Entrevista
a la psicóloga Ruth Gimenez
19
de agosto de 2013 | 17:00 CET
Continuamos
hoy entrevistando a Ruth Giménez, que es psicóloga, doula, educadora de
masaje infantil y consultora internacional de lactancia (IBCLC. En esta
ocasión vamos a hablar de las prácticas de crianza que favorecen la salud
primal para poder ayudar a que los niños tenga las mejores
bases posibles para su desarrollo normal.
¿Qué
valor tiene la lactancia materna en esto?
Nadie
se atrevería a negar hoy en día que es lo mejor para nuestros hijos, porque es
el alimento que la naturaleza tiene preparada para nuestra especie, por lo
tanto para un desarrollo
óptimo del ser humano, debe alimentarse con lactancia materna. Es el
patrón oro de la alimentación infantil.
Pero
además todos sabemos también que la lactancia
materna no es sólo alimento físico, es también nutrición emocional.
La sensación de amor, calidez, seguridad, confianza, el contacto con la piel,
el sonido del latir del corazón… Todo esto favorece también el desarrollo
físico, mental y emocional del bebé.
¿El
masaje infantil también puede aportar mucho a la relación con el bebé?
Todo
lo que implique contacto piel con piel, como el masaje infantil. La piel es el
órgano más grande de nuestro cuerpo y está repleta de terminaciones nerviosas,
a través del sentido del tacto se recibe mucha información que va desarrollando
su red neuronal. Además el masaje es un gran facilitador del vínculo, reúne
todos sus beneficios en cuatro grandes grupos: interacción, relajación,
estimulación y eliminación.
¿Puedes
contarnos más de estos cuatro beneficios?
Sería
muy amplio desarrollar aquí estos cuatro grupos de beneficios, pero voy a
hablar un poquito del grupo de interacción que es donde se encuentra la promoción del
vínculo.
Con
el masaje se fomenta un momento íntimo y de calidad con el bebé, de atención
individualizada y exclusiva para él, se desarrolla también una comunicación no
verbal, con una especial atención a las señales del bebé.
Se
fomenta un sentimiento de respeto, ya que pedimos permiso al bebé y estamos
atentos en todo momento a si el bebé quiere continuar con el masaje o no.
Además participan todos los sentidos y propicia un contacto temprano con ambos
padres, esto facilita el establecimiento del vínculo con el padre también.
¿Y
entender mejor al bebé aumenta la autoestima y confianza y mejora las conductas
positivas en los padres?
Eso
es. Y además reduce las hormonas del estrés, estimula la lactancia, hay un
descenso en las probabilidades de padecer depresión posparto, y en caso de
padecerla hay una mejoría, debido al aumento de la confianza en la capacidad de
cuidar al bebé y a que, en el aspecto social, facilita el encuentro con otros
padres y madres.
¿El
portear al bebé es beneficioso?
El
porteo es otra forma de llevar al bebé cerca del pecho, en contacto íntimo. Los
primeros meses del bebé son delicados y llevarlos el mayor tiempo posible cerca
del pecho, en condiciones parecidas a cómo estaba en el útero, le ayuda a
adaptarse al mundo exterior.
El
bebé recibe mucha estimulación a lo largo del día, y si esto ocurre estando
encima de su madre, padre o figura de apego, se sentirá mucho más protegido
frente al mundo y esto le proporciona mayor seguridad.
¿El
colecho es una práctica muy recomendable?
Como
todas las prácticas relacionadas con la crianza respetuosa y con apego, es
polémica. Hace poco unos ingleses (Robert Carpenter y otros) publicaron un
nuevo estudio desaconsejándolo de nuevo por aumentar el síndrome de muerte
súbita del bebé.
Afortunadamente
María Berrozpe y Gemma Herranz han ido desengranado punto por punto el estudio
y se ha podido ver que habían obviado muchas variables muy importantes para
valorar la fiabilidad del estudio y sus conclusiones. Podéis leer más sobre
esto en El debate científico sobre la realidad del sueño infantil.
La
conclusión es que el colecho, siguiendo las pautas del colecho seguro que
recomienda la OMS y otras instituciones y profesionales, es muy
saludable porque favorece el desarrollo físico, psicológico y emocional del
bebé, favorece la lactancia materna que además es un factor
protector contra el síndrome de muerte súbita, proporciona seguridad al bebé al
tener cerca de su madre, permite que el bebé regule sus patrones de sueño con
los de la madre y la madre además puede disfrutar de un sueño más reparador.
Esto por nombrar algunos beneficios.
Además
de favorecer el vínculo y el desarrollo del niño, ¿el no realizar estas puede
perjudicar al niño?
Sí
que tiene repercusiones, y no hacerlo saber a las familias es informar de forma
inadecuada. Es responsabilidad de los profesionales dar una información veraz y
basada en la evidencia científica sobre estas prácticas, y no basarse en la
“opiniología”, que ocurre mucho.
O
justificar el no hacerlo por no querer hacer sentir culpables a las madres que
no lo hagan. Si un parto respetado, la lactancia materna o un contacto íntimo
con el bebé en todo momento, favorece el vínculo y el desarrollo del niño, es
lógico pensar que no hacerlo es privarle de todo eso, por tanto le podría
perjudicar.
¿Hasta
qué punto crees que influye el favorecer un vínculo seguro en una verdadera
mejora de la sociedad en su conjunto?
Realmente proteger la
diada influye en una mejora social y de salud general, ¿Por qué
este mensaje no ha calado todavía en todo el ámbito sanitario y en la sociedad
en general?
Son muchos años ya, incluso siglos, en los que se interviene en todos los procesos fisiológicos relacionados con la sexualidad de la mujer: embarazo, parto, lactancia…
Además seguimos instaurados en una sociedad de patriarcado y desarraigarse de todo esto es francamente difícil, aunque estamos en el camino.
Son muchos años ya, incluso siglos, en los que se interviene en todos los procesos fisiológicos relacionados con la sexualidad de la mujer: embarazo, parto, lactancia…
Además seguimos instaurados en una sociedad de patriarcado y desarraigarse de todo esto es francamente difícil, aunque estamos en el camino.
¿Nuestra
cultura promueve el desapego?
Venimos
de una cultura de “desapego” muy establecida, donde a nuestras madres, incluso
abuelas se les convenció de que todo lo que venía de nuestro cuerpo, nuestra
leche, nuestros instintos, eran malos. Tanto fue calando este mensaje que se
fue trasmitiendo de generación en generación y realmente es algo que tenemos
tan “en el disco duro”, que es un trabajo muy difícil y profundo cambiarlo.
Incluso
madres que estamos concienciadas y trabajadas, en momentos de dificultades o
vulnerabilidad dudamos de nuestras capacidades, además el entorno lo pone
difícil.
¿Y
los profesionales?
Los
profesionales de la salud, como personas que son, cuentan también con este
bagaje.
Puede
que hayan sido criados de esta manera y han criado la mayoría también
seguramente según estas creencias. Además son tantos años de intervencionismo
que la lactancia materna o el parto fisiológico es algo que ni siquiera se
estudia en las universidades.
¿La
reacción al recibir la información actualizada puede ser hostil?
El
que ahora se empiece a decir que estábamos equivocados y la evidencia
científica lo demuestre, abre una herida en los que así lo han hecho, madres y
padres, sean profesionales de la salud o no.
Muchos
se niegan a reconocerlo y sienten la necesidad de defender lo que en su día
hicieron, y la realidad es que lo hicieron pensando que era lo mejor para sus
hijos, porque los profesionales así lo decían, y todos queremos lo mejor para
nuestros hijos.
Los
profesionales de la salud también sienten la necesidad de defender la forma en
la que han trabajado hasta ahora y algunos no están dispuestos a cambiar. Esto
implicaría que la madre tiene el control de su parto, de su lactancia etc., por
lo tanto ellos lo pierden, y no están dispuestos a trabajar así.
¿Por
eso es tan importante que los profesionales estén actualizados y bien formados?
Para
poder informar correctamente a las madres, porque tienen una gran
responsabilidad entre sus manos, que es la salud de los niños que son la
sociedad del futuro y no pueden ni deben basar su trabajo en su opinión ni su
experiencia personal.
Terminaremos
mañana esta entrevista a la psicóloga Ruth Giménez, esperando que
os haya ayudado a tener una visión más completa de lo que un bebé necesita
cuando llega al mundo para desarrollar la mejor salud primal posible.
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