El llanto es una forma
de comunicación de los bebés.
Los bebés necesitan comunicar sus necesidades y es
muy poco lo que pueden hacer. Es necesaria la presencia de un adulto que
establezca un vínculo de afecto con él, comprenda qué le pasa y responda
adecuadamente a esa demanda. De esa manera, el bebé aprende que para cada
sensación incómoda hay una respuesta que lo hace sentir mejor.
Entonces, por ejemplo, cuando la mamá le ofrece el
pecho si lo que siente es hambre, el bebé se satisface y aprende que ese
malestar desaparece cuando recibe alimento. Cuando ese bebé crezca y sea más
independiente, podrá pedir comida cuando tenga hambre, o agua cuando tenga sed.
Los primeros meses de
vida
Durante el primer mes de vida los bebés suelen
llorar mucho, pero hacia los tres meses, se espera que cada vez lloren menos y
empiecen a aprender a calmarse solos, o progresivamente con menos ayuda.
Hay bebés que son muy predecibles y la mamá o la
persona que lo cuida rápidamente se da cuenta de qué es lo que le pasa al niño.
Entonces, el bebé necesita llorar cada vez menos: con una pequeña queja,
rápidamente obtiene la respuesta a sus necesidades. Esos bebés suelen estar
relajados, felices, riendo a carcajadas a partir de los 4 meses
aproximadamente. Es muy importante que los bebés entre los 4 y los 7 meses
estén gran parte del día felices y sonrientes, buscando contacto social.
¿Y si llora mucho?
Hay otros bebés que lloran mucho y que no son
fáciles de calmar. En esos casos puede pasar que el bebé tenga alguna molestia
que cuesta descifrar: esto puede deberse a algún dolor, mucha sensibilidad al
ruido, a la luz, o al tacto.
También puede pasar que su mamá esté pasando un mal
momento personal, o atravesando una gran tristeza provocada por las hormonas
del embarazo. Incluso hay mamás que pueden sufrir depresión o cuadros
psicológicos más severos. Por eso, es muy importante consultar con el pediatra
cuando es difícil de calmar a un bebé.
¿Tendrá hambre?
Los bebés recién nacidos necesitan alimentarse
frecuentemente. El estómago es muy pequeño y tiene poca capacidad. A medida que
el niño crece, su estómago también lo hace, por lo que puede permanecer durante
más horas sin recibir alimento. Durante el primer mes se recomienda alimentarlo
“a libre demanda”: es decir, estar atentos a las manifestaciones del bebé y
ofrecerle el pecho cuando llora. A partir de los 2 o 3 meses ya adquirirá un
ritmo de alimentación cada 3 o 4 horas y se espera que comience a dormir más
horas de corrido, para dormir toda la noche a partir de los 5 meses
aproximadamente.
¿No lo malcriaré?
Los bebés necesitan el contacto físico para
calmarse así como los adultos necesitamos un abrazo cuando estamos angustiados.
Es un error pensar que uno “malcría” a un bebé cuando lo toma en brazos. Los
brazos del adulto funcionan como un límite y una contención que le permite al
bebé reconocer su propio cuerpo y sentirse protegido. Las caricias transmiten
seguridad y afecto. Los masajes o caricias antes o después del baño diario
funcionan como un relajante.
También es muy tranquilizador para los bebés
escuchar la voz de sus seres queridos. A veces, con solo ponerse cerquita del
bebé y hablarle con tono paciente y tranquilo, el niño se calma. Lo mismo nos
pasa cuando tenemos un familiar lejos y nos llama por teléfono ¡Qué alegría nos
da y cómo nos tranquiliza escuchar su voz!
¿Tendrá calor, o frío,
o le molestará la ropa?
A veces los adultos abrigamos al bebé porque
pensamos que puede tener frío. Y los chicos pueden ser calurosos, o friolentos,
igual que los grandes. Lo más práctico es vestirlo como lo haríamos nosotros:
en invierno, abrigarlo sólo un poquito más que nosotros y en verano, mantenerlos
frescos. No ponerles medias si hace calor.
También es importante que el bebé se sienta cómodo
con la ropa. A veces los vestimos precioso, pero también tenemos que pensar que
los bebés necesitan sentirse libres, usar ropa de textura suave y que no limite
sus movimientos, que no le aprieten el abdomen o los pies, por ejemplo.
¿Le molestará la luz,
el ruido, el movimiento?
Si uno mira atentamente las reacciones del bebé
puede reconocer si está inquieto o si pone cara de desagrado. A partir del
nacimiento y a través del contacto permanente con su bebé, la mamá y los
familiares más cercanos van descubriendo sus características particulares y van
aprendiendo a conocer sus necesidades y las cosas que hace para comunicar lo
que le pasa.
Hay que ofrecerle consuelo
siempre
El bebé llora como una forma de comunicarnos que
algo le sucede y que tiene una incomodidad. Dejarlo llorar sin calmarlo crea
sensación de desesperanza. El bebé no tiene manera de calmarse solo. Puede
hacerlo por agotamiento, pero no le estamos enseñando a conocerse y calmarse.
Un último consejo:
paciencia
A veces pasa que estamos muy cansados y
desbordados. Cuando sentimos que no podemos calmar al bebé, lo mejor es
respirar hondo y pedir ayuda. Tal vez alguien con más paciencia en ese momento
logre resolver su necesidad.
Comité Nacional de Crecimiento y
Desarrollo
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