En el Roque Sáenz Peña cinco primerizas ya parieron utilizando un banquito que permite pujar en cuclillas. En lo privado, un médico logró bajar el número de cesáreas gracias a las doulas. Qué dice la ley que promueve el respeto de las mujeres al momento de parir
Argentina tiene una ley de "parto respetado".
(Pequelia.es)
Virginia Giacosa / Lisandro Machaín
Volver a lo simple, redescubirlo. Esa es la bella tarea que persiguen quienes trabajan en la ciudad por un parto natural y ante todo respetado. "Hay que entender que no se trata de una enfermedad. Con los años el parto pasó de ser un acontecimiento natural a un acto médico y quirúrgico", advierte Gustavo Baccifava, director de obstetricia del hospital Roque Sáenz Peña, que desde hace varios años se encamina hacia una serie de modificaciones en el sistema de salud que apuntan al respeto de los tiempos biológicos y psicológicos de las mujeres al momento de parir. En lo que va de 2012 cinco mujeres dieron a luz a sus hijos en un banquito de madera que permite el parto vertical y quieren tener a futuro un espacio que permita integrar en una misma sala: trabajo de parto, parto y reposo de la mamá sin necesidad de traslados a quirófano.
A veces sólo las mujeres son concientes, aunque más no sea una vez que ya parieron, de las situaciones de violencia obstétrica que padecen desde que ingresan a un centro de salud. “Calláte mamita”, “Bien que te gustó cuando te lo hicieron”, "¿Qué? ¿Nunca te metieron un dedo?", "Vamos, no seas llorona" y "Aguantatelá" son algunas de las frases que resuenan en el interior de hospitales públicos y clínicas privadas. Situaciones que de tan naturalizadas hasta forman parte, a modo de ironía, de campañas que defienden la posición de elegir de las mujeres e invitan a tomar conciencia sobre la violencia obstétrica.
Desde 2004, en la Argentina existe la ley 25.929 de parto respetado. La norma ordena una serie de premisas que la salud pública y privada deben tener en cuenta a la hora del nacimiento. Entre ellas figuran: evitar prácticas invasivas, suministro de medicación innecesaria e informar sobre las diferentes intervenciones médicas y, ante todo, la posibilidad de que la parturienta pueda elegir. Pero no siempre se cumplen.
"A veces la misma familia cuestiona algunas pautas porque están acostumbrados a otra cosa. Preguntan: ¿No le va a colocar un suero? ¿No le va a romper la bolsa? Son recursos humanos y tecnológicos que siempre están a mano pero que no corresponde utilizarlos por rutina", aclara Baccifava.
Pero cómo no sentirse "enferma" si cuando una mujer llega a la institución se le coloca una bata, un suero que rara vez le permite una buena movilidad, se le hacen llenar planillas y, en definitiva, se la interna. "No hay que perder de vista que para parir somos mamíferos, no hay que usar la intelectualidad. Por eso no hay que estimular a la mujer en ese momento, no hay que hablarle ni preguntarle demasiadas cosas. Tiene que irse a otro mundo", explicó el obstetra.
Y sobre todo, para el profesional, tiene que estar acompañada de la persona que ella elija. Porque además de lo que establece la ley de parto respetado (25.929), una normativa provincial (12.443) establece el derecho de ser acompañada en ese momento que no es uno más en la vida. En la actualidad, los partos respetados son un porcentaje pequeño y casi siempre se dan fuera de la institución médica. Porque ahí, el parto se reduce a un acto quirúrgico que pareciera que ante todo hay que apurar.
Pese a que la Organización Mundial de la Salud recomienda que el número de cesáreas no debe superar el 15% en la realidad ese número es muy superior. Entre lo público y lo privado la cantidad de cesáreas va del 30 al 70% y se estima que el 41% se realizan por conveniencia del médico. En la maternidad Martin ese número logró bajarse al 23% y en el Roque Sáenz Peña a 21% en 2012.
En Rosario, existen pocas pero valiosas experiencias que van hacia un parto respetuoso. En el hospital Roque Sáenz Peña, desde hace un año y medio existe un banquito que permite el parto vertical. Es el único en la ciudad y hasta ahora parieron cinco madres primerizas.
"No es nada tecnológico. Es de madera, está hecho por un artesano y se utiliza para hacer el trabajo de parto y pujar sentada o en cuclillas", expresó el médico. Y añadió: "Algunos piensan que se trata de un retroceso, pero está comprobado, no sólo por la ley de gravedad, que parir en esa posición es mucho mejor que de manera horizontal y en una camilla".
Hacia el futuro, el hospital piensa en habilitar una sala llamada TPR que integre el área de trabajo de parto y reposo o recuperación donde las mujeres puedan realizar todo el proceso de parto sin necesidad de ser trasladadas a quirófano .
A estas iniciativas, que se dan más que nada en el espacio público, se suman algunas, aunque aisladas, que se pueden destacar en las clínicas privadas. Desde hace seis años el obstetra Hugo Páez no trabaja solo en el momento del parto. La mayoría de las veces es asistido por doulas. Sabe que lo suyo no es común. Y reconoce que cuando las pacientes llegan a la clínica con contracciones, pero también con sahumerios, pelotas, música y pujan en cuclillas o se sientan en el suelo, sus colegas se ríen un poco y ya saben a qué médico vienen a ver.
"Las mujeres que trabajan previamente con las doulas llegan de una manera diferente al parto", sintetiza el médico obstetra del Sanatorio Británico. Y añade: "La mayoría de las pacientes llega y me dice que sabe que trabajo por un parto vaginal y que quieren tener un parto natural, sin nada. Poder caminar, tomar agua y que no le estén escuchando el bebé con una cinta de monitoreo. Y entonces vamos por eso".
Páez confiesa que antes de trabajar con las doulas el índice de cesáreas que tenía en su haber profesional era del 20 por ciento, mientras que con la llegada de estas acompañantes descendió a un 10 por ciento. "Para el parto natural es que nos preparamos los obstetras, por eso no somos cirujanos", concluye.
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