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Septiembre 2009
Llevo
días sugiriendo que los bebés pueden comer solitos y hoy voy a entrar un poco
más en el tema. Con los
estudios que ya comenté de Davis y otros, vimos que los niños son capaces de
comer la cantidad necesaria de alimentos y lo que es más importante y sorprendente,
son capaces de adecuar la calidad de los mismos a sus necesidades.
Desde
hace un tiempo se está extendiendo una modalidad de alimentación llamada
“Baby-led Weaning“, que vendría a traducirse como “destete dirigido por el
bebé”, aunque como en España el destete viene a significar otra cosa, se podría
decir que es la “introducción de la alimentación complementaria guiada por el
bebé”, o lo que es lo mismo, que el niño adopte la alimentación complementaria
en base a sus necesidades y gustos.
Viendo
esto, que los bebés son capaces de alimentarse por sí mismos, uno se pregunta
cuál es el papel de una madre o un padre ante un bebé totalmente capacitado.
La
respuesta es simple. Lo mejor que podemos hacer es poner a su alcance alimentos
adecuados a nivel nutricional y variados, para que ellos elijan qué y cuánto
comer.
Estas
recomendaciones nacen de Gill Rapley, nutricionista y directora adjunta de la
Iniciativa de Hospitales Amigos de los Niños (IHAN) de UNICEF en Reino Unido.
Según
Rapley, y acogiéndose a las recomendaciones de la OMS que ya comentamos hace
unos días, lo ideal es iniciar la alimentación ofreciendo al bebé alimentos de
fácil masticado que formen parte de la dieta de los padres. De esta manera, al
comer lo mismo, son menos propensos a tener problemas de aceptación de sabores
y de texturas con la comida.
Se
trata de aprovechar la curiosidad innata de los bebés, su deseo de explorar y
experimentar y la capacidad que tienen de imitar a los adultos para que vayan
probando diversos alimentos tal y como son.
De
esta manera la transición de la leche a la comida se hace de un modo natural,
ya que todo sucede al ritmo de los pequeños y en base a sus capacidades, deseos
y necesidades.
Los
niños a los que se les permite decidir tienden a ser menos exigentes y se ha
visto que llegan incluso a evitar algunos alimentos que, valorándolo
posteriormente, les habrían producido intolerancias.
Pero si le doy comida se atragantará ¿no?
Este
tipo de alimentación genera la lógica duda en los padres de si su hijo no se
ahogará comiendo de esta manera. En principio si el niño se mantiene solo en
posición vertical y es capaz de coger los alimentos con sus manos y llevarlos a
la boca tiene la capacidad de masticar (aunque no tenga dientes) y podrá
desplazarlos a la parte posterior de la misma para tragarlos sin problemas (eso
no quita que haya que vigilarlos mientras comen).
La
capacidad de coger cosas pequeñitas llega más adelante, es por ello que un niño
que se alimenta de lo que él coge no se puede atragantar con cosas pequeñas
porque no tiene la habilidad necesaria para cogerlas y soltarlas en la boca.
Los
bebés de 6-8 meses agarran las cosas con la mano entera y, como mucho, haciendo
pinza con los dedos pulgar e índice entero (pinza inferior). Con este modo de
coger las cosas sólo pueden comer (o chupar) lo que sobresale de sus puños, por
eso les va mejor coger trozos muy grandes que trozos pequeñitos, que no sabrán
cómo comer.
La
carne, por ejemplo, es mejor ofrecerla en filete, ya que así lo pueden coger
entero e ir chupando la parte que sobresale. En el momento en que son capaces
de coger los alimentos y soltarlos en la boca es mejor ofrecerles carne picada.
Dicho
de otro modo, según Rapley, lo ideal es empezar con trozos grandes, del tamaño
del puño del bebé y un poquito más, ya que ese poquito más será lo que el bebé
comerá, roerá o chupará.
Alimentos
ideales para empezar pueden ser la pera o la manzana, cortadas en rodajas muy
finas, que si están un poco maduras las puede deshacer bastante bien en la
boca, el brócoli, ya que agarran el tallo con su mano y comen el resto, un
filete pequeño de carne, una zanahoria hervida, patata…
De
todas formas tampoco pasaría nada si le ofrecemos guisantes, arroz o garbanzos.
Si son pequeños y no están preparados, se pelearán con ellos más que comérselos
(los atraparán en la mano y no sabrán como abrirla para meterlos en la boca) y,
si consiguen hacerlo entrar en la boca, probablemente ya están preparados para
masticarlos.
¿Y si lo consigue pero no está preparado?
Pues
hay tres opciones, una que se lo coma perfectamente, otra que se atragante,
haga un “arggg” y la comida vuelva a la boca para volver a ser masticada y la
última que nos asustemos y ante la duda saquemos el trozo con el dedo como
cuando se meten algún objeto pequeño.
Ventajas
Los
niños aceptan mejor las diferentes texturas y sabores, tienden a aceptar más
alimentos y sus menús son muy similares a los de los adultos. Esto es porque
además de fijarse en el sabor, la temperatura y la textura por la boca, pueden
fijarse en el color, en la forma, en el tacto, en la temperatura al tocarla, en
qué pasa cuando golpeas los alimentos contra la mesa, etc.
Comen
a demanda, la cantidad que sus cuerpos les piden y eligen el alimento que puede
aportar más según los requerimientos nutricionales de cada momento.
Como
es su propia curiosidad la que les lleva a probar alimentos, son ellos los que
deciden qué y cuánto comer, qué les gusta y qué les disgusta y se fomenta la
autonomía de los bebés.
Al
comer los alimentos por separado, conoce todas sus características de forma
aislada, así el plátano sabe a plátano, los guisantes a guisantes y la carne a
carne. Con las papillas, en cambio, deben asimilar un sabor extraño que
probablemente no volverán a probar jamás
Pueden
comer lo mismo que comen los adultos, por lo que puede sentarse a la mesa con
ellos y ser uno más. De esta manera no hace falta tener que andar con papillas
de aquí a allá, podemos ir como invitados a comer sin tener que preparar nada y
en caso de urgencia podemos comprar un plátano o alguna otra cosa para que se
la coman.
Los
niños no se acostumbran a las papillas y triturados (textura que los adultos no
solemos utilizar) y se aprovecha el periodo que hay entre los 6 y los 12 meses
(aproximadamente) en que tienen una curiosidad impresionante hacia cualquier
cosa. Pasado ese momento van perdiendo las ganas de aprender y probar cosas
nuevas y es más probable que se acostumbren a los triturados y que lleguen a
una edad más avanzada sin querer probar trozos y queriéndolo comer todo en
papilla.
Desventajas
No
todos los alimentos pueden ofrecerse de este modo a los niños. En caso de que
algún niño precise algún tipo de alimento concreto (normalmente en caso de
necesitar una dieta especial por algún tipo de patología) puede hacerse una
papilla en una de las tomas para añadir aquellos alimentos necesarios.
En
el caso de bebés sanos, la leche es el alimento principal hasta el año, por lo
que no importa demasiado que no coma ciertos alimentos.
Otra
desventaja es lo que hace tres párrafos era una ventaja, que es una manera de
comer sucia, muy sucia. El bebé come con las manos y mordisquea y succiona los
alimentos. Todo ello hace que él mismo, la ropa y la trona acaben llenitos de
comida.
Provoca
desconfianza: Aunque ya he explicado que es normal que a veces hagan alguna
arcada e incluso que se atraganten, pues están aprendiendo (con las papillas
también suele suceder al principio), muchas madres recelan o no se atreven a
alimentar a sus hijos de esta manera. Lo ideal es ofrecer de inicio los
alimentos de una manera más bien asequible y a medida que veamos que están más
preparados se les puede ir dando comida más sólida.
Cuándo
no debería llevarse a cabo
Este
sistema no debería utilizarse en bebés con historial de intolerancias a
alimentos, alergias o si es prematuro. Es cierto que a veces rechazan algunos
que les habrían producido intolerancia, pero en el momento en que un niño
padece algún tipo de intolerancia, el control debería pasar a manos de los
médicos, que decidirán cuándo es el momento idóneo para ofrecer nuevos
alimentos.
Hasta
que no lo vea…
Hay
quien piensa, cuando lee o escucha algo relacionado con dejar a los niños comer
por ellos mismos alimentos semisólidos, que es algo improbable o extremadamente
peligroso. Es por ello que os pongo unos vídeos que pueden servir de muestra.
En
YouTube hay algunos vídeos con los que os podéis hacer una idea, pero he
encontrado unos de un niño en concreto, Olivier, cuyos padres fueron grabándole
mientras comía desde los seis meses.
En
el primer vídeo Olivier tiene 5 meses y 24 días y podemos verle comiendo
zanahoria y patata hervidas. Si os fijáis hay un momento en que un trozo
demasiado grande de zanahoria se acerca a la garganta, Olivier hace una
“semiarcada”, saca la zanahoria del lugar donde no debería estar y sigue
comiendo.
En
el siguiente Olivier tiene 7 meses y 11 días y podemos ver como se come un
plátano:
Y
en el último que os pongo, en que Olivier tiene 7 meses y 12 días, vemos como
come algo así como un bocadillo de pan de molde (no sé si hay algo dentro):
Si
queréis ver más vídeos del pequeño Olivier comiendo podéis hacerlo aquí.
Por mi parte os emplazo a que leáis dentro de unos días una guía con consejos
para llevar a cabo el “Baby-led Weaning”.
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