Cada vez más parejas deciden dar a luz de un modo diferente y natural; ya sea en el hogar o en el agua, ese fenómeno dejó de ser una excentricidad
A Mariángeles Ferrazzini nunca nadie pudo explicarle por qué le tuvieron que hacer una cesárea cuando nació su primera hija. Con el tiempo, la duda de si podría haber dado a luz a Lua en forma natural fue creciendo en su interior, alimentando una inquietud que la llevó a explorar la posibilidad de, en adelante, parir en su casa, lo que finalmente se hizo realidad en sus dos siguientes embarazos.
La búsqueda de una forma de dar a luz no sólo menos medicalizada, sino también más acorde con las necesidades y deseos de cada pareja, es un camino cada vez más transitado en nuestro país. Parto domiciliario, en el agua, en el sanatorio pero atendido por equipos médicos orientados hacia una forma menos estructurada de asistencia, develan un verdadero cambio de actitud, no exento de temores o riesgos.
"Hasta hace no mucho se daba por hecho que una mujer paría en una clínica, y eso nadie lo cuestionaba -dice el médico obstetra Carlos Burgo-. Hoy es raro encontrar que una mujer que escucha hablar sobre parto domiciliario no tenga la menor idea de qué están hablando."
Paulo y Angie, junto a sus hijos: Lua (nació en una clínica). Moreno y Caetano (nacidos en casa). Foto: Fernando Massobrio |
Burgos es uno de los obstetras argentinos con más experiencia en ayudar a las mujeres a dar a luz en sus hogares. A la pregunta de por qué cada vez más padres optan por esa forma de traer sus chicos al mundo responde: "Muchas madres vienen de una experiencia negativa, quejándose de una cesárea que perciben como innecesaria o de vivencias de mucha manipulación o maltrato, y buscan alguien que las escuche en sus demandas".
"Diría que el 70% de las parejas que se acercan en busca de la posibilidad de tener a su hijo en su casa lo hace huyendo del maltrato institucional", coincide la partera Alejandra Mazzeo, que acompañó a Mariángeles en sus dos partos domiciliarios. "Angie", que el 3 de agosto último, a los 43 años, dio a luz a su tercer hijo, Moreno, recuerda: "Cuando quedé embarazada por segunda vez, empecé a pensar en tener otro tipo de parto.
Más humanizado, porque el primero fue una manipulación absoluta: a la partera la conocí el día del parto y decidió todo por mí, sin consultarme".
"Con el tiempo, parir en las instituciones se ha medicalizado tanto que la mujer deja de ser protagonista de un parto normal, lo que hace atractiva la posibilidad de buscar parir en la libertad de su casa", opina la médica obstetra Diana Galimberti, directora del hospital Álvarez.
Pero los motivos que llevan a las parejas a buscar una forma no convencional de dar a luz no se agotan en malas experiencias de partos. Luciana Borroni, de 31 años, decidió buscar un camino distinto tras un breve intercambio con su obstetra: "Iba a tener a mi primera hija en una clínica, pero cuando le pregunté a mi obstetra si podía moverme durante el parto, cambiar de posición, me dijo que la institución no lo permitía".
"Esas palabras me hicieron pensar: ¿qué pasa si siento que necesito ponerme en cuclillas durante el parto? Para mí lo básico es la libertad de movimiento", dice Luciana, que finalmente dio a luz, primero a Mora y luego a Rita, en su casa. Y en el agua.
"A Mora había decidido tenerla en casa. Cuando llamé a la partera me dijo que me meta en la bañadera mientras la esperaba, y no salí. Cuando probaba salir sentía que me dolía, y volvía a entrar. Así fue como me quedé en la bañera todo el trabajo de parto, y Mora nació ahí. El recuerdo es que fue un parto sin dolor."
La casa de las parteras
Lara Oliva, que a las 0.48 del sábado pasado dio a luz a Santiago en su casa. Tenía pensado tener a su primer hijo en una clínica, pero poco a poco fue cambiando de parecer. "Cuando quedé embarazada empecé a ver obstetras -dice Lara, de 25 años-. Era una consulta de 15 minutos, en la que el médico te mira, te hace preguntas, te pesa y chau... Recuerdo que siempre salía llorando del consultorio."
"Las mujeres necesitan sentirse escuchadas sobre lo que les está pasando en el cuerpo, pero también en lo emocional", comenta Mazzeo.
Es esa necesidad de la mujer, la de hallar un entorno contenedor y abierto a sus inquietudes, la que siembra en la pareja una búsqueda que muchas veces culmina en un parto no institucionalizado. "Estas mujeres son las que comienzan a buscar un equipo médico para parir en un ámbito en que se las respete -dice Burgos-. Después de todo, ellas son las que van a poner el cuerpo."
Mora y Rita, nacidas en el agua, juegan bajo la mirada de sus padres, Gastón y Luciana. Foto: Fernando Massobrio |
La inquietud muchas veces toma por sorpresa al futuro papá. Es el caso de Leonardo Pauman, hoy de 33 años y padre de Pedro y Sara, que recuerda cuando Carolina, embarazada, le dijo que no quería parir en una clínica. "Le contesté está bien y pensé: ya se le va a pasar. Estaba muy asustado, tenía miedo de que pasara algo malo."
"Pero aunque al principio me resultó una idea extraña, traté de estar abierto y fui a ver de qué se trataba", agrega Leonardo, que alquilaba un pequeño departamento en Munro. A pocas cuadras, una experiencia única en el país se estaba gestando.
"Un grupo de parteras que veníamos trabajando juntas haciendo partos domiciliarios empezamos a ver la necesidad de tener un espacio donde poder realizar actividades con las parejas y donde ofrecer un lugar para parir a quienes tenían dificultad de hacerlo en sus hogares", cuenta Mazzeo. Esa necesidad tomó forma en la Casa de las Parteras, que funcionó entre 2005 y 2009 en una antigua casona del barrio de Florida.
Como lo advertía su nombre, en la casa no había médicos, sólo parteras. "Teníamos siempre un médico al tanto, al que llamábamos si necesitábamos algo", dice Mazzeo.
Hacia esa casa fueron Leonardo y Carolina el frío viernes 6 de julio de 2007, con los nueve meses del embarazo ya más que cumplidos. "Fuimos con la ansiedad de quedarnos y que naciera ese día, pero todo recién empezaba... Pasamos el viernes caminando por Florida, con cero grados de temperatura, para estimular el parto. Íbamos cantando «Luna tucumana»", recuerda Leonardo.
Pedro finalmente nació el lunes a las 2.20 de la madrugada. Ese día nevó. "Nos quedamos en la casa. Al día siguiente empezamos a recibir visitas, y estuvimos allí hasta el miércoles a la noche -cuenta-. Estar en la Casa de las Parteras era como estar en una embajada, en la que uno se siente protegido; al entrar, dejábamos en la puerta todos los miedos y las inseguridades de los demás, que nos decían que parir fuera de una clínica era una locura."
El mejor lugar para nacer
Poco a poco, el deseo de dar a luz en un ámbito no médico está dejando de ser considerado una "locura". A eso contribuye no sólo la difusión cada vez mayor de experiencias como las de Angie, Luciana, Lara y Leo, sino también de una mirada menos radical por parte de quienes demandan tener un parto más humanizado o de quienes ofrecen esa posibilidad.
Hoy, la participación de un médico en un parto no institucionalizado ya no es vista con horror por parte de quienes optan por ese camino para traer sus hijos al mundo, así como tampoco nadie señalará con el dedo a quien, en trance de lograr un parto en el hogar, termina dando a luz por cesárea en un sanatorio.
"Hablar de la humanización del parto es algo que no está reñido con la institución -dice Burgos-. No se trata del lugar donde ocurre, sino de gestos y actitudes de quienes lo asisten, del respeto por la libertad y por los tiempos de la madre y el padre. Y eso puede ser recreado en un ámbito no hogareño. De hecho, acompañamos a parejas que quieren un parto humanizado pero en un sanatorio."
Para otras parejas, la idea de que el parto transcurra en un entorno más convencional no es algo impuesto, sino una decisión acorde con sus necesidades. "Tener a mi hijo en un sanatorio era algo que nunca estuvo en discusión. Por mi tranquilidad, por cualquier eventualidad, era algo que a mí me generaba seguridad", cuenta María Lucila La Salvia, que hace dos semanas, a los 32 años, dio a luz a Facundo en el Sanatorio de los Arcos.
Sus palabras de felicidad no difieren de las de quienes eligieron dar a luz en su hogar: "Fue una experiencia única, increíble. Estaba muy tranquila, confiaba en el equipo y me sentí supercontenida. Adrián [su pareja] estuvo conmigo todo el tiempo."
"En realidad -concluye Mazzeo-, el mejor lugar para que nazca un niño es el que elige su madre.
Del editor: por qué es importante . Cómo nacerá un hijo no solía ser un dilema. Hoy, como el nombre que llevará, es una pregunta cuya respuesta define a los padres.
UNA OPCION HUMANIZADA EN UN HOSPITAL
El del parto humanizado es un concepto que no resulta ajeno a muchas instituciones hospitalarias que se han hecho eco de las demandas de las parejas. "Nuestro hospital tiene unidades de parto y de recuperación basadas en un modelo que permite que la mujer entre con la persona que ella decida, sea el marido o algún familiar", comenta la médica obstetra Diana Galimberti, directora del hospital Álvarez.
"Tenemos muy claro que la protagonista del parto es la mujer, y que es un derecho estar acompañada durante el parto", dijo. Otro derecho que se hace valer en el Álvarez es el de la mujer de elegir en qué posición quiere parir.
Ofrecer un parto humanizado no requiere una infraestructura especial, opina Galimberti: "Sólo un cambio mental de todos los que trabajamos en la asistencia del parto".
Fuera de los hospitales, la posibilidad de que las parejas tengan a sus hijos en sus hogares asistidos por parteras está amenazada por un proyecto de reforma de la ley 17.132, que cuenta ya con el aval de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados de la Nación.
"El proyecto sólo permite atender partos en el hospital -dice la partera Marina Lembo, presidenta de la Asociación Argentina de Parteras Independientes-. De aprobarse, haría que las parejas que tienen a sus hijos en sus casas tengan problemas para obtener los certificados de nacimiento; para las parteras implicaría no poder contar con un seguro de mala praxis, que permite que en caso de que haya error humano la pareja sea resarcida."
Esa asociación convoca a una marcha que partirá hoy, a partir de las 12, del Planetario de la ciudad de Buenos Aires, para reclamar por la posibilidad de que las parejas pueden elegir dónde tener a sus hijos.
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