugar para nacer
Poco a poco, el deseo de dar a luz en un ámbito no médico está dejando de ser considerado una "locura". A eso contribuye no sólo la difusión cada vez mayor de experiencias como las de Angie, Luciana, Lara y Leo, sino también de una mirada menos radical por parte de quienes demandan tener un parto más humanizado o de quienes ofrecen esa posibilidad.
Hoy, la participación de un médico en un parto no institucionalizado ya no es vista con horror por parte de quienes optan por ese camino para traer sus hijos al mundo, así como tampoco nadie señalará con el dedo a quien, en trance de lograr un parto en el hogar, termina dando a luz por cesárea en un sanatorio.
"Hablar de la humanización del parto es algo que no está reñido con la institución -dice Burgos-. No se trata del lugar donde ocurre, sino de gestos y actitudes de quienes lo asisten, del respeto por la libertad y por los tiempos de la madre y el padre. Y eso puede ser recreado en un ámbito no hogareño. De hecho, acompañamos a parejas que quieren un parto humanizado pero en un sanatorio."
Para otras parejas, la idea de que el parto transcurra en un entorno más convencional no es algo impuesto, sino una decisión acorde con sus necesidades. "Tener a mi hijo en un sanatorio era algo que nunca estuvo en discusión. Por mi tranquilidad, por cualquier eventualidad, era algo que a mí me generaba seguridad", cuenta María Lucila La Salvia, que hace dos semanas, a los 32 años, dio a luz a Facundo en el Sanatorio de los Arcos.
Sus palabras de felicidad no difieren de las de quienes eligieron dar a luz en su hogar: "Fue una experiencia única, increíble. Estaba muy tranquila, confiaba en el equipo y me sentí supercontenida. Adrián [su pareja] estuvo conmigo todo el tiempo."
"En realidad -concluye Mazzeo-, el mejor lugar para que nazca un niño es el que elige su madre.

Del editor: por qué es importante . Cómo nacerá un hijo no solía ser un dilema. Hoy, como el nombre que llevará, es una pregunta cuya respuesta define a los padres.

UNA OPCION HUMANIZADA EN UN HOSPITAL
El del parto humanizado es un concepto que no resulta ajeno a muchas instituciones hospitalarias que se han hecho eco de las demandas de las parejas. "Nuestro hospital tiene unidades de parto y de recuperación basadas en un modelo que permite que la mujer entre con la persona que ella decida, sea el marido o algún familiar", comenta la médica obstetra Diana Galimberti, directora del hospital Álvarez.
"Tenemos muy claro que la protagonista del parto es la mujer, y que es un derecho estar acompañada durante el parto", dijo. Otro derecho que se hace valer en el Álvarez es el de la mujer de elegir en qué posición quiere parir.
Ofrecer un parto humanizado no requiere una infraestructura especial, opina Galimberti: "Sólo un cambio mental de todos los que trabajamos en la asistencia del parto".
Fuera de los hospitales, la posibilidad de que las parejas tengan a sus hijos en sus hogares asistidos por parteras está amenazada por un proyecto de reforma de la ley 17.132, que cuenta ya con el aval de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados de la Nación.
"El proyecto sólo permite atender partos en el hospital -dice la partera Marina Lembo, presidenta de la Asociación Argentina de Parteras Independientes-. De aprobarse, haría que las parejas que tienen a sus hijos en sus casas tengan problemas para obtener los certificados de nacimiento; para las parteras implicaría no poder contar con un seguro de mala praxis, que permite que en caso de que haya error humano la pareja sea resarcida."
Esa asociación convoca a una marcha que partirá hoy, a partir de las 12, del Planetario de la ciudad de Buenos Aires, para reclamar por la posibilidad de que las parejas pueden elegir dónde tener a sus hijos.
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