SOCIEDAD
// VIOLENCIA OBSTÉTRICA
20:41
| La violencia obstétrica es una forma de violencia hacia la mujer. Desde
negarse a atender una situación post aborto hasta someterla innecesariamente a
una cesárea. Se desarrolla dentro del ámbito de la salud y tiene muchas
variables y aristas que la pueden perjudicar física y psicológicamente.
Por
Solange Rial // Jueves 29 de mayo de 2014 | 20:41
Es
por todas estas cosas que Diario Registrado habló con Valeria Wasinger,
integrante de la ONG Las Casildas, quien explicó cómo denunciar estos
episodios, cual es el marco legal y que hay que hacer para aportar nuestro
granito de arena para comenzar a erradicar estas prácticas.
¿Qué
se entiende por violencia obstétrica?¿qué tipo de consecuencias puede tener en
la madre y su hijo?¿en qué ámbitos y practicas sucede?
La
violencia obstétrica está tipificada dentro de la ley 26.485 (Ley de protección
integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres
en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales) como una de
las formas de violencia hacia la mujer. Constituye violencia obstétrica el
trato deshumanizado que recibe una mujer en el proceso de gestación, parto y
post parto como así también en una situación post aborto. El abuso de
medicalización, intervenciones y la patologización de los procesos naturales,
la infantilización de la mujer que la coloca en un lugar en el que pierde su
autonomía y capacidad para decidir sobre su propio cuerpo. Todo esto se ve
traducido en la práctica en situaciones que se viven sistemáticamente dentro
del ámbito de salud (ya sea público o privado) como pueden ser: impedir a la
mujer que esté acompañada por la persona que elija, que no se respeten los
tiempos fisiológicos del parto y éste sea “acelerado” por medio de diferentes
técnicas y/o intervenciones, que no sea informada de las intervenciones que se
le realizan a ella y a su hijo/a, que no se le permita tener libertad de
movimiento y elegir cuál es la posición más cómoda para ella para parir, que se
le realicen tactos vaginales frecuentes, que se le practique una cesárea
innecesaria existiendo las condiciones para que el parto sea vaginal, que se le
impida tener contacto inmediato con su hijo/a cuando no hay una cuestión de
salud que lo amerite, el maltrato verbal y psicológico por parte de cualquier
persona del equipo de salud. En el caso de mujeres que cursan un aborto,
constituye violencia también el trato no respetuoso, no mantener y respetar la confidencialidad de
la situación.
Más
allá de que la mayoría de los partos y nacimientos se desarrollan dentro del
sistema público y privado de salud, la violencia no está exenta tampoco en la
atención de partos domiciliarios por ejemplo.
Más
allá de las marcas físicas y visibles que pueden quedar a raíz del tipo de
violencia sufrida como pueden ser por ejemplo las originadas por una
episiotomía (corte en la vagina), que es una práctica totalmente estandarizada
y que muchas veces deja a la mujer con
secuelas que le impiden tener relaciones sexuales disfrutables por ejemplo, el
trato deshumanizante recibido y la sensación de no haber sido protagonistas de
su propio parto, de no haber podido elegir lo que querían para ellas y sus
hijos/as es algo presente en todas las mujeres que han sido violentadas y
perdura durante mucho tiempo después de haber parido. Esto también puede
impactar mucho en el vínculo posterior con el hijo/a y obviamente en la vida
sexual de la mujer y su pareja.
¿Cómo
se puede hacer una denuncia?¿La población está debidamente informada sobre este
tipo de violencia?
Actualmente
la manera de denunciar es a través de formularios que creó la CONSAVIG
(Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de
Violencia de Género), movilizada por la preocupación y el pedido que le
presentamos desde Las Casildas al recibir tantos testimonios de mujeres que han
sufrido violencia obstétrica y con la necesidad de poder contar con una
herramienta para poder vehiculizarlos. Estos formularios que pueden descargarse
de la página del Ministerio de Justicia y DDHH, de la CONSAVIG, de Las Casildas
y de otras agrupaciones de mujeres que trabajan en la temática, son presentados
en la institución (pública o privada) donde se produjeron los hechos
denunciados y con copia a la Defensoría
del Pueblo y al INADI. Si bien no existe una penalidad, lo que se busca a
través del mecanismo de la denuncia es poder activar para este tipo de violencia
se desnaturalice y que se puedan repensar las prácticas y la atención del parto
y nacimiento y elaborar estrategias para difundir, concientizar y erradicar la
violencia obstétrica.
En
general, las mujeres quieren denunciar porque sienten que es la única manera de
que esto no siga pasando, que no le suceda a otra. Es por ella sí, quien sufrió
la violencia pero también por las demás mujeres.
En
cuanto a la información si bien existe desde el año 2004 una ley de Derechos de
Padres e Hijos durante el proceso de nacimiento (Nº 25.929), que aún no fue
reglamentada pero que debería ser de pleno cumplimiento, la realidad es que
muchas mujeres y familias como así también profesionales de la salud la
desconocen. Esta ley especifica cuáles son los derechos de las mujeres durante
el proceso de gestación, parto y posparto y también los de los/as niños/as al
momento del nacimiento.
La
información es clave porque es lo que da la posibilidad de elegir libremente.
Si tengo toda la información realmente puedo elegir y es una manera de
apropiarme como mujer de este proceso que es mío al igual que mi cuerpo, por
ende debería poder ser yo quien decida sobre eso y no otro (médico/a,
institución, sistema de salud…) Es importante saber que tanto esta ley (25929)
y la 24685 hablan de derechos y consideran la violencia obstétrica como un tipo
de violencia. Estamos amparadas por esas leyes.
¿Cómo
puede prevenirse?¿quiénes son los que pueden controlar estas
irregularidades?¿hay planes o programas para concientizar?
Nosotras
trabajamos muy fuerte desde Las Casildas justamente para difundir y
concientizar acerca de qué es la violencia obstétrica, de derribar la
naturalización de la violencia. Creemos que la clave está ahí, en hablar, en
informarse. Que las mujeres no nos quedemos con que es algo que me pasó “a mí
sola”, que “mi bebé/a está bien y eso es lo que importa”. No. No está bien. No
es lo “normal” que te maltraten y te roben el parto. Se previene sacándolo a la
luz. Hablando de esto. Poniéndole el nombre que corresponde: VIOLENCIA.
Asumiendo que somos nosotros/as como padres y madres que tenemos que
apropiarnos de nuestros derechos y hacerlos valer. Conocer las leyes, exigir su
cumplimiento.
Por
el momento no hay planes o programas formales para concientizar acerca de la
violencia obstétrica específicamente, gran parte del trabajo es generado a
través de mujeres que militan (como nosotras desde Las Casildas) y movilizan la
información a través de diferentes actividades y campañas. La semana pasada fue
la Semana Mundial del Parto Respetado y como todos los años es una gran
oportunidad para hablar acerca de qué es un parto respetado y qué es la
violencia obstétrica. Informar y difundir. Creemos que es un tema que va
tomando cada vez mayor relevancia y al que poco a poco se le da más espacio de
difusión. Tener una semana al año para hablar del parto respetado es poco pero
es también una gran oportunidad para llegar a todos lados con el tema. Cada vez
más instituciones de salud realizan actividades de difusión y concientización
durante esta semana. Eso es buenísimo.
Desde
cada institución se debería velar para que la atención hacia una mujer, su
hijo/a y su familia durante este proceso sea respetuosa. Si bien no hay un
órgano específico que controle que la ley 25929 se cumpla, a través del trabajo conjunto de ongs de mujeres
y la CONSAVIG, por ejemplo se trabaja fuerte para que el tema sea atendido.
¿Cuál
es la importancia de las ONG´S en estos casos?¿Cuál es el rol que debería tener
el Estado?
Las
ong y movimientos de mujeres son vitales en este trabajo porque en general son
los lugares a los que primero acuden las mujeres que han sufrido violencia,
somos quienes estamos en el contacto cotidiano con ellas, que sabemos qué les
pasa, cómo se sienten y nos movilizamos para que se pueda hacer algo con eso,
que no quede en la nada. Mucho de los avances de los últimos años en cuanto a
todo aquello que tiene que ver con el parto respetado y la violencia obstétrica
(leyes, denuncias, difusión, etc) tiene que ver con el trabajo que venimos
haciendo las mujeres que nos organizamos para exigir que se cumplan nuestros
derechos, que podamos decidir sobre nuestros cuerpos y ciclos vitales. Nosotras
desde Las Casildas hemos hecho campañas gráficas y audiovisuales sobre el tema, y este año por
ejemplo, decidimos hablar del parto respetado y la violencia obstétrica a
través de una herramienta poderosa como es el teatro. Estamos presentando una
obra llamada Parir(NOS) donde está el testimonio de 4 mujeres que han tenido 4
historias diferentes de partos. Sentimos que a través de esta modalidad podemos
llegar a mucha más gente, darle más difusión al tema.
El
rol del Estado debería ser justamente el de velar porque las leyes que están se
cumplan, de activar los dispositivos de denuncias y darles seguimiento y resolución a las
mismas, de controlar y asegurar que el sistema de salud funcione en beneficio
de las/os usuarios/as y no en favor de otros intereses. Todavía no hay una
“estructura” pensada desde el Estado como para poder abordar esto en toda su
complejidad pero se está trabajando. Es difícil pero no imposible. Y además, el
Estado somos todos/as, es decir que cada uno/a con diferentes niveles de
responsabilidad claramente, tiene que contribuir a este trabajo.
¿Hay
estadísticas actuales? En el caso de haberlas, ¿se sabe cuáles los sectores a
los que más afectan estas prácticas?
Estadísticas
específicas sobre Violencia Obstétrica no existen. Si hay por ejemplo de qué
cantidad de partos vaginales y de cesáreas hay, pero no de prácticas como la
episiotomía, el uso de oxitocina para inducir el parto, maniobra de Kristeller,
separación de membranas, uso de anestesia peridural, etc. De este tipo de
intervenciones que son las que suelen estar sistematizadas en la práctica
cotidiana y que tienen que ver muchas veces con situaciones violentas, en cómo
se “resuelve” el parto (por qué vía, si vaginal o cesárea) o con la capacidad
de elegirlas o no (como el uso de la anestesia por ejemplo) no hay estadísticas
circulando. En el caso de la gran incidencia de cesáreas que se registran, el
porcentaje es un claro indicador de que en muchísimos casos no se trata de una
intervención estrictamente necesaria o por causas que lo ameriten. La OMS habla
de un porcentaje menor al 15% y en nuestro país dentro del ámbito público esa
cifra se ve superada en un promedio del 25% y en el caso de la atención privada
las cifras son aún mayores, llegando a pasar ampliamente el 50% de los
nacimientos por cesárea, tendencia preocupante que continua en aumento, algo
muy significativo. Creo que el denunciar también va a contribuir a poder hacer
estadísticas más fiables de estas prácticas no recomendadas y de las que no hay
números formales.
La
violencia obstétrica excede el ámbito específico donde se desarrolla la
atención del parto y nacimiento. Dentro de la salud pública es frecuente por
ejemplo que las mujeres que así lo desean no puedan acceder a la anestesia
peridural por una cuestión de costos. En
el ámbito privado, el factor dinero adquiere otra relevancia, y como justamente
“el tiempo es dinero” esperar los tiempos naturales y fisiológicos de un
trabajo de parto y parto con las horas que esto lleva, no son una posibilidad.
El maltrato y la violencia creo tiene que ver también con una concepción
verticalista y jerarquizada de la atención médica, donde hay uno/a que sabe
(el/la médico/a), y eso es indiscutible y alguien que tiene que aceptar ese
saber como válido. Cambiar la mirada en
esto es fundamental. Una mujer sana, embarazada y que va a parir a su hijo/a no
es una enferma y no debería ser tratada como tal.
Más
información en: www.lascasildas.com.ar
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