lunes, 25 de marzo de 2013

Madres amamantando




Esculturas a pie de calle: Normalizando la lactancia en público

Los parques, jardines, calles, plazas, entradas de edificios de uso público,… incluso los cementerios, lugar de último descanso, de muchas ciudades y pueblos están adornados con esculturas de mujeres amamantando a sus retoños.

Imágenes que pasan desapercibidas para los viandantes diarios pero que despiertan la curiosidad de los turistas. Para los primeros la presencia de la estatua no les provoca sobresalto, están acostumbrados a verla, la imagen no les provoca ni admiración ni rechazo, forma parte de su día a día cotidiano, como mucho si algún día se cruzan de frente y no van distraídos pueden esbozar una sonrisa de saludo hacia la madre y el hijo de piedra. Tan solo a los turistas les causa sorpresa encontrarse de frente con la mujer de mármol, de piedra, de metal,… con sus  pechos en pleno acto de comunión con sus hijos. Esa sorpresa se materializa en dos tipos de reacciones: una admiración por la hermosura de la escena o estupor al no estar acostumbrados a visualizar esa imagen en su vida diaria.

Eso mismo es lo que sucede en nuestras calles, parques, plazas,… cuando una mujer se abre la camisa y saca su pecho para dar de mamar en público a su hijo calmando de esa forma su necesidad de alimento o afecto (ambas igual de urgentes y necesarias de satisfacer con inmediatez).

Cuando se está acostumbrado a visualizar esa imagen en el entorno inmediato (familia, amigos, vecinos)  encontrarse en el banco de enfrente con una mujer dando el pecho no produce ningún tipo de reacción, como mucho se sonríe a la madre o al niño… tal vez incluso las mujeres de más edad se acerquen a la madre y la feliciten por su acto y rememorarán con ella su propia lactancia y maternidad.

Pero desgraciadamente en este mundo moderno y artificial que nos toca vivir la imagen predominante en el subconsciente colectivo cuando se trata de relacionar alimentación y niños es la de un artilugio de plástico llamado biberón. Por ello cuando los ojos que no conocen otra opción posible de alimentación infantil se encuentran con nuestros hijos mamando a plena luz del día en un banco cualquiera, de un lugar cualquiera, de una ciudad cualquiera, la sensación que embarga a esos ojos, a esas personas, es la de estupor, rechazo… El desconocimiento, la ignorancia, el analfabetismo biológico provoca rechazo, ira, indignación…

Si la lactancia materna fuera la opción normal de crianza cuando los ojos de los turistas se encontraran frente a frente con las esculturas que inmortalizan en piedra, mármol o metal esa parte básica de la maternidad no mostrarían estupor ni asombro. No. Mostrarían una sonrisa a la madre y el hijo de piedra y sus conversaciones además de alabar la belleza de la imagen se centrarían en los detalles de la estatua, la habilidad del artista, el realismo de los detalles…

Mientras llega el día en que abrirse la camisa y amamantar a los niños en público sea lo normal tendremos que conformarnos con alabar la belleza de estas y otras estatuas similares que adornan las calles, plazas, parques, jardines… de nuestras ciudades, que poco a poco, día a día colaboran en el proceso de normalización de la lactancia.

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