20 de agosto de 2014 | 19:00 CET
Lola
Rovati
Editor en Bebesymas
Al conocer cómo se desarrolla el cerebro
del bebé hemos sabido que se va moldeando según el entorno y los cuidados que
recibe, especialmente en base a la interacción con su figura de apego,
generalmente la madre.
Hoy os quiero enseñar un vídeo de un
interesante estudio que analiza cómo influye el entorno en el desarrollo del
bebé y resalta la importancia del contacto visual con el bebé, y por
qué es fundamental en nuestra sociedad mirarlo a los ojos, hablarle y sonreírle.
Investigadores alemanes observaron la forma de interactuar de varias mujeres
con sus bebés en Alemania y Camerún, y encontraron diferencias sorprendentes.
Cómo se relacionan las madres de
diferentes culturas con sus bebés
Las madres alemanas, y las madres del
mundo occidental en general, sostienen a sus bebés de forma que estos les
puedan ver la mayor parte del tiempo, establecen contacto visual con
sus bebés y les sonríen. Al sonreírles, los pequeños responden a su sonrisa
y la refuerzan. Es un gesto de alegría de la madre que el bebé repite, uno de
los momentos más bonitos para una madre (y un padre, claro).
Esto hace que conecte de una
forma especial con su madre y fomenta a muy temprana edad el proceso
de individualización de los niños.
En cambio en Camerún, así como en otras
culturas, no se le da tanto valor a estimular el bebé para hacerle sonreír. Las
madres cargan a sus bebés todo el tiempo, incluso mientras hacen las tareas
diarias, pero sin establecer contacto visual con ellos. Van
cargados en la espalda de la madre o miran hacia el entorno mientras ellas
hacen alguna tarea. Tienen que girar la cabeza para mirarla.
Los investigadores hallaron que cuando el
bebé tiene dos meses, madre e hijo se miran cinco veces menos que
en las culturas occidentales.
No quiero decir con esto que una cosa
esté bien y la otra mal, o que una madre trate a su bebé con menos cariño que
otra. Son diferentes formas de interactuar con el bebé, influenciadas
por la cultura donde viven.
Sin embargo, las investigaciones
demuestran que la interacción con las figuras de apego a edades tempranas, las
sonrisas, las miradas, las caricias, nutren al bebé y estimulan su
desarrollo emocional, tan importante para la sociedad en la que vivimos.
La prueba del espejo
También son interesantes las diferencias
sobre la concepción de sí mismos como individuos que muestran
los bebés en uno y otro sitio. Para ello se les hizo una prueba muy sencilla:
la prueba del espejo.
Se les colocó un punto rojo en la cara
para detectar si se reconocían a sí mismos en el espejo o si simplemente veían
a un niño del otro lado. Y también fueron muy curiosas las conclusiones.
En occidente, los niños se reconocen en
el espejo a una edad promedio de un año y medio, mientras que en
Camerún descubren su individualidad seis meses más tarde.
Individuos y comunidad
Los bebés europeos, que nos parecen
alegres y espabilados, en el Camerún rural estarían vistos como bebés
sobreexcitados. Por el contrario, un bebé de Camerún aquí se consideraría
pasivo.
Lo curioso es cómo influye el entorno en
el desarrollo del niño desde que nace. A diferencia del mundo occidental, donde
se fomenta la orientación individualista, a los bebés de los pueblos de Camerún
no se les fomenta el desarrollo de la individualidad a edades tan tempranas,
puesto que la comunidad está en primer plano, y no el individuo.
En nuestra sociedad, establecer
contacto visual con el bebé es fundamental. Hablarle mirándole a los ojos,
sonreírle y que nos devuelva una sonrisa es el regalo más bonito que nos puede
hacer.
Vía | DW
Fotos | Thinkstock
En Bebés y más | La
sonrisa del bebé es universal,
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