En abril de 1932 la Ciudad de Buenos Aires amaneció cubierta del mismo polvo blanco que hoy afecta a San Martín de Los Andes y Bariloche.
El 10 de abril de 1932 entró en erupción el volcán chileno Quizapú y las cenizas que soltó fueron arrastradas por el viento hasta la Patagonia argentina, La Pampa, e incluso llegaron la Ciudad de Buenos Aires. A casi ocho décadas de aquel fenómeno inusual, los porteños se preparan para recibir los restos de la erupción del Puyehue que ya bañaron a la Patagonia y al sur bonaerense.
En aquel abril de la década del '30, el Servicio Meteorológico había anunciado un día despejado pero el cielo estaba completamente tapado y las calles grises cubiertas de ceniza. Obviamente, los instrumentos de medición de hace casi ochenta años no eran tan precisos como las computadoras del siglo XXI.
“Era un fenómeno extraño, nunca se había dado, el único fenómeno similar que había ocurrido en aquel tiempo fue una nevada. Aparte no hubo ningún tipo de alerta”, asegura a 26noticias.com.ar el historiador Daniel Balmaceda.
Sin embargo, lo más curioso de aquella situación, relata Balmaceda, es que “rápidamente se corrió la voz de que podía servir como un pulidor para limpiar ollas y cacerolas entonces las amas de casa comenzaron a juntarlo en latas, mandaban a los chicos a hacerlo”.
Para evitar que haya miedo en la población, las autoridades se apresuraron a explicar por la radio este curioso fenómeno. “No hubo miedo porque rápidamente se informó por radio de qué se trataba. Sólo se hizo un poco de prevención en hospitales porque el polvo podía afectar la vista o la respiración. Hubo algunos casos que se atendieron pero fueron menores. Todo se manejó con mucha calma”. En 1932 faltaban casi 20 años para que llegara la televisión al país. La radio a galena era el medio de comunicación masivo más popular. Los diarios salían en varias ediciones. Eso era todo lo que tenía la gente para informarse y por eso el “boca a boca” y los rumores estaban a la orden del día. ¿Alguno habrá pensado que se venía el fin del mundo?
El último volcán chileno que había entrado en erupción fue el Chaitén el 2 de mayo de 2008. Las cenizas de ese fenómeno geológico apenas llegaron con cierto espesor a la ciudad de Mar del Plata. Distinto fue el caso del Hudson que entre el 8 y el 15 de agosto de 1991 dejó destozada a la ciudad de Los Antiguos. En ese entonces, este tranquilo pueblo santacruceño sufrió el éxodo de muchos de sus habitantes.
En la tarde del lunes siguiente a la erupción del Puyehue, el gerente del Servicio Meteorológico Nacional, Luis Rosso, explicó que las cenizas del volcán arribarán a la Capital Federal. "Las cenizas llegaron a Bahía Blanca, Mendoza, La Pampa y de a poco van a transitar por la provincia de Buenos Aires. Mañana la nube de cenizas volcánicas llegará a la Ciudad", anticipó.
En definitiva, aquella la extraña lluvia de cenizas no tuvo mayores consecuencias negativas para los habitantes de la ciudad; apenas quedó como un curioso recuerdo que incluso inspiró a Benito Quinquela Martín para pintar un cuadro.
Las cenizas que se esperan para este martes quizás no sean tantas como en aquella tarde de otoño de 1932 aunque seguramente, alguna abuela porteña memoriosa que ya haya soplado más de 90 velitas estará mirando por la ventana de su hogar y con algo de nostalgia recordará cuando su madre abrió la puerta y en la calle -quizás todavía de tierra o a lo sumo de un flamante empedrado- recogió ese “puloil natural” que la Naturaleza le había mandado desde Chile. Y las cacerolas quedaron brillantes, con el gris que hoy tiñe a la Patagonia...
Por Federico Millenaar - Mariano Fernández
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