El día que yo nací llevaba casi nueve
meses en el vientre de mi madre junto a mi hermana del alma. Mi madre intuía
que éramos dos porque ya había pasado por un embarazo y un parto y notaba que
ese embarazo era totalmente distinto y, casi al final de la gestación, fue a un
ginecólogo privado para confirmar el diagnóstico, ya que en el público le
decían “no señora, es uno y pequeño” y la pusieron a dieta. Como no había
ecografías con imágenes, el diagnóstico fue escuchar dos corazones. Ahora me he
enterado que los embarazos gemelares se llevan en las “Consultas de Alto
Riesgo” y pienso: “Madre mía, pues una gestación gemelar debe de ser muy grave,
así que creo que estoy viva de milagro”.
¿Que cómo fue el parto?
Pues al no saber los médicos que éramos gemelas, mi madre se puso de parto un
14 de Junio y nos parió a las dos, de nalgas, en un parto rápido y sin
complicaciones. Primero nací yo y a los cinco minutos mi hermana. El ginecólogo
se llevó una gran sorpresa y se lo dijo a mi padre con mucho miedo a su reacción,
pero él ya lo sabía y solo quería saber que las tres estábamos bien. Ahora me
he enterado de que las mujeres no pueden parir cuando su bebé está de nalgas,
porque debe de ser peligrosísimo, y les programan una cesárea en la semana 39,
antes de que se puedan poner de parto, y pienso: “Madre mía, estoy viva de
milagro”. Hasta aquí el tono irónico del relato.
Ni mi hermana ni yo
llegamos a pesar 2 kilos, entonces nos llevaron inmediatamente a la incubadora
y pasamos allí un mes, hasta que tuvimos el peso adecuado. Ahora me han contado
que cuando nacen los bebés, si todo está bien, los ponen en piel con piel con
sus mamás, porque es lo más saludable para ambos y el inicio de la lactancia es
mejor... y vuelvo a dar gracias al pensar que “estoy viva de milagro”.
Mi madre siempre nos ha
contado que no pudo darnos el pecho mucho tiempo porque los pediatras a los que
acudía coincidían en que necesitábamos una ayuda con el biberón, porque su
leche no era buena y no tenía suficiente cantidad y de esta manera no íbamos a
coger suficiente peso, porque además eramos dos. Hace poco leí sobre todos los
riesgos que corren los bebés que no toman leche materna y pienso: “Madre mía,
estoy viva de milagro”.
Por Rebeca López Herrero
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