lunes, 29 de abril de 2013

¿Conoces qué es la resiliencia?


¿Cómo se enfrenta la gente a las situaciones difíciles? ¿Qué es aquello que nos permite adaptarnos a situaciones traumáticas como la pérdida de un ser querido, un trabajo, o incluso cuando nos anuncian que tenemos una enfermedad grave? La respuesta a por qué nos adaptamos, se llama resiliencia.

¿Qué es la resiliencia?

La resiliencia es la capacidad de afrontar las adversidades y lograr adaptarse ante las tragedias, los traumas, las amenazas o el estrés severo.

Que seamos resilientes no significa que no experimentemos dificultades o angustias, ya que en algún momento de nuestras vidas todos sentimos tristeza, incertidumbre, malestar o dolor, ya sea físico o emocional, sino que a pesar de todos los obstáculos que se nos presenten y el gran impacto que tengan las situaciones en nosotros, aun así, somos capaces de sobreponernos e ir adaptándonos bien a lo largo del tiempo.

Todos en cierta medida hemos podido ser resilientes en algún momento de nuestras vidas, pero sobre todo en la actualidad, debido al crítico momento económico que nos afecta, podemos decir que hay muchas personas resilientes.

Además, la resiliencia no es algo que podemos tener o no, sino que son un conjunto de pensamientos, emociones y conductas que pueden ser aprendidas y desarrolladas por cualquier persona.

 ¿Qué contribuye a que seamos más resilientes?

Muchos estudios demuestran que el apoyo emocional es uno de los factores más importantes que intervienen a la hora del desarrollo de la  resiliencia. El tener cerca de nosotros a personas que nos proporcionan cariño, apoyo y confianza puede hacernos mucho más resilientes.

Otros factores asociados son:

Una visión positiva de nosotros mismos, confiando en nuestras fortalezas y debilidades.

Habilidades en la comunicación y solución de problemas. Ver los problemas como retos a superar y no como posibles amenazas.

Capacidad para hacer planes realistas, así como un buen manejo  destreza sobre los sentimientos e impulsos fuertes. (Capacidad de autocontrol).

¿Cómo son las personas resilientes?

Las características fundamentales de las personas resilientes son:

Aceptar la realidad tal cual es.

 Creer en que la vida tiene sentido.

 Capacidad para mejorar.

Además, pueden presentar otras habilidades como saber controlar sus emociones, ser empáticos, saber identificar de manera precisa las causas de los problemas, y considerarse competentes y confiados en sí mismos.

Pero una de las características más importantes es su modo de pensar, su estilo de pensamiento. Una persona resiliente tiene un pensamiento realista, y flexible.

 ¿Qué hacer para desarrollar la resiliencia?

Como hemos dicho anteriormente, la resiliencia no es algo que tengamos algunos y otros no, sino que son una serie de habilidades y actitudes que podemos llegar a desarrollar. ¿Cómo? A continuación, os indicamos algunos consejos para ello:

-Establecer relaciones. Ya hemos mencionado que el apoyo emocional es uno de los factores más importantes que nos ayudarán a que seamos más resilientes. Tener buenas relaciones con los demás, aceptando la ayuda y el apoyo que nos ofrecen así como ayudar a otros que lo necesitan, fortalece nuestra resiliencia.

-Pensamiento realista, pensamiento constructivo. No podemos evitar que ocurran eventos amenazantes, o que produzcan mucha tensión, pero sí podemos cambiar nuestra manera de interpretarlos y reaccionar ante ellos. Ver los problemas como retos a superar, desde una perspectiva amplia, pensando que tenemos la capacidad suficiente de afrontarlos y encontrar posibles soluciones.

-Aceptar la realidad, aceptar que el cambio es parte de la vida.

-Confía en ti mismo. No podemos saber lo que podemos hacer hasta que no lo intentemos, incluso nos sorprenderemos a veces, de todo lo que podemos lograr nosotros mismo.

-Desarrolla metas y objetivos, y actúa.

-Busca oportunidades para descubrirte a ti mismo. Muchas veces tras superar un acontecimiento estresante o una adversidad, experimentas un crecimiento personal. Aprendemos algo nuevo sobre nosotros mismos.

Hay muchas otras formas para desarrollar nuestra capacidad de resiliencia, sólo tenemos que identificar aquellas actividades que nos permitan construir nuestra estrategia personal para desarrollarla.

Por último una frase para reflexionar:

“La curiosa paradoja es que cuando me acepto tal como soy, entonces puedo cambiar.”

sábado, 27 de abril de 2013

Enemigos de la leche


Estilo de vida
Sábado 27 de abril de 2013 | Publicado en edición impresa

Alentadas por una mirada alternativa de la nutrición, crecen las familias que, sumándose a una tendencia polémica, se declaran en contra de los lácteos
Por Sebastián A. Ríos  | LA NACION
  
 
María Constanza (20) y su madre Audrey Kupfer (48)
abandonaron el consumo de lácteos.
Foto: Gustavo Bosco
"Pongo dos cucharadas de avena en una sartén y la tuesto, la paso a un pote y le agregó una cucharada de miel, almendras secas y un chorrito de leche de soja. Ése es mi desayuno. Queda riquísimo, me aporta calcio y energía, pero no consumo nada de lácteos", cuenta Audrey Kupfer, de 48 años, que hace casi un año abandonó la leche y sus derivados, en una búsqueda por mejorar su salud visual.

"Tengo presbicia. Por eso, hace un año fui a una charla de un médico que combina lo naturista con la medicina china, y que explicaba cómo se puede mejorar la visión a través de la alimentación", recuerda Audrey. La indicación era dejar de consumir productos lácteos, y no le tomó más de un mes lograrlo.

"No fue demasiado complicado. Lo que sí tuve que aprender es cómo reemplazar el calcio, porque tengo 48 años y todo el mundo me decía que se me iban a romper los huesos...", dice Audrey, que logró bajar la graduación de los anteojos que usa para la presbicia en el último año, período en el que transmitió su nueva dieta a su hija, que también abandonó los lácteos.

Audrey es una de las muchas personas que, en la Argentina y en el mundo, se oponen a una de las máximas hasta ahora incuestionadas de la nutrición: que no se puede llevar una alimentación saludable sin consumir lácteos. Los argumentos que están detrás de quienes dejan (en forma total o parcial) de consumir leche -o de servírsela a sus hijos- son tan variados como las dietas que adoptan; algunos son capaces de despertar la ira de los nutricionistas, otros pueden ser materia de amable discusión en el consultorio, pero también están los que se juegan en otro terreno y otro lenguaje, el de la filosofía y de la ética.

 
Cuando se resfrían, Claudia Goldman no sirve leche a sus hijos Gina,
 de 8 años, Ciro, de 16, y Tazio, de 13. Foto: Gustavo Bosco

Los argumentos en contra de la leche de los veganos, por ejemplo, presentan una dualidad: despiertan la ira de los expertos en nutrición cuando plantean que consumir leche enferma, pero al mismo tiempo patean la pelota afuera cuando plantean la cuestión última detrás del veganismo, que es combatir la explotación animal por parte del hombre.

"Cuando uno consume un producto de origen animal, como la carne, pero también como la leche, está causando la explotación del animal. Es por eso que desde que empecé a hacer activismo por los derechos de los animales dejé de consumir productos lácteos", cuenta Hernán Salatta, de 38 años, que forma parte de la Revolución de la Cuchara/Comando Verde ( www.revolucioncuchara.com.ar ), una ONG que busca crear conciencia en torno a las virtudes del veganismo, y que se declara en contra del consumo de productos lácteos.

Hernán llegó al veganismo cansado de las respuestas de la medicina convencional. Diez años atrás decidió recurrir a la medicina tradicional china en busca de una solución a una gastritis. No carne, no leche, ésa fue la indicación que recibió. Y Hernán la siguió al pie de la letra.

"Me curé. Y eso me abrió los ojos. Ahí dejé la carne y los lácteos, y luego también el huevo y la miel. Fue algo progresivo, que en mi caso empezó por un tema de salud, pero después me llegó la parte ética", dice Hernán, que en vez de tomar leche de vaca toma leche de almendras, de avena o de arroz, que él mismo se prepara. "No se trata de suplantar la leche de vaca, ya que no es algo que considere que haya que suplantar, sino que sencillamente evito los productos de origen animal", agrega.

Martín Santamaría, de 41 años, también dejó la leche, pero en su caso esta decisión fue la culminación de un proceso de dos décadas. "Soy vegetariano desde hace 20 años, pero hasta hace un año consumía leche y huevos -cuenta este experto en informática-. En un principio, propuestas como la vegana [de eliminar de la dieta todo producto de origen animal] me parecían extremas; pero yo me considero un racionalista escéptico, y con el tiempo hubo preguntas que me hicieron cuestionar la necesidad de la leche que publicita la industria láctea."

 
Hernán Salatta (38), activista vegano,
 prepara una leche de almendras.
 Foto: Gustavo Bosco

¿Por qué el ser humano es el único animal que, una vez concluida la etapa de la lactancia, comienza a tomar leche de otros animales? Esa es la pregunta que para Martín no tiene respuesta desde la nutrición convencional. "Si la vaca obtiene nutrientes como el calcio del reino vegetal, entonces puedo obtener yo también el calcio de esa fuente, comiendo hojas verdes, almendras semillas de alpiste, tofu... Además, no hace falta que uno elabore todas estas cosas: hoy en cualquier barrio hay una dietética o un negocio de comida china, que en un 90% son vegetarianos."

Lourdes Ruiz Díaz dejó la leche mucho más temprano que Martín y que Hernán. En claro desafío a la noción establecida de que la leche es clave para el crecimiento, Lourdes abandonó los lácteos a los 13 años; hoy tiene 17. "Un día, en la escuela, una amiga me dijo que había dejado de comer carne, y yo pensé: «¿Qué onda? Tengo que buscar razones por las cuales yo también tengo que dejar de consumirla.» Llegué a casa y busqué información en Internet, y ahí me encontré con páginas veganas", recuerda.

Hasta ese día, Lourdes compartía la dieta familiar, la misma que aún hoy sus padres observan y en la que los lácteos tienen un lugar importante. "Siempre en la heladera hay leche, por eso de que a un chico en crecimiento no le puede faltar... -dice con ironía-. Cuando yo dejé de tomar leche y de comer carne, me empezaron a cuestionar. Con el tiempo, y después de compartir mucho rato en la cocina con mi mamá, ella empezó a incorporar algunas cosas de mi dieta."

Hoy, en la mesa de los Ruiz Díaz coexisten dos dietas: Lourdes y su hermano mayor no consumen lácteos; el resto de la familia, sí. Los Ruiz Díaz no veganos ya no la cuestionan a Lourdes, ya que los estudios médicos a los que ella se somete periódicamente por voluntad propia no delatan ningún problema de salud.

Lejos, muy lejos de posturas tan radicales como las del veganismo, es posible hallar cuestionamientos a la leche mucho más acotados, de razón -podría decirse- práctica. "No soy una fundamentalista del no consumo de lácteos, para nada. Si hago un puré, uso leche y manteca, y siempre en casa hay leche, manteca y yogur, pero a mi primera hija, Paloma, la amamanté hasta los dos años y medio, y no tomó leche de vaca hasta el colegio", dice Valeria Burrieza, de 41 años, mamá de dos chicas, en su octavo mes de embarazo.

Cuenta Valeria que la primera vez que Paloma empezó con mocos, el pediatra, de enfoque naturista, le recomendó evitar los lácteos. "Nos explicó que los lácteos eran los que provocaban los mocos, ya que las proteínas de la leche de vaca son muy pesadas para digerir y provocan esa congestión; desde entonces quedó instalado en casa que cuando alguien se resfría suspendemos los lácteos, y nos curamos enseguida."

El consejo de evitar los lácteos ante resfríos y otras infecciones respiratorias hoy es relativamente popular en los consultorios de médicos de orientación naturista. "Cuando nacieron mis hijos yo tenía un pediatra que se movía en un círculo de gente que decía que la leche de vaca generaba mucha mucosidad, y que por eso empeoraba todas las infecciones respiratorias", comenta Claudia Goldman, de 47 años, mamá de chicos de 16, 13 y 8 años.

"Yo adopté ese consejo y todavía lo mantengo, y si bien a mis chicos les encanta la chocolatada y el yogur, cuando se enferman suprimo los lácteos", cuenta Claudia, en cuya casa los lácteos están siempre presentes hasta que se declara alguna enfermedad. "Personalmente no consumo mucho lácteo; me gustan las tostadas con queso blanco, pero no mucho más. El otro día fui a ver a mi médica para un control, y me dijo que me faltaría incluir un poco los lácteos. Lo dijo por rutina, no porque haya visto ningún análisis."

LA MIRADA PRO

La lista es larga, pero pareciera que para cada uno de los postulados de la leche como alimento esencial existiera un contraargumento. Si uno se atiene al pie de la letra al discurso vegano, debería aceptar que la leche causa alergias, diabetes, obesidad, enfermedades respiratorias, problemas gastrointestinales e, incluso, cáncer. En algunos aspectos, la cadena de argumentación de los detractores de la leche parece una versión en negativo de los enunciados en su favor.

En ese punto de no debate, los argumentos a favor y en contra no hallan un terreno en común para el diálogo. Para los detractores de los lácteos todo argumento científico se encuentra distorsionado por la industria de la leche, mientras que para los defensores de la leche, toda crítica carece, lisa y llanamente, de sustento científico.

Sin embargo, hay aspectos que deben ser -en la opinión de quien escribe estas líneas- apartados de todo debate. El primero de ellos es la capacidad de la leche para generar alergias alimentarias. Se dice que la leche es causa de alergias, y ésa es una verdad a medias. "La alergia a la leche de vaca es cada vez más frecuente, y esto se da cuando los bebes son expuestos antes de cumplir el primer año de vida a la leche de vaca; hasta esa edad, el consumo de leche de vaca también puede provocar anemia", explica la doctora Luciana Meni Battaglia, pediatra del Hospital de Niños.

La leche causa alergias, pero esto vale sólo para los menores de un año; de ahí en adelante, el argumento pierde sustento. A excepción, claro está, de quienes son intolerantes a la lactosa, pero ése es otro tema.

Así como la industria láctea exagera en publicitar a la leche como panacea contra todos los males del mundo, también es cierto que sus detractores establecen vínculos de dudoso sustento científico. La leche de vaca no sólo no causa diabetes, obesidad ni cáncer, como postulan sus más acérrimos enemigos, sino que por el contrario su inclusión dentro de una alimentación variada y equilibrada es en realidad la mejor herramienta para combatir esas afecciones.

"La sinergia alimentaria, que implica consumir alimentos variados y nutricionalmente densos, es la mejor elección si se desea ser saludable", afirma la médica nutricionista Mónica Katz.

Por último, ¿se puede llevar una alimentación sana sin consumir leche? "Un chico puede crecer sin leche, pero debe obtener el calcio necesario, y las fuentes del mineral son higo, perejil, brócoli y almendras... ¿Qué chico al destete puede consumir esto de manera natural? Personalmente, creo que decir no a los lácteos es más una búsqueda de sentido que una elección responsable."

LA HELADERA DE LO PROHIBIDO



Son muchos los alimentos atacados desde el veganismo, 
el naturismo o incluso desde la medicina
 Ilustración: Majo Cerezo.

VACUNAS, EL PRIMER GOLPE A LA SALUD

Hasta hace mucho tiempo la leche era el incuestionable paradigma de la alimentación saludable; hoy, son cada vez más los que lo ponen en duda. Pero el cuestionamiento de los paradigmas de lo saludable tienen un antecedente relativamente reciente, cuyo inicio, evolución y desenlace bien vale tener presente para poder poner en perspectiva este tipo de debates.

Todo comenzó en 1988, cuando la prestigiosa revista The Lancet publicó un artículo científico en el que Andrew Wakefield, investigador del Royal Free Medical School, de Londres, decía haber hallado un vínculo entre la vacuna triple viral y un nuevo síndrome que combinaba autismo con una grave enfermedad gastrointestinal.

Bastó una conferencia de prensa, en la que el elocuente Wakefield sugirió que la vacuna podía causar autismo, para que los movimientos antivacunas, hasta ese entonces bastante endebles en virtud de la carencia de evidencias, salieran a convencer al público de que todas las vacunas enfermaban.

"El artículo de Wakefield creó una controversia mundial sobre la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubeola, al afirmar que causaba autismo. Esto llevó a que se redujera el uso de la vacuna en Inglaterra, Estados Unidos y otros países", recordaba, varios años después, la revista The New England Journal of Medicine.

En 2011, una investigación llevada adelante por el periodista Brian Deer, y publicada en la revista British Medical Journal, develó cómo y por qué Wakefield fraguó las evidencias que respaldaron su grito de alarma en torno a la triple viral. Wakefield, básicamente, estaba detrás del desarrollo de una vacuna "segura" para reemplazar la triple viral y de un kit diagnóstico para detectar el nuevo síndrome.

Sus intereses eran puramente comerciales y su artículo científico era un fraude.

Pero el daño aún persiste. Todavía no son pocos los grupos antivacunas que siguen ciegamente agitando el fantasma del autismo. En países como Estados Unidos o Inglaterra, que antes de la publicación de Wakefield ostentaban tasas de vacunación envidiables, han surgido brotes de las afecciones incluidas en la triple viral, como resultado de la menor vacunación.

viernes, 26 de abril de 2013

Bebé y Placenta todo en uno (Imagen Gráfica)


04/26/2013
 Sin lugar a dudas es una de las fotos más curiosas e impactantes que he visto en la vida, proviene del blog de una doctora norteamericana -Erin Meier- que trabaja como misionera en Papúa Nueva Guinea. Cuenta en el relato que el domingo  30 de marzo de 2008 luego de una guardia de fin de semana, llega una mujer embarazada con 27 semanas de gestación y sangrado vaginal. El primer temor fue placenta previa, pero en ultrasonido vieron que la placenta estaba en buena posición, en el tope del útero. Como la mujer y el bebé estaban estables inicialmente solo los monitorearon. Una hora después, llaman que la mujer está sangrando mucho más y que las pulsaciones del bebé han disminuido. Se encontraron a la mujer estable y con buena presión sanguínea, por lo que la estrategia era mantener el bebé dentro. Hacen un tacto para ver cómo está el cuello de la cérvix y la doctora siente lo que cree es la placenta y la mujer expresa ganas de pujar. La doctora pensó que su diagnóstico haba sido errado y que si tiene placenta previa, sale un momento del cuarto para discutir brevemente con otro doctor y las enfermeras dicen que el bebé se salió, cabeza primero, dentro de su saco intacto y con la placenta -que si se había desprendido- todo como un combo. La mamá ya había dejado de sangrar para este punto, los doctores rompieron las membranas y comenzaron a trabajar en el bebé, quien comenzó a respirar por si mismo, lo envolvieron y lo llevaron a la enfermería para ponerle calor y oxígeno.



sunday, march 30, 2008
Unusual delivery

Still on call for the weekend. Josh and I had a lady come in at 27wks pregnant with vaginal bleeding. One of the concerns is placenta previa, but the ultrasound showed the placenta to be up in the fundus. She was stable, so we initially just monitored her and the baby. A few hours later a call came that she was bleeding a lot more, and the baby's heartrate had dropped. I was at the Radcliffe's and so I discussed the situation with Jim prior to heading over. We found a stable mom with good blood pressure and pulse, and the FHTs were actually 120s. So our plan was conservative management. Jim called over, as he often does to check on things, so he recommended a pelvic exam to just see what we were dealing with down below. So I do this and find what I think is the placenta coming out, with mom wanting to push. So then I started to think I was wrong on the US, and she did have a previa and now it is coming out and I am praying she won't bleed to death before we could section her. I left the room quickly to rediscuss with Jim and the nurse calls out that the baby came out. As I walked behind the curtain I found the baby had come out head first, still wrapped in it's membranes with the placenta all as one. Mom had stopped bleeding at this point. We ruptured the membranes, and started working on our premature baby. He started breathing on his own, we transferred him to the nursery and got him warm and gave oxygen and prayed over him and then with mom that all would be well. Mom, Janet, was very thankful and was praising God as we prayed with her. He is very small, so we will just trust the Lord with his life.




Consecuencias del llanto infantil prolongado, no consolado




Consec

Según Michael L. Commons y Patrice M. Miller -investigadores del Departamento de Psiquiatría del Instituto Médico de la Universidad de Harvard- el estrés que resulta de la separación madre-hijo, por ejemplo durante la noche cuando se intentan métodos de adiestramiento parael sueño que involucran llanto, causa cambios en el cerebro de los bebés que los convierte en adultos más susceptibles al estrés a largo plazo.

En lugar de dejar llorar a los niños -tal y como proponen Ferber, Estivill, y otros autores conductistas que afirman que hay que enseñar a dormir a los niños, y que éstos deben dormir solos (ya sea en una cuna aparte, o en una habitación aparte), alejados del cuerpo materno- los padres deberíamos mantener a nuestros hijos cerca, satisfacer su necesidad de contacto nocturno, consolar su llanto, dormir con ellos; hacerlos sentir seguros y a salvo.

Commons y Miller examinaron las prácticas de sueño actuales en distintas sociedades, y llegaron a la conclusión de que el dormir separados de los hijos y no responder de forma rápida y empática a su llanto podría derivar en incidentes de estrés post traumático y desórdenes de pánico en aquellos niños cuando arriben a la edad adulta.

Según Commons, aseveración con la que estoy absolutamente de acuerdo: "Los padres deberían saber que el dejar llorar a sus hijos innecesariamente, causa en el bebé un daño permanente, produciendo alteraciones en su sistema nervioso que los torna exageradamente sensibles a traumas futuros."

Según Charles R. Figley, director del Instituto de Traumatología de la Universidad del Estado de Florida y editor del Journal de Traumatología, lo que hace único este estudio es su enfoque multidisciplinario, al tomar en cuenta la neurofisiología, el aprendizaje emocional y las diferencias culturales entre los niños analizados. 

"Es muy fuera de lo común, y a la vez extremadamente importante encontrarnos con esta investigación por ser inter y multidisciplinaria, ya que sirve de explicación para la capacidad de tolerancia del estrés -incluyendo el estrés traumático- y del desarrollo emocional de los niños, aún existiendo entre ellos diferencias culturales.", agregó.

Continuó diciendo que el trabajo de Commons y Miller abre un camino que servirá para futuras investigaciones que podrían tener implicaciones en muchos aspectos de la crianza, desde los esfuerzos de los padres por estimular el intelecto de sus hijos hasta prácticas como la circuncisión.

Ambos investigadores atribuyen las prácticas de crianza estadounidenses (perfectamente extrapolables, a mi parecer, al resto de las sociedades occidentales) al temor de que los niños crecerán siendo dependientes. Asimismo, refieren que los padres que piensan de esta manera están viendo las cosas fuera de contexto: el contacto físico, el consuelo y la contención emocional convertirán a los niños en más seguros y más capaces de formar relaciones adultas cuando se relacionen por sí solos.

"Hemos puesto tanto énfasis en la independencia que está teniendo algunos efectos muy negativos", refiere Miller.

Durante su investigación, Miller y Commons mostraron una grabación de cómo las madres estadounidenses responden al llanto de sus bebés a madres de la tribu Gusii de Kenya (quienes colechan y responden rápidamente al llanto de sus hijos) y comentaron que éstas estaban "enfadadas viendo cuánto demoraban las madres norteamericanas en responder al llanto infantil".

Commons y Miller también indican que la crianza influye mucho en cómo se comportará la sociedad entera. A los norteamericanos en general no les gusta ser tocados y se enorgullecen de su independencia aún hasta el punto de aislarse, incluso en situaciones sumamente difíciles o estresantes.

A pesar del tradicional consejo de que los niños deberían aprender a estar solos, Miller refiere que muchos padres contradicen esta norma socialmente implícita en occidente y "hacen trampa" trayendo a sus hijos a la habitación con mamá, al menos cuando son pequeñitos. Además, agrega que una vez que el niño aprende a gatear, muchas veces puede llegar por sus propios medios a la habitación de su mamá.

Los padres deberían sentirse libres de dormir consus hijos, tratar a sus bebés como bebés que son, consolarlos, continuar durmiendo con ellos aunque sea en una cama adosada a la de los padres, en la misma habitación, sin sentirse culpables de hacerlo, agregan.

"Existen maneras de crecer y ser independientes sin necesidad de someter a nuestros bebés a este tipo de traumas, mi consejo es tener una relación de apego seguro con nuestros hijos para que al crecer puedan tomar sus propios riesgos." Esta es la manera de fomentar la independencia de nuestros hijos, de forma segura y no violenta, según comenta Miller.

Según los investigadores, otros de los temores -además de la mencionada dependencia- que han moldeado nuestra manera de criar, es el de que la presencia de los niños en la habitación "de matrimonio" pudiera intervenir con la vida sexual de los padres, y que un bebé fuera aplastado si uno de los padres se diera vuelta y cayera sobre él.

Respecto a los dos temores anteriores, me gustaría apuntar -tal y como dice el pediatra Carlos González- que la casa tiene muchas habitaciones y que el día tiene muchas horas. ¿Para qué entonces limitar la actividad sexual a la noche, y a la cama "de matrimonio"? Podríamos hablar de cama familiar, y tener momentos de intimidad en otras estancias.

El riesgo de aplastar a un hijo, en condiciones normales de colecho es muy bajo. Las madres, en particular, cambian su ciclo de sueño y están conscientes de la presencia de su hijo en la cama -sobre todo cuando combinamos colecho con lactancia materna. Los padres, poco a poco van tomando conciencia -a menos de que uno de los dos (o ambos, espero que no) estén bajo los efectos del alcohol, o drogas psicotrópicas. Pueden leer más sobre colecho seguro aquí.

Otro factor al que atribuyen la disminución del colecho es al crecimiento económico que ha permitido a las familias adquirir viviendas con mayor número de habitaciones, habiendo recámaras separadas para los niños.

El resultado, según Commons y Miller es una nación a la cual no le gusta cuidar de sus propios niños, una nación violenta marcada por relaciones con poco contacto físico y que carecen de un apego seguro.

"Creo", finaliza Commons diciendo, "que existe una verdadera resistencia dentro de nuestra cultura hacia el cuidado de los niños. Sin embargo, el castigo y el abandono [emocional] nunca han sido buenas herramientas para lograr [una sociedad] con personas cálidas, cuidadosas e independientes."

¿Y tú qué opinas? ¿Colechan en casa? ¿Por qué o por qué no?
Si este artículo te ha sido de utilidad, te agradezco que compartas el enlace al mismo en Facebook, Twitter, e-mail o a los cuatro vientos para que llegue a más familias. Gracias =)
Más info: 

miércoles, 24 de abril de 2013

3 herramientas para soportar mejor las críticas hacia la crianza


Written by Pilar Martinez / 24/04/2013 

Cualquier persona que haya tenido hijos lo sabe, desde el momento en que te enteras de que estás esperando un bebé el nivel de consejos no solicitados aumenta exponencialmente. Tanto, que probablemente recibes más consejos y críticas en este periodo que en toda tu vida.

Al principio los aceptas encantada, entiendes que lo hacen por tu bien e incluso intentas hacer caso…pero resulta que muchas veces se contradicen! la vecina te dice que si estás embarazada debes reposar y tu madre te dice que lo mejor es caminar todos los días al menos una hora
Poco a poco te empiezan a molestar. Recuerdo una vez que estando embarazada de mi primera hija, una vez superados varios meses de vomitar continuamente, salí a cenar con unos amigos y se me antojó una pizza con peperoni…pues justo cuando iba a dar el primer bocado a mi suculenta pizza escucho “las embarazadas no pueden comer picante para evitar la acidez” ¡ese comentario si que me dio acidez! ¡con las ganas que tenía de comer algo sin vomitar!

Pero cuando el bebé llega la situación empeora y cualquier cosa es opinable: si sales a pasear con el bebé porque deberías estar en casa calentitos, si no sales porque deberías salir para tomar el sol, si le coges en brazos porque no deberías hacerlo para que no se acostumbre, si no lo coges porque deberías cogerlo para que no llore…cuando digo cualquier cosa es cualquier cosa.

Ya sé que en un mundo perfecto todos deberíamos poder debatir sin agobiarnos, escuchar opiniones diferentes a las nuestras sin sentirnos atacados y dar nuestros motivos sin atacar pero el mundo no es perfecto…muchas críticas tienen muy mala leche y las hormonas de las mujeres puérperas pueden jugarles una mala pasada, así que lo normal es que las críticas nos sienten mal.

Por otra parte, si tenemos en cuenta que las críticas a la crianza de los hijos se podrían considerar como un tipo de violencia (aqui puedes ver por qué digo esto) es complicado gestionarlas sin que te amarguen el día, pero hay algunas cosas que se pueden hacer:

La información es poder

Normalmente cuando estás informado de un tema, sueles tener más argumentos para tomar una decisión y para defenderla posteriormente cuando recibes una crítica. Si tu decisión está basada en las modas o en lo que dice tu suegra, será más fácil hacerla tambalear.

Por ejemplo si decides dar el pecho a tu bebé y te informas bien, luego es más difícil hacerte dudar de tu capacidad para lactar o si has leído mucho sobre el colecho y decides dormir con tu bebé, será más complicado que te creas esas historias para no dormir  ”nunca lo sacarás de tu cama!” y demás chorradas.

Menos es más

Hay personas que critican por el placer de hacerlo, no es que lo hagan por tu bien ni con el ánimo de ayudarte. Más bien se sienten atacadas porque ellas educan de forma distinta o simplemente son personas tóxicas que les gusta hacer daño.

En este caso cuanta menos información tengan, mayor será tu nivel de tranquilidad (y esta relación es completamente proporcional).

Ejemplos prácticos:

- ¿Y cómo duerme el bebé? estupendamente, muchas gracias (aunque se haya despertado 10 veces durante la noche. Para resolver esto puedes buscar ayuda donde te quieran ayudar de verdad)

- ¿Qué tal se engancha en la teta? Muy bien gracias (aunque tengas grietas y tengas que acudir al Taller de Lactancia de tu barrio)

- ¿Es bueno el bebé? Claro, todos los bebés son buenos (porque de verdad que todos lo son)

- ¿Llora mucho? Lo normal en un bebé

- etc.

Empoderamiento

Parece que últimamente es la palabra de moda pero es que es muy importante. Cuando te sientes empoderada con tu decisión, te sientes segura y eres capaz de ser asertiva y responder “muchas gracias por tu opinión pero yo prefiero hacerlo de otra manera” o mi frase favorita en estos casos “en mi casa preferimos hacerlo así, gracias” todo cambia de color.

Cuando tienes claras tus opiniones no sientes
la necesidad de defenderte porque no sientes que te estén atacando

Te das cuenta de que llevas una especie de armadura que te protege de sentirte herida por las palabras ajenas. No es que no escuches otras opiniones, nada de eso…es simplemente que no sientes la necesidad de defenderte porque no sientes que te estén atacando.

Hace falta mucho trabajo interior para llegar a eso y puede haber retrocesos…pero sin duda es el mejor estado.

¿Y vosotros sufrís muchas críticas por vuestra forma de criar? ¿tenéis más ideas para llevarlas mejor?

Parto en casa: ¿cuándo sí y cuándo no?


Por Yahoo! Editorial | Clínica Virtual – Hace 21 horas
Texto: Natalia Iscaro
Hay madres que sienten la necesidad de elegir libremente cómo dar a luz. Antes que parir en una institución de salud -y quizá tras una experiencia propia o cercana poco feliz-, proyectan tener a su bebé en el sitio donde más seguras se sienten: su hogar.


Existen pros y contras de cada alternativa, lo ideal es decidir a conciencia
 y apoyarse en profesionales capacitados 
Las aliadas en esta odisea son las doulas, mujeres con experiencia maternal y formación adecuada, además de médicos, enfermeras y parteras debidamente preparados. Aquí, un repaso por las estadísticas, motivos y condiciones necesarias para parir en el hogar, y los riesgos que plantean las instituciones oficiales.


Un parto al natural
De acuerdo a un brief publicado por los Centros de Control de Enfermedades de Los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), los partos hogareños crecieron un 29% entre 2004 y 2009, una cifra que aún hoy representa menos del 1% de los nacimientos totales. Para responder a esta tendencia en ascenso, El Negocio de Nacer, un documental lanzado en 2008, explora la experiencia actual de parir en los Estados Unidos.
El reportaje compara la experiencia hogareña con la institucional, y acompaña a una partera a lo largo de nacimientos domiciliarios en los alrededores de Nueva York. Entre las celebridades que han apoyado la película se cuentan Cindy Crawford, Gisele Bundchen, Alanis Morisette y Christy Turlington-Burns. Todas se declaran convencidas de que una mujer puede y debe ser protagonista de su propio parto. Que puede elegir el espacio, vestimenta, posición y, si así lo desea, de aullar, gritar, reír, sin que nadie la limite.

Según Melina Bronfman, de 48 años, Musicoterapeuta, Terapeuta Corporal, Coach Ontológico y Doula de parto y postparto: “En este tipo de intervenciones fluyen el amor y el placer, porque no hay necesidad de intervención compulsiva, como ocurre habitualmente en las instituciones. Los bebés están con sus madres desde el minuto cero, nadie los separa, la lactancia se inicia con naturalidad. Además, no hay interrupciones ni de médicos, nutricionistas, neonatólogos, enfermeros, cocineros, personal de limpieza ni el peluquero del bebé”.

La doula, aliada perfecta
Las doulas son mujeres que experimentaron distintas etapas de la maternidad, y que están capacitadas y formadas para acompañar a otras mujeres a transitar este camino. Según Bronfman: “La doula habilita espacios físicos, corporales y emocionales que facilitan el camino a la joven madre para conectarse con su instinto, y para generar un espacio propicio para un parto fisiológico, y una lactancia y una crianza basadas en el amor y la conexión saludables”. Durante el parto, la doula responde a lo que haga falta. “Logística pura”, resume Bronfman. Comida, bebida, sostén, preparar una bañadera, climatizar el ambiente, proteger de ruidos molestos, generar un espacio empático (según las preferencias de la mujer) y sostener a la pareja si lo necesita, son algunas de las funciones de estas mujeres con mucha maternidad en su haber.

“Las doulas no recomendamos nada”, explica Bronfman. “Podemos empatizar con una manera de parir, pero jamás podemos decidir por otros. Un parto domiciliario se lleva a cabo responsablemente, cuando la pareja es adecuadamente auxiliada por un equipo debidamente preparado en asistencia domiciliaria. Es decir, cuando una mujer está sana y esta práctica no reviste riesgo alguno ni para ella ni para el bebé. Y, además, cuando la pareja está informada y preparada emocionalmente para facilitar el parto”, concluye. En su experiencia, para poder parir en casa es necesario contar con “un equipo responsable, un buen historial, un plan B muy satisfactorio, y mucha comida en el refrigerador”.


La voz institucional
Al día de hoy, ni el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos (ACOG, por sus siglas en inglés), ni la Asociación Médica Americana (AMA) aprueban estas prácticas. El presidente de la ACOG, Richard N. Waldman, explica desde el sitio de la institución que todos los médicos tienen la obligación de dar a las familias la información necesaria sobre los riesgos, limitaciones y beneficios de los diferentes escenarios y condiciones para dar a luz. Y agrega que “es importante recordar que no todos los partos en el hogar van bien, y que el riesgo es mayor si son atendidos por personal sin el entrenamiento suficiente, o en pacientes de alto riesgo, como por ejemplo de alta presión”.

Además, desaconseja firmemente la realización de partos por cesárea en el hogar, debido a los riesgos que puede acarrear. En sintonía, la AMA apoya esta postura, alegando que “el escenario más seguro para el trabajo de parto, el parto y el postparto, es un hospital o clínica que cumpla con los estándares acordados por la Academia Americana de Pediatría (AAP) y la ACOG.

Más flexible en su concepción, el Colegio Americano de Enfermeras y Parteras (ACNM, por sus siglas en inglés), afirma, en una declaración oficial, su apoyo al parto domiciliario, siempre y cuando las mujeres sean candidatas adecuadas, cuenten con el apoyo de profesionales capacitados y con una logística apropiada para el traslado a una institución en caso de ser necesario.

De esta forma, según la institución, aun cuando cada mujer debiera tener la oportunidad de elegir de qué forma dar a luz, aquellas enfrentando embarazos de alto riesgo o enfermedades complejas deberían tomar en consideración la salud y seguridad de ellas mismas y sus niños por nacer: En rigor, esta debería ser la prioridad. Existen pros y contras de cada alternativa, lo ideal es decidir a conciencia, y apoyarse en profesionales capacitados.
Recuerda que antes de hacer planificar tu parto o embarazo, o ante cualquier duda, debes consultar con profesional acreditados de la salud.


Fuentes: ACOG (acog.org), AMA (ama-assn.org). ACNM (acnm.org). Health Grades, (healthgrades.com), CDC (cdc.gov), The Business of Being Born (thebusinessofbeingborn.com), ACNM (midwife.org).

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