En esta etapa del desarrollo infantil, el bebé advierte que es alguien distinto de su mamá y cada vez que está lejos de ella siente la separación. Cómo atravesarla de la mejor manera tanto para él como para la familia.
Alrededor de los ocho meses se produce un hito importante en el desarrollo del bebé. El psicoanalista inglés René Spitz fue el primero en teorizar acerca de este tema y lo llamó "la angustia del octavo mes", una etapa en que el niño comienza a discriminar entre el todo y su madre, el mundo externo y su propio cuerpo. Puede que comience algo antes, o inclusive después, pero esta etapa de angustia sucederá, sin lugar a dudas.
En ese momento, puede que el bebé se muestre receloso frente a personas desconocidas o incluso ante aquellos conocidos que hasta hace un instante podían tenerlo en brazos o acercarse. Es casi seguro que comience a llorar de una manera diferente y que reclame todo el tiempo la presencia de su mamá. En especial, de noche.
-Hay una combinación de elementos que suceden en esta etapa -explica la licenciada Felisa Lambersky, psicóloga e integrante de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)-. Por un lado le han salido los dientes y posiblemente no mama como antes, porque ya en su alimentación cotidiana hay incorporación de otras comidas. En este período, además, muchos chicos comienzan a gatear. Es decir, puede desplazarse y comer por su cuenta. Pero lo más característico de la etapa es que comprende que es 'alguien' distinto de su madre y esto le produce invariablemente una gran angustia, un miedo frente a la separación".
Esta es la etapa, añade la psicóloga, en que el bebé demuestra actitudes diferentes frente al resto de las personas. Puede volverse menos sociable y rechazar el contacto con todos aquellos que no sean su mamá. Tiene temor al abandono y por eso la reclamará mucho más y en todo momento.
No siempre es fácil atravesar este período, que puede extenderse entre dos y seis meses, porque el bebé estará más demandante y solamente "mamá" podrá calmar su angustia. "Una forma de no angustiarlo más todavía es comenzar a jugar con él a aparecer y desaparecer -añade la psicoanalista-. Eso puede resultarle divertido y le ayudará a incorporar la idea de que las personas pueden 'estar' aunque no aparezcan ante su vista". No se recomienda en esta etapa que la mamá se vaya bruscamente de la casa y tampoco es aconsejable irse sin que él o ella lo vean: la idea (y el desafío) es que vaya acostumbrándose a que mamá se va... pero vuelve.
En muchos casos, puede ser útil que el bebé disponga de algún "objeto de transición" (una teoría desarrollada por un psicoanalista y pediatra inglés, Donald Winicott), que puede ser un osito, cualquier juguete, una sabanita y al que éste define como "el pecho materno, o el objeto de la primera relación"
La licenciada Lambersky dice que el objeto transicional "es clave y que esta pertenencia deberá acompañarlo durante el proceso de separación de su madre, porque le ayudará a no sentirse solo y a superar la angustia". Un momento crucial en esta etapa es el sueño, ya que seguramente no dormirá de corrido toda la noche, por más que antes hubiera alcanzado ese logro. "Es muy común que un bebé que dormía toda la noche, en esta etapa se comience a despertar llorando -añade el doctor Martín Gruenberg, médico pediatra-.
La respuesta debe ser ir rápido a su habitación y contenerlo, pero atención: hay que tratar de calmarlo modificando lo menos posible el medioambiente. Esto significa no sacarlo de la cuna y llevarlo a la cama de los padres, sino calmarlo dentro de su cuarto y lograr que se vuelva a dormir. Si, en cambio, con el reclamo consigue ir a la cama con los papás, por ejemplo, una vez atravesada esta etapa de angustia por la separación puede continuar despertándose porque la respuesta que le dieron le resultó gratificante y esto posiblemente traerá aparejado algún trastorno en el sueño".
En ese momento, puede que el bebé se muestre receloso frente a personas desconocidas o incluso ante aquellos conocidos que hasta hace un instante podían tenerlo en brazos o acercarse. Es casi seguro que comience a llorar de una manera diferente y que reclame todo el tiempo la presencia de su mamá. En especial, de noche.
-Hay una combinación de elementos que suceden en esta etapa -explica la licenciada Felisa Lambersky, psicóloga e integrante de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)-. Por un lado le han salido los dientes y posiblemente no mama como antes, porque ya en su alimentación cotidiana hay incorporación de otras comidas. En este período, además, muchos chicos comienzan a gatear. Es decir, puede desplazarse y comer por su cuenta. Pero lo más característico de la etapa es que comprende que es 'alguien' distinto de su madre y esto le produce invariablemente una gran angustia, un miedo frente a la separación".
Esta es la etapa, añade la psicóloga, en que el bebé demuestra actitudes diferentes frente al resto de las personas. Puede volverse menos sociable y rechazar el contacto con todos aquellos que no sean su mamá. Tiene temor al abandono y por eso la reclamará mucho más y en todo momento.
No siempre es fácil atravesar este período, que puede extenderse entre dos y seis meses, porque el bebé estará más demandante y solamente "mamá" podrá calmar su angustia. "Una forma de no angustiarlo más todavía es comenzar a jugar con él a aparecer y desaparecer -añade la psicoanalista-. Eso puede resultarle divertido y le ayudará a incorporar la idea de que las personas pueden 'estar' aunque no aparezcan ante su vista". No se recomienda en esta etapa que la mamá se vaya bruscamente de la casa y tampoco es aconsejable irse sin que él o ella lo vean: la idea (y el desafío) es que vaya acostumbrándose a que mamá se va... pero vuelve.
En muchos casos, puede ser útil que el bebé disponga de algún "objeto de transición" (una teoría desarrollada por un psicoanalista y pediatra inglés, Donald Winicott), que puede ser un osito, cualquier juguete, una sabanita y al que éste define como "el pecho materno, o el objeto de la primera relación"
La licenciada Lambersky dice que el objeto transicional "es clave y que esta pertenencia deberá acompañarlo durante el proceso de separación de su madre, porque le ayudará a no sentirse solo y a superar la angustia". Un momento crucial en esta etapa es el sueño, ya que seguramente no dormirá de corrido toda la noche, por más que antes hubiera alcanzado ese logro. "Es muy común que un bebé que dormía toda la noche, en esta etapa se comience a despertar llorando -añade el doctor Martín Gruenberg, médico pediatra-.
La respuesta debe ser ir rápido a su habitación y contenerlo, pero atención: hay que tratar de calmarlo modificando lo menos posible el medioambiente. Esto significa no sacarlo de la cuna y llevarlo a la cama de los padres, sino calmarlo dentro de su cuarto y lograr que se vuelva a dormir. Si, en cambio, con el reclamo consigue ir a la cama con los papás, por ejemplo, una vez atravesada esta etapa de angustia por la separación puede continuar despertándose porque la respuesta que le dieron le resultó gratificante y esto posiblemente traerá aparejado algún trastorno en el sueño".
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