15 abril de 2014
Los bebés comen leche, o beben leche, como queráis
decirlo. Luego, a partir de los seis meses, empiezan a comer otras cosas y dice
la teoría o nos dicen, con las recomendaciones habituales, que lo mejor es
empezar con comida triturada, con las papillas, para que la traguen sin
masticar, como hacen con la leche.
Sin embargo, cuanto más pasa el tiempo y más
aprendo acerca de la lactancia materna y de los niños que maman, más me doy
cuenta de que la mayoría de niños, si les
dejáramos, pasarían "de la teta a los macarrones". De
hecho, muchos ya lo hacen con una habitual indirecta (o directa), que consiste
en atrapar el triturado en su boca y escupirlo ipso facto en
plan ¿y esto cómo se mastica?
La lactancia
materna prepara la masticación
Parece mentira, pero no lo es. La lactancia
materna, el modo en que se succiona la leche del pecho de una madre, prepara al bebé para luego poder masticar la comida,
incluso sin dientes. Claro, no hablamos de darle al niño un cacho de pan duro y
esperar que lo mastique, pero cosas blandas como trozos de fruta madura,
pescado e incluso carne blandita bien puede irla manejando.
Los músculos que un bebé utiliza para mamar son los
mismos que utilizará para comer, así que al hacer una cosa, está aprendiendo a
hacer la otra. Esos músculos son el
masetero, el temporal y el pterigoideo como músculos principales, acompañados
de otros accesorios que también se mueven en el momento de la succión y la
masticación.
Esos músculos principales van haciéndose fuertes a
medida que el bebé mama del pecho de su madre. Además, el gesto de mamar hace
que la mandíbula inferior, que al nacer es más corta que la superior, vaya
avanzando poco a poco desde la distancia de 1 cm por detrás, hasta la posición
correcta, a la que llega a los seis meses.
La lactancia
materna prepara los sabores
Como la leche materna coge también el sabor de lo
que la madre come, los bebés consiguen diferentes sabores a través de la
leche. Sabores atenuados, obviamente, porque se entremezclan con muchas cosas,
pero sabores que el bebé luego podrá
reconocer y aceptar más fácilmente, por haberlos probado ya antes
(si la madre ha comido lo que luego le ofrece, claro).
Llegan los seis
meses y llegan las papillas
Entonces resulta que llegan los seis meses y en vez
de aprovechar que los bebés ya saben masticar y que ya conocen muchos sabores
para darles los alimentos por separado, hacemos papillas multialimentos,
trituradas, para que no tengan que masticar y con tantos sabores dentro que es
difícil aislarlos mínimamente.
Que si no sé cuántas frutas dentro, que si no sé
cuántas verduras con carne, que si papillas con ocho cereales con sabor a cola
cao, a miel o a frutas, que si...
Y uno entonces se pregunta: ¿hace falta todo esto?
¿no nos estaremos complicando demasiado la existencia? Porque oye, en la
antigüedad no existían supermercados con papillas de bebé, ni cereales
hidrolizados ni dextrinados, ni trituradora. Existía comida y el bebé se la
ponía en la boca. Como mucho, si era algo muy duro, la madre lo masticaba un
poco previamente y luego se lo metía al bebé poco a poco en la boca. Y quizás
fuera más fácil todo, ¿no?
De la teta a los
macarrones
Pues seguro que sí, seguro que no se comían tanto
la cabeza con la comida y seguro que no tenían una hoja fotocopiada enganchada
con un imán a la nevera donde había un montón de instrucciones para conseguir
que el niño comiera.
Yo creo que seguían dando el pecho como siempre y
simplemente, cuando el bebé aceptaba la comida, le iban dando. Probablemente lo
hacían al mismo tiempo que los adultos comían, porque el ejemplo es un arma muy potente y porque ya que comían ellos, le daban al
pequeño. Nadie les decía que quitaran una toma de pecho para darles de comer,
simplemente daban las dos cosas.
Y así debería ser hoy también, porque la
alimentación complementaria no debe conseguir que un bebé deje prácticamente de
mamar, como sugieren muchos pediatras, que reducen la lactancia a dos tomas por
día, consiguiendo (si las madres hicieran caso, que lo dudo), que tomen mucha menos
leche de la que necesitan.
La leche materna es el mejor alimento que existe, así que no hay razón para menospreciarla a
partir de los seis meses, sino todo lo contrario. Debemos seguir dándole el
mérito y la importancia que merece y simplemente ir añadiendo nuevos alimentos
para que se diversifique la dieta y para que el bebé, poco a poco, vaya pasando
de la leche a la comida de los mayores, porque poco a poco se está haciendo
mayor (y poco a poco es cuestión de llegar a los doce meses aún con la leche materna
como principal alimento).
¿Cómo hacerlo
entonces?
Así que al final, si me preguntáis cómo hacerlo,
respondo con un: con naturalidad.
Tenemos al niño en una edad en que tiene curiosidad por la comida, se mantiene
sentado y es capaz de coger comida con las manos y llevársela a la boca (unos
6-8 meses). Toma pecho frecuentemente y es la hora de comer. Nos sentamos todos
en la mesa y le damos algo de lo que tenemos.
Como sabemos que le vamos a dar, ya hemos hecho la
comida un poco adaptada, o le hemos apartado algo antes de condimentarlo. En
ese instante le damos el ingrediente que sea para que coma un poco. Como no lo
ha probado nunca esperamos un día entero sin darle nada más y, si al día
siguiente se despierta bien, sin síntomas de alergia, consideramos que le sienta bien y que
podemos volver a darle cuando queramos. El segundo día, le ofrecemos otro alimento que
nunca haya probado y, si queremos, también el del día anterior al mismo tiempo
o en otro momento del día.
Y así vamos añadiendo los alimentos día a día, con
la única recomendación de dejar para los 12 meses las verduras de hoja (acelga,
espinacas, lechuga...), que captan demasiados nitritos del suelo, la leche y derivados lácteos (por ser
altos en proteínas y bajos en hierro), el marisco, que acumula mucho mercurio
(hasta los 2-3 años) y de evitar todo lo que sea pequeño y duro.
Y no tiene más secreto. Ofrecer y que el bebé coja
y se lo meta en la boca. Lo masticará, lo babeará, lo escupirá, se meterá otro
trozo, se lo tragará, un tercero quizás le atragante, entonces hará un
"ajjjjj" y lo sacará de la garganta, aprendiendo a no meterlo tan
adentro la próxima vez. Alguna vez incluso se quedará con el "ajjj"
mantenido hasta que metamos el dedo para sacarlo, porque se le habrá quedado
algo pegado al paladar.
Y estará comiendo
lo mismo que nosotros y
hará, porque nos sentiremos responsables, que decidamos nosotros comer más
variado y mejor, para que así él también coma más variado y mejor.
Así, con paciencia, poco a poco, se irá
complementando la leche materna con otros alimentos, sin necesidad de
acostumbrarles a las papillas y a no masticar para luego quitárselas y
acostumbrarles a otra cosa, que es la comida de verdad, volviendo de nuevo a
masticar, cuando ya estaban preparados para ello.
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