Boletín Lactancia Materna Hoy
LINDA KUTNER – RN-BSN, IBCLC –,
Mother Baby Journal, Noviembre de 1999.
Madre e hijo
Pastel-1880
Mary Cassatt (1844-1926)
Colección privada
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Vivir con un niño que llora excesivamente día tras día es una gran preocupación para la familia. Cuando se diagnostica cólico, muchos padres se sienten aliviados de, finalmente, tener un diagnóstico. Wessel y colaboradores definieron el cólico como ataques de llanto o molestia inexplicable, que dura más de 3 horas por día, más de 3 días por semana, más de 3 semanas, en lactantes más de 3 meses.
Una vez que estos bebés comienzan a llorar, parecen incapaces de parar.
Actualmente, el cólico parece ser el diagnóstico de moda para cualquier bebé que se molesta o llora más de lo que los padres creen normal. El diagnóstico ya no se restringe a los criterios de Wessel. Los profesionales de salud y los padres son rápidos en diagnosticar que un bebé tiene cólico. ¿Será porque, una vez instaurado este diagnóstico, la investigación terminó, y sólo resta esperar que el bebé crezca para superar esta aflicción?
El verdadero cólico parece no tener cura. Pero la "Conducta Colicosa", frecuentemente tiene una causa específica y los síntomas pueden ser atenuados, si no eliminados, trabajando para descubrir la causa.
El consejo más frecuente que se da a una madre que amamanta a un bebé con cólico es pasar al bebé a fórmula. Esto, por supuesto, aumenta el sentimiento materno de inadecuación para la crianza y, más aún, cambiar a fórmula no alivia el llanto.
La anestesia peridural podría ocasionar bebés más llorones más difíciles de manejar, el quinto día y al mes de vida (Murray y Col.).
Las madres fumadoras (de más de cinco cigarrillos diarios) refieren más frecuentemente llantos de sus bebés. Se encontró que fumar más de 15 cigarrillos diarios disminuye significativamente los niveles de prolactina en plasma y aumenta los de somatostatina, péptido inhibidor de la liberación de prolactina. Ambos hechos combinados pueden resultar una disminución de la provisión de leche en las madres fumadoras.
Bebés amamantados catalogados como colicosos, o de conducta colicosa, pueden estar reaccionando a algún componente de la dieta materna. Algunos aceites esenciales, o los sabores de ciertos alimentos, pueden pasar a la leche, y el bebé puede ocasionalmente reaccionar a esta presencia, pero esta conducta no deberá ser clasificada como cólico del lactante. En otros estudios, alimentos como cereales, arroz, productos lácteos, huevos, legumbres, cítricos, chocolate, carne vacuna o de cerdo causaron reacción en bebés que fueron calificados como de conducta colicosa.
En otro estudio, la supresión de la ingesta de lácteos en la madre mejoró el cólico en sus bebés. La intolerancia a proteína de LV ingerida por la madre ocasiona bebés irritables, que rechazan el pecho, o presentan vómitos y regurgitaciones mayores de lo esperado, presentando deposiciones líquidas y muy frecuentes.
Amamantar con horarios rígidos puede conducir a un bebé a una conducta colicosa por distintas razones. En primer lugar, limitar la frecuencia y/o duración de las mamadas puede frustrar e irritar al bebé. Si el bebé da señal de que necesita ser alimentado y sus señales son ignoradas, es posible que deje de demandar. Entonces, ¿cómo verá al mundo y a sus cuidadores, si sus demandas de cuidado y atención son ignoradas?
En segundo lugar, puede ocurrir una complicación por sobrecarga de lactosa. La madre cree que es necesario que el bebé tome de ambos pechos y sin exceder un tiempo predeterminado. Así, las mamadas consisten principalmente en leche inicial, rica en lactosa pero pobre en grasa. Esto se asocia con rápido tránsito intestinal, heces explosivas, líquidas y verdosas, aumento de la formación de gas, con aumento de vómitos y regurgitaciones. Todo esto conduce a un bebé inquieto y colicoso.
En estos dos casos, hay que enseñar a las madres a confiar en el bebé y en sí mismas, y a amamantar "por señales". El bebé debería permanecer en el primer pecho dado hasta que lo deje espontáneamente o se duerma. Se le puede ofrecer el segundo pecho luego de eructar, si da signos de precisarlo.
En las culturas occidentales, se diagnostica cólicos hasta en el 20% de los bebés, pero esto es mucho más raro en otras culturas donde los bebés muy raramente son separados de sus madres. El llanto excesivo es una de las quejas más frecuentes de los padres en búsqueda de ayuda profesional durante el primer año de vida de sus hijos. Como adultos, el llanto de un bebé nos resulta inquietante, irritante y hasta exasperante, pero nuestra cultura nos enseña que debemos tratar de calmar al bebé con un chupete, un biberón, un cambio de pañales, y que sólo como último recurso deberíamos alzarlo.
¿Puede que nuestros métodos de crianza sean responsabilidad de que el 20% de nuestros bebés tengan diagnóstico de cólicos?
El cólico es real, pero antes de calificar a un bebé como colicoso, investiguemos todas las posibilidades, incluyendo las expectativas parentales no realistas. Los estudios muestran que los bebés que son alzados lloran menos. ¿Podemos enseñar a los padres a aceptar y utilizar esta solución de baja tecnología?
¿Podemos, como profesionales de la salud, disminuir la frecuencia del cólico y las conductas colicosas enseñando a los padres lo que es una conducta normal y esperada?