El título de este libro, las
Hijas de Hirkani, se inspiró en un antiguo cuento de la India. Hirkani, mujer, madre,
y distribuidora de leche vivió en las cadenas montañosas del Ghats Oeste de la
India durante el siglo 1600. A pesar de que su historia se desarrolló hace más
de cuatrocientos años, Hirkani no es diferente de las mujeres de hoy día ya que
enarbola el mismo instinto materno para superar desafíos para sus hijos. Se ha
debatido si Hirkani fue una historia real o una leyenda. Una cosa es segura: su
instinto materno fue real, biológico y ciertamente, universal.
La vida de Hirkani se desarrolla
en un momento de la historia de la India cuando el poderoso líder Rey Shivaji
reinaba desde la capital hacia lo alto. Dentro de los muros del fuerte del Rey
Shivaji comenzó el evento que situó a Hirkani en el corazón de este libro. A
pesar de que es famosa en la India, el mundo no ha escuchado hablar de esta heroína.
Es tiempo que otros aprendan esta leyenda materna que se conoce en su tierra
natal como “una joya de las montañas”.
Aquí está la historia de Hirkani como
nos fue contada por un pediatra de la India el Dr. Prashant Gangal.
Hirkani fue una repartidora de
leche que vivió en un pequeño pueblo en las faldas de Raigad con su marido y su
hijo. Ella y su marido poseían ganado y sus ingresos provenían de la venta de
la leche de sus vacas. Su historia comienza durante una luna llena en el mes
Hindú de “Ashwin”, un tiempo llamado “Kojagiri Poornima”. Era un tiempo para celebraciones
jubilosas e unificadoras ya que los agricultores habían finalizado la cosecha.
Naturalmente, que los ánimos estaban altos en estos tiempos de abundancia,
especialmente en el reino del Rey Shivaji.
La ocasión demandaba extraordinarias
cantidades de leche para la cocina del palacio por lo que las repartidoras de
leche de la vecindad habían recibido instrucciones con antelación para viajar al
fuerte a entregar más leche. Hirkani nunca había visitado la capital antes; el viaje
le daría la ocasión de hacerlo. Había escuchado impresionantes historias de
palacios maravillosos, de un gran mercado y de muchas pompas y esplendor
acordes con la capital del reino. La noche anterior a su viaje, soñó con todo
lo que había escuchado. Sin embargo, había algunos obstáculos que harían este
viaje de negocios algo difícil. Su marido estaba fuera en una expedición
militar y no había nadie para cuidar de su pequeño. Además, debía organizar su
viaje en el intervalo de tres o cuatro horas entre las sesiones de amamantar.
Era una perspectiva atrayente y su familia necesitaba el dinero, por lo que hizo
arreglos para viajar. La tarde siguiente, Hirkani amamantó a su pequeño
abundantemente, lo acostó a dormir y lo dejó con amigos de la familia.
Con emociones encontradas, se dispuso
a cumplir su misión. El viaje implicaba caminar unas pocas millas hasta la
entrada del fuerte y luego escalar 1,250 pies (420 metros) hacia arriba, con
adicionales 1,460 escalones para alcanzar la puerta principal del fuerte. El
palacio que había dentro estaba a media milla alejado de la puerta principal, y
la calle que llevaba hacia él pasaba por un animado mercado. Cubrir esta
distancia de un lado a otro con las pesadas jarras de leche era difícil y
parecía más complejo por el hecho que Hirkani tenía poco tiempo.
Por razones de seguridad las
puertas del fuerte se cerraban a la hora de la puesta del sol y no se volvían a
abrir hasta la mañana siguiente. Hirkani tenía miedo de ver lo que antes
solamente había soñado.
Entregaron la leche en el palacio
y ella y las demás repartidoras de leche recibieron su pago. Naturalmente, el
área estaba congestionada ese día y Hirkani terminó separada de sus amigas. Las
buscó en vano.
Finalmente, decidió emprender
sola el regreso a casa. Sin embargo, con la multitud y la confusión, no logró
encontrar su camino hacia las puertas principales. Hirkani había perdido tiempo
muy valioso.
Pronto se asustó al escuchar a
los cañones sonar, estos indicaban que las puertas pronto se cerrarían. A cada
disparo que escuchaba, Hirkani corría más rápido. Cuando logró alcanzar la
puerta principal, era demasiado tarde. Las enormes puertas se cerraron bajo
llave. Hirkani rogó a los guardias que le abrieran pero sus suplicas fueron vanas.
Las puertas solo podían abrirse por orden del Rey Shivaji. El imaginarse a su
bebé, ahora hambriento en el pueblo de abajo, la hizo sollozar. Su blusa estaba
mojada de leche. Continuó llorando y finalmente los guardias accedieron a
llamar al oficial a cargo, quien iría a ver al rey para intentar obtener el
permiso para abrir las puertas.
El tiempo pasó y Hirkani se puso más
y más nerviosa. Todo estaba tomando mucho tiempo. El cielo estaba oscuro y la
luna llena reflejaba la preocupación o en su rostro. Su instinto materno la llevó
a explorar otra vía de salida, quizás una menos convencional. Se marchó de la
puerta principal y continuó caminando dentro del fuerte buscando una vía de
escape. Finalmente, encontró un lugar sin guardias. A lo lejos abajo en el
valle podía vislumbrar las luces de su pueblo.
Era imposible; se sentía
angustiada separada de su pueblo y de su hijo. Pero había una pendiente
vertical que subía por más de 1000 pies (330 metros) de las profundidades de
abajo. Ni siquiera el mejor soldado de la armada del Rey podría aventurarse
hacia abajo, era una muerte segura. Mientras esperó, Hirkani no vio otra cosa
sino el rostro de su hijo y no escuchó sino su llanto. La luz de la luna llena
no le ayudaba pues la pendiente vertical estaba del otro lado. A pesar de ello decide
hacerlo. Comienza a descender y arbustos espinosos y piedras filosas cortan su
piel, infligiendo heridas y dolor. Continuó su descenso con gran determinación
hasta que no sintió más nada. Para cuando llegó abajo, sus ropas estaban en
jirones y sus piernas temblaban.
Corrió hacia su choza y tomó en
sus brazos a su bebé, sosteniéndolo cerca de su pecho. Era casi la media noche,
y la felicidad descendió sobre la pareja madre-hijo así como los dioses
poblaron el cielo para ver la maravilla de la tierra.
En el fuerte del Rey Shivaji, la
conmoción había comenzado. El Rey había ordenado a los guardias que abrieran
las puertas, pero estos no lograron encontrar a la madre desesperada. Antorchas
especiales se encendieron para buscarla. La búsqueda finalizó junto a la jarra
vacía al borde de un precipicio. El rey se quedó horriblemente disgustado al escuchar
las noticias y asumió que la joven madre había muerto. A la mañana siguiente,
los caballos reales fueron enviados abajo para informar a su familia. Llegaron
para escuchar el cuento de coraje que Hirkani había vivido. El Rey Shivaji
estaba muy impresionado con esta hazaña y Hirkani fue apropiadamente honrada.
El pueblo donde vivió todavía existe hoy día y se llama el pueblo de Hirkani;
en su honor.
Las mujeres en las historias que
ustedes están a punto de leer son, de tantas formas, las Hijas de Hirkani. En el
siglo veintiuno ellas también están sobrellevando obstáculos para trabajar y
amamantar a sus bebés. Ellas también están buscando sus propios caminos alrededor
de las puertas que las personas cerraron delante de ellas. Y ellas también, están
ansiosas, temerosas y extrañan a sus hijos e hijas. Algunas historias, comparten
el drama de Hirkani; otras hablan con una silenciosa calma. Todas son historias
de mujeres evaluando sus opciones a través de trepidaciones y latidos de
corazón y, al final con coraje toman el camino que mejor funciona para sus
familias.
Hirkani, nuestra amiga de siempre,
sabía bien la dificultad de encontrar un equilibrio con cada uno de los
peldaños que tomó cuando descendió, despacio, pero firmemente la montaña.
"Las Hijas de Hirkani: mujeres que escalaron
montañas para combinar Amamantar y Trabajar"
Compilado y editado por Maria Castells-Arrosa y
Mariana de Petersen. LLLI
Para leer más historias ir al
link
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola, si leíste el post, seguro tenés algo que comentar, pues hacelo!!!