Recomendaciones de la OMS
Por Pedro Lipcovich
“La lactancia debe comenzar en la primera
hora de vida”, recomienda la Organización Mundial de la Salud. Y “el
amamantamiento debe hacerse ‘a demanda’, siempre que el niño lo pida, de día y
de noche; deben evitarse los biberones y chupetes”, sostiene la entidad en el
documento Diez datos sobre lactancia.
“La lactancia materna también es
beneficiosa para las madres: reduce el riesgo de cáncer de mama y ovario en el
futuro, ayuda a las mujeres a recuperar más rápidamente su peso anterior al
embarazo y reduce las tasas de obesidad”, agrega.
Además, “los adolescentes y adultos que
fueron amamantados de niños tienen menos tendencia a sufrir sobrepeso u
obesidad. Son también menos propensos a sufrir diabetes de tipo 2”. “Amamantar
es algo que se aprende. Muchas mujeres tienen problemas al principio
–puntualizan–. El dolor en los pezones y el temor a no tener leche suficiente
son habituales. Los centros de salud que apoyan la lactancia materna,
ofreciendo asesoramiento, propician tasas más altas de esta práctica.” “Muchas
madres que reanudan su actividad laboral abandonan la lactancia materna parcial
o totalmente porque no tienen tiempo o no disponen de instalaciones adecuadas
para dar el pecho o extraerse la leche. Las madres necesitan tener en su
trabajo un lugar seguro, limpio y privado para poder seguir amamantando a sus
hijos”, destaca la OMS al propiciar “las guarderías en el lugar de trabajo, las
instalaciones donde amamantar o extraerse y recoger la leche, y las pausas para
dar el pecho”.
Los beneficios de amamantar
Por
Pedro Lipcovich
“La leche materna va cambiando a lo largo
de los meses para acompañar el desarrollo del bebé, y aporta inmunidad para los
gérmenes específicos del medio en que habitan madre e hijo”, destacó Nicolás
Kreplak, subsecretario de Medicina Comunitaria, Maternidad e Infancia del
Ministerio de Salud de la Nación.
“En los primeros seis meses de vida, el
bebé todavía tiene que desarrollar su sistema inmunitario: los anticuerpos que
la madre produce y libera junto con la leche son la parte complementaria del
sistema inmune de su bebé. Y la madre, respecto de los gérmenes habituales del
medio en que vive, ha adquirido una inmunidad que a su vez transmite al hijo.
Además, durante la lactancia la mamá produce la hormona prolactina, que a su
vez estimula el sistema inmune: por eso es frecuente que la mujer se enferme
menos mientras da de mamar; y también el niño recibe esa hormona que estimula
su inmunidad”, explicó Kreplak.
Por otra parte, “la leche materna se
modifica a lo largo del tiempo: al principio, ofrece al bebé hidratos de
carbono de rápida absorción, y después va ganando en capacidad nutricional, con
grasas y proteínas. Además, ciertamente, la posición en que el chico toma el
pecho, en relación directa con los ojos y el corazón de la madre, propicia una
situación vincular que es muy importante”, agregó el subsecretario de
Maternidad.
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