Clarin.com Buena Vida Tendencias 02/06/14 -
13:53
Crianza
respetuosa
Quienes
sostienen que hay que impedir, castigar o desoír a un bebé que llora, no toman
en cuenta que el llanto es el único medio que tiene para manifestar una
situación que lo molesta.
Un bebé no es capaz de tomar el pelo. No hace
las cosas con segunda intención. Cuando llora, siempre es por algo.
“Es
que lo pongo en la cuna y empieza a gemir y luego a llorar y, si lo levanto,
deja de llorar. Yo creo que me está tomando el pelo”. Esta es una frase que
escuché cientos de veces y seguro a ustedes también les resulta familiar. Sin
embargo, si la analizamos, es fácil ver que el niño no nos está tomándonos el
pelo, sino pidiendo algo y esperando recibirlo.
“Tomar
el pelo” significa “reírse de alguien” o “engañar a alguien”. Un bebé no es
capaz de tomar el pelo. No hace las cosas con segunda intención. Él sólo se
queja cuando se siente solo y quiere que alguien lo acompañe y, cuando lo
consigue, se calla. Así de simples son.
Entonces,
empecemos por decir que si un niño llora, siempre es por algo. El llanto es el
único medio que tiene un bebé para manifestar que hay una situación que lo
molesta y está tratando de decirnos qué es. No tiene otra manera de
comunicarse. Si buscamos la etimología de la palabra infante (del latín
infantis) significa precisamente "el que no habla".
A
veces, la desinformación contribuye a cierta inseguridad de los padres que
sienten deseos de consolar a su hijo, de tomarlo en brazos, de meterlo en la
cama por la noche, pero encuentran libros y expertos que dicen que eso “es
malo” ¿Cuál es el límite entonces?
En
mi opinión, es el límite de lo posible, como haríamos con cualquier otra
persona. Si un amigo me llama por teléfono llorando, no cuelgo. Lo escucho,
intento averiguar cuál es su problema y ayudarlo si puedo. Pues con más motivo
si en lugar de un amigo, se trata de nuestro hijo.
Los
adultos estamos “programados” para responder de manera instintiva al llanto de
un bebé, inclusive aunque no sea nuestro hijo, como si hubiera un mecanismo de
preservación de la especie que viene predeterminado y tiene más que ver con lo
evolutivo. Por ello, las “teorías” que aconsejan no responder o responder
paulatinamente al llanto son eso, “teorías”.
Los
recién nacidos necesitan contacto físico y atención. Se ha comprobado que
durante la primera hora después del parto, los que están en una cuna lloran
diez veces más que los que están en brazos de su madre. Al cabo de unos meses,
es probable que se conformen con el contacto visual. Su hijo estará contento,
al menos durante un rato, si puede verla y usted le sonríe y dice cositas de
vez en cuando. A medida que crezca, su hijo irá aprendiendo a distinguir en qué
casos la separación tiene importancia y en cuáles no.
Cuando
las absurdas normas de algunos expertos impiden a los padres responder al
llanto en la forma más eficaz, o sea, tomando al bebé en brazos, meciéndolo,
cantándole, dándole el pecho, mimándolo, ¿qué salida queda?
Yo
creo que la salida es no escuchar dichas teorías. Cuando digo que no hay que
dejar llorar a un niño lo que estoy diciendo es que los padres no tienen que
hacer una actividad denominada “dejar llorar”, que consiste en ver que un niño
llora y no hacerle caso. Yo no estoy prohibiendo nada al niño, en todo caso
estoy prohibiendo a los padres que lo dejen llorar. Esto es muy distinto a lo
que dicen otras personas, que el niño no debe hacer una actividad denominada
llorar, que los padres deben impedírselo e incluso castigarlo por ello. Eso,
claro, me parece una barbaridad.
A
un niño que llora hay que tomarlo en brazos siempre que se pueda y quiera. Si
llora porque te estás duchando y quiere estar contigo, pues es evidente que no
puedes, si llora porque quiere salir al balcón pero no quieres que salga porque
hacer frío y lo alzas, lo más probable es que se enfade aún más, porque no
quiere eso.
Dicho
de otro modo, a los niños hay que darles lo que ellos necesitan siempre y
cuando no sea algo nocivo para ellos. Los brazos de papá y mamá son el
resguardo que el bebé necesita.
*
Dr. Carlos González, español, doctor en pediatría y autor de varios libros
sobre crianza, alimentación y salud infantil. Es uno de los mayores exponentes
de la crianza con apego y una educación basada en el amor, el respeto y la
libertad.
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1° al 4 de Agosto visitará nuevamente nuestro país y brindará charlas para
padres, abuelos y profesionales.
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