11 de febrero de 2014 | 13:08 CET
Lola
Rovati
Editor en Bebesymas
La OMS recomienda la lactancia materna
exclusiva durante los primeros seis meses de vida, y a partir de ese momento
complementarla con alimentos sólidos hasta los dos años, o más, el tiempo que
mamá y bebé deseen.
Un falso mito en torno a la leche materna
es que con el tiempo “ya no alimenta”, pero esto no es cierto. La lactancia
materna aporta los nutrientes que el bebé necesita en cada momento y además, al
prolongarla, favorece la maduración de áreas relacionadas con la inteligencia.
Así lo han demostrado diferentes estudios
realizados con técnicas de neuroimagen, los cuales han demostrado también que
la oxitocina juega un papel fundamental en el periodo de lactancia entre madre
e hijo.
Según la doctora Ibone Olza, psiquiatra
infantil del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda (Madrid),
“La liberación pulsátil de esta hormona
produce en la madre sentimientos de amor hacia su hijo, así como de bienestar,
confianza o autoestima y en el lactante produce relajación, serenidad y un
mayor interés por las relaciones sociales”.
La elevación de los niveles de oxitocina
en el cerebro del bebé, implican, a su vez, una serie de cambios
neuroanatómicos que perduran con el tiempo y permiten que, llegada la edad
adulta, se replique la actitud de apego para con sus descendientes.
Por su parte, la lactancia prolongada
facilita una mejor comprensión del lenguaje y visión espacial. En este sentido,
los niños alimentados con leche materna durante más tiempo presentan mayor
facilidad en funciones ejecutivas, planificación, inteligencia social y
emocional y con el lenguaje e incrementa su interés por las relaciones
sociales.
Con la lactancia materna todas son
ventajas, y cuanto más tiempo pueda darse, mejor. Cuando no es posible y la
lactancia tiene que ser artificial, los pediatras recomiendan que los bebés
alimentados con biberón reciban la estimulación e interacción que proporciona
la lactancia para facilitar un desarrollo saludable.
Aconsejan que sea solo la madre la que dé
el biberón y si no es posible, intentar que sean solo dos o tres personas,
siempre las mismas, las que se ocupen de su alimentación. Sugieren hacerle
masajes, portear al bebé, hacerle cosquillas y caricias para potenciar en el
bebé la liberación de las mismas sustancias beneficiosas que produce la
lactancia materna.
Vía | El Digital
Foto |
Mothering Touch en Flickr CC
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