Opinión
Por Fernando polack | Para LA NACION
La lactancia materna es la intervención
más rica y diversa en sus beneficios que puede recibir un recién nacido.
Contribuye al crecimiento, al desarrollo intelectual, a optimizar las funciones
de los órganos del cuerpo y, en su faceta más conocida, nos protege contra un
sinnúmero de infecciones.
Estas propiedades biológicas sólo cubren
un aspecto de sus propiedades, ya que sus beneficios en la relación madre-hijo
y en el empoderamiento de la madre como dadora de vida son fenómenos de
dimensiones extraordinarias.
La lactancia, refinada por seis millones
de años de evolución de los seres humanos en la Tierra, desborda en ventajas
cualquier estrategia inventada por el hombre. Ni la industria farmacéutica ni
los laboratorios académicos han conseguido un descubrimiento que se aproxime a
proporcionar la variedad de beneficios que ella esconde.
Nuestro programa de investigación en
lactancia en la Fundación Infant reveló un concepto contraintuitivo en los
mecanismos que utiliza la leche para proteger contra las enfermedades
respiratorias.
Contrariamente a lo aprendido en años de
estudios, la lactancia no cubre el pulmón de anticuerpos protectores contra
cada germen. Mucho más inteligentemente, ayuda al pulmón a crecer, al permitir
que un órgano más maduro y robusto resista embates que dañarían un pulmón
inmaduro.
Por ello, la leche disminuye 95% los
episodios graves de bronquiolitis causados por todos los gérmenes, mientras el
mejor producto farmacéutico disponible alcanza una efectividad de 50% contra un
único virus. Todos los otros gérmenes infectan sin frenos.
Hemos invertido décadas en desarrollar
vacunas individuales para prevenir infecciones respiratorias en bebes contra
cada virus con éxito escaso, mientras la leche humana simplificó todo al
prevenir los problemas potenciales de todos con una única bebida.
Esta diferencia entre el poder de la
naturaleza y nuestros mejores esfuerzos revela los límites de nuestra
omnipotencia, y también enseña que mirando a la naturaleza (por ejemplo,
desentrañando los mecanismos de protección de la lactancia) los científicos
conseguiremos ampliar enormemente los beneficios de salud para nuestros chicos.
El autor es director de la Fundación
Infant y profesor titular de pediatría de la Universidad de Vanderbilt, EE.UU..
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1815761-un-alimento-que-nadie-logro-imitar
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