Antes de arrancar con el tema, quería contarles que estoy esperando a mi primer hijo. Se llama León. Deseaba compartirlo con ustedes porque, de alguna manera, me siento cerca de cada una de las mujeres que leen esta querida revista. Ahora sí, con la sonrisa dibujada me propongo continuar con la segunda parte de la nota.
En el número anterior hablamos de la organización como el eje que nos tiene que guiar y, en ese mismo sentido, vamos a hablar ahora de cómo continuar la lactancia, aún fuera de casa. Lo primero que voy a afirmar es que se puede. ¡Sí, se puede! Con constancia y voluntad, podés perfectamente seguir lactando a tu hijo.
Lo más importante es continuar estimulando los pechos para que tu producción no baje. Este tiene que ser tu norte y no la cantidad de leche que te extraigas cada vez. En base a esto, lo que debés tener en cuenta es la cantidad de horas que vas a estar fuera de casa, incluyendo las del viaje, y extraerte la misma cantidad de veces que tu bebé hubiese tomado en ese tiempo. Así vas a poder mantener la producción, que es lo que más nos interesa.
¿Cómo te extraés? En principio, buscá el lugar más tranquilo que puedas. Es necesario el correctísimo lavado de manos y los masajes al pecho con movimientos circulares y verticales descendentes antes de extraerte.
Conectate mentalmente con tu bebé. Podés ayudarte con alguna ropita con su olor, su foto o lo que quieras. Después, colocá el recipiente y comenzá. La extracción puede ser manual o con sacaleche y no te fijes cuánto estás sacando, es muy difícil llenar una mamadera. Acá lo que importa es que el pecho no pierda el estímulo. Si tenés la suerte de que el lugar sea limpio, podés conservar lo que te sacaste y mantenerlo refrigerado (recipiente de telgopor y conservante para vacunas es una opción). Sino, pedile al pediatra que te recomiende alguna leche de fórmula para que tu cachorro tome mientras vos no estás.
Todas sabemos las ventajas que tiene la leche de mamá, pero considero que la obsesión puede llevarnos a la angustia. Si se puede, maravilloso, pero si no se puede, se completa con fórmula (si ésta no es en polvo puede mezclarse con la materna) y le das pura teta cuando están juntos.
Mientras estés en casa, dale sólo teta. Una apenas se despiertan, otra justo antes de irte (aunque tome muy poquito) y apenas llegas también: lavado de manos, a la teta y el resto del mundo que espere. Y los fines de semana, por supuesto, todo el tiempo. Esto es fundamental para regularizar la producción.
Tenés que saber que con tu vuelta al trabajo puede que tu hijo comience a despertarse más seguido de noche. Él sabe y entiende todo lo que ocurre a su alrededor y es claro que sabe que ya no estás tanto en casa, por lo cual, se despertará más seguido para asegurarse de que estas ahí. Te sugiero que continúes con el colecho y que no introduzcas ningún cambio hasta que estén acomodados a esta nueva situación.
Y para finalizar, cuatro temillas importantes para empezar con el pie derecho:
• Comenzá a extraerte unos 15 días antes de volver al trabajo, para ir agarrándole la mano. Con dos veces por día es suficiente. Estas dos extracciones podés acumularlas y que alguien más se la dé con mamadera o vasito para que vaya practicando. Si se la das vos, no va a querer. Te va a buscar la teta.
• Si lo va a cuidar alguien en casa, que venga cuando todavía no empezaste a trabajar para que tu bebé se vaya habituando. Si es en algún maternal, atendé las indicaciones que te den en cuanto a la adaptación y, en lo posible, comenzá a trabajar un jueves para comenzar la separación de a poco.
• En cuanto a la conservación, la leche se puede acumular por día. No olvides fecharla. En el freezer dura 15 días y en la heladera (en el fondo, no en la puerta) entre 2 o 3, según sea invierno o verano. Para descongelarla, bajala la noche anterior o colocala bajo el chorro de agua caliente. O bien, calentá agua en la hornalla, apagala, y colocá el recipiente adentro. En todos los casos, después agitala para que vuelva a homogeneizarse.
• Guardá de a 40 o 60 ml, ya que lo que tu hijo no tome hay que tirarlo.
Sé que parece muuucho trabajo, pero la verdad no es tanto y los beneficios son enormes. Y si te quedan dudas o hay algo en el proceso que creés que puedemejorar, consultá con cualquier puericultora que te va a asesorar y apoyar en este complejo, pero satisfactorio, camino de sostener la lactancia en el tiempo. ¡Éxitos madres!
Giselle López Ponce es puericultora universitaria FUNDALAM / UNSAM
Extraído de Maternar en Tribu
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