jueves, 9 de mayo de 2013

La historia de un nacimiento desde los ojos de la Doula: Crónicas Placenteras


11/08/20122


Hoy fue mi primer acompañamiento en un trabajo de parto. Mi primera práctica como Doula. Y es así que llegaría a ser que, el sueño que tuve hace varios años de un bebé naciendo enmantillado, no sería el de mi hija sino este primer parto que presencio y acompaño. Aluna vino al mundo con su saco intacto. La vida encuentra la forma, aunque curiosa, de sanar nuestras heridas. Y yo solo puedo maravillarme y agradecerle toda su sabiduría.

Magi, la madre de Aluna, ya había parido una vez, hace 14 años, a Valentina. Este sería su segundo parto natural.

Cuando llegué, ya desde las escaleras se olía el Palo Santo y el Copal, el ambiente se estaba construyendo, ya las expansiones de Magi tenían un patrón y ella estaba tranquila, caminaba, de cuando en vez se recostaba de su pareja y luego seguía caminando. A la brevedad apagamos las luces incandescentes ‘de oficina’ y dejamos encendida sólo la luz del baño, la atmósfera era muy íntima.

Ella venía preparada y tanto ella como Darwin, su pareja, fueron muy receptivos a mis sugerencias, la contrapresión que le indiqué a Darwin cómo realizar resultó muy efectiva para ayudarla a manejar la sensación de presión en las caderas. Con cada expansión ella, de pie frente a la cama apoyada con los brazos, enterraba su cara entre las cobijas se frotaba y se movía, parecía un lindo animal.

En un momento, Magi comienza a gemir y a gritar y a decir que le duele y que no puede más. Pensé que podría la transición, pero me parecía demasiado pronto. Le sugerí que, a menos que la vocalización le hiciera sentir mejor, que más bien exhalara el aire por la boca, soplando lo más lento que pudiera. De allí en adelante, hasta el momento de estar pujando, fue muy poco lo que volvió a gritar.

Cuando el doctor Beltrán viene a verla, le pregunta si quiere que la chequee, ella se voltea hacia mí y pregunta: ¿tú que dices? Le dije lo que sentía en ese momento; aún falta, vamos bien, pero falta un poco.

En un par de momento los dejé solos, ellos estaban muy cariñosos y ese espacio de soledad es positivo para fomentar su intimidad, hubo muchos besos, muchos abrazos, palabras de amor y contracciones consistentes de 40 segundos cada minuto y medio.

En varias ocasiones yo veía que ella tensaba la boca y buscaba recordarle que la abriera, ella, a pesar de estar en pleno, concedía y abría y abría cada vez más. Quiero ir al baño me decía, y yo a ella que su bebé se acercaba cada minuto que pasaba.

Se notaba que Magi estaba inmersa en su buen trabajo, pero en las pausas entre una sensación y otra, ella recobraba su buen humor, hubo risas, hubo chistes, y hasta en un momento reímos al decir que nos daba curiosidad ver a algún Taita en trabajo de parto, para ver cómo sería su ‘proceso’ ;) No mucho después de las risas ella nos dice que quiere ir al baño, que quiere pujar, busco a Beltrán quien la mira, le hace un tacto y sale corriendo a llenar la bañera de la sala de partos. "Está a punto" me dice, "9.5 cm ya casi casi y como es su segundo parto ese último borde de cérvix puede ceder muy rápido”, ya falta poco. Llevamos todo a la sala de partos, la música, el palo santo, asumo la cámara para fotografiar y allí nos instalamos.

Magi se pasea entre gemidos y algunos gritos, le recuerdo que no hay forma que las sensaciones sean más fuertes que ella, porque son ella, es su cuerpo. Ella en un momento parece que no puede o que ya no quiere y en el otro está sonriente “si, si, si” dice, y es súper sexy, íntimo, “Picarona, te está gustando” la fastidio y nos reímos, la bebé ya viene. En el agua están solo ella y Darwin, él tiene las manos frente a la apertura de su mujer, y recita mantras mientras la niña se acerca. Yo con la cámara tengo que recordarme más de una vez en tomar fotos porque estoy absorta en el momento. Beltrán dirige y en el fondo Valentina observa y la madre de Magi quema incienso.

Se ve primero la bolsa, Aluna, como muchos bebés, se asoma y se retrae y así va durante un par de pujos, pero está allí, es inminente y su madre quien ha trabajado como una loba no desfallece, se yergue y puja con todas sus fuerzas. La bebé sale con su saco intacto y yo con mi cara de asombro. Veo y registro como un video en mi mente el momento en que Beltrán le quita la mantilla para descubrirle el rostro. Estamos todos absortos. Aluna llora casi de inmediato y por gracia divina el pediatra se atrasa y nos quedamos todos embobados, contemplando, recibiendo y bendiciendo a esta nueva lucecita, más de media hora después, cuando el cordón ya se ha colapsado, lo cortan y al poco rato viene la placenta, y la revisamos la contemplamos y le agradecemos su labor, doble bolsa y a la nevera, en unos días podremos trabajar con ella.






A nivel personal acompañar este parto fue tremendamente sanador para mí, ver la vida y los sueños realizarse más allá de mis expectativas, de mis apegos es maravilloso. Y saber en piel que durante el acompañamiento a un nacimiento mis propios miedos y prejuicios deben quedar en la puerta porque lo que yo pueda sentir y pensar influye a la madre y al ambiente en el que se recibe a su bebé. Una vez más agradezco profundamente la sabiduría que dirige mis pasos, que me lleva por estos caminos y me permite servir.

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