Para Melina, una madre de estreno
Les escribo
para hacer una consulta sobre lactancia materna al doctor Carlos González,
colaborador de su revista. Les rogaría que me contestaran cuanto antes porque
la situación que a continuación les relato me crea mucho estrés y temo que el
niño acabe notándolo.
Estoy
amamantando «a demanda» a mi hijo (el primero) que acaba de cumplir dos meses.
El niño está
muy bien, sano, dentro de su peso y talla, muy despierto y alegre. El problema
es que no sigue ningún horario regular en las tomas y hay veces (sobre todo por
las tardes) que no aguanta más de una hora. Su pediatra me ha dicho que le
tengo que aguantar mínimo dos horas para ofrecerle el pecho pero no consigo que
aguante tanto. Aparte que en cada toma solo coge un pecho (o bien se duerme, o
si está despierto, aunque le pongo, es imposible que mame el segundo) y el otro
me lo tengo que vaciar con el sacaleches. ¿Aguantaría más tiempo si tomara los
dos pechos? y ¿cómo distinguir si llora porque tiene hambre o por otra causa?
No sé si le pongo demasiado pronto al pecho o tendría que dejarle llorar más
para ver si es otra cosa (gases, pañal sucio, sueño…). No sé si le estaré
acostumbrando a que se calme con el pecho tenga o no hambre, y las
consecuencias que esto podrá tener más adelante. Por eso les ruego me indiquen
si lo estoy haciendo bien, porque aunque quiero seguir dándole el pecho, se me
hace muy duro porque es igual por la noche y no se descansa nada, el cansancio
y el sueño te hace ver todo más negro y te dan ganas de abandonar la lactancia.
Muchas gracias.
Pilar
Apreciada
amiga:
No logro
entender qué interés puede tener su pediatra en que su hijo «aguante» dos horas
entre toma y toma. Todo el asunto, sencillamente, no se «aguanta» de puro
ridículo.
Supongamos que
su hijo toma un pecho, lo suelta, y al cabo de quince segundos toma el otro.
¿Tiene su pediatra algo que objetar? Supongamos que toma un pecho, hace el
eructo y algunos gorgoritos, y al cabo de cinco minutos toma el otro. ¿Algún
problema?
¿Y si pasan
quince minutos entre pecho y pecho? ¿Y si pasan sesenta minutos? Si sesenta
minutos es «muy poco» tiempo, estará usted de acuerdo en que cinco minutos es
menos, y quince segundos es todavía menos. Menos mal que su hijo solo toma un
pecho, porque según las normas que le han dado, tendrían que pasar al menos dos
horas entre pecho y pecho.
Los niños
necesitan a veces un pecho, y a veces dos. A veces necesitan amar veinte
minutos de un solo pecho, y a veces acaban en dos minutos y no quieren más. A
veces vuelven a mamar al cabo de unos segundos de soltar el pecho, y a veces no
lo piden en varias horas. Nadie puede decidir por ellos; su hijo es el único en
el mundo que sabe cuándo y cuánto necesita mamar.
Para saber si
lloran por hambre o por otra causa, lo más cómodo suele ser ofrecerles el
pecho. Si maman y se callan, es que querían pecho; si siguen llorando, es que
querían otra cosa. Por supuesto que jamás tendría que dejar llorar a su hijo;
no siempre podrá calmar su llanto, porque a veces no sabemos por qué lloran o
nos es imposible consolarlos; pero como mínimo se ha de intentar. Si quien
llora no es su hijo, sino su marido, su cuñada o su amiga, ¿cuánto rato
esperaría usted sin hacer nada antes de intentar consolarles?
Los niños se
calman con el pecho cuando tienen hambre, y muchas veces también cuando no la
tienen. El pecho no es un simple método de alimentación, sino que aporta mucho
más: consuelo, cariño, calor, compañía… Si el pecho solo fuera comida, los
niños que toman el biberón no necesitarían nada más; pero en la práctica casi
todos los niños necesitan también un chupete. Y les basta con esas dos cosas
porque se las da su madre, porque toman el biberón y el chupete en sus brazos;
a un huerfanito a quien nadie hiciera de madre, todos los biberones y chupetes
no bastarían para evitarle graves daños psicológicos o probablemente la muerte.
Usted no está
acostumbrando a su hijo a calmarse con el pecho. Su hijo se calma con el pecho,
que es distinto. No sé si se entiende el matiz. Un ejemplo: cada vez que su
hijo llore, dele 50 euros y váyase. ¿Cree que se calmará la primera vez? ¿Cree
que se calmará cuando lleve un millón gastado y «se acostumbre»? Evidentemente
no (tal vez se calmaría si le da el dinero y se queda. Pero es por usted, no
por el dinero, si lo coge en brazos también lo puede entretener con una revista
vieja). En cambio, con el pecho, no ha hecho falta insistir hasta que «se
acostumbró»; la primera vez que se lo dio, ya se calmó. El pecho, o el contacto
con mamá, son intrínsecamente calmantes. ¿Qué consecuencias tendrá más adelante
el que usted le atienda rápidamente cada vez que llore? Cada vez llorará menos,
porque verá que no necesita llorar mucho para que le atiendan. Aprenderá que
puede confiar en usted, y a través de usted en los demás. Aprenderá que es
importante, que es digno de atención y que puede esperar un buen trato de los
demás. Eso le dará confianza en sí mismo y seguridad, capacidad para establecer
relaciones interpersonales sólidas de amistad recíproca con otros seres
humanos. En definitiva, la felicidad. Desde luego, es agotador tener hijos y
criarlos. Pero es más agotador todavía si tienes que seguir ridículos horarios,
o dejarlo llorar a media noche para cumplir extraños preceptos
seudorreligiosos. Si duerme junto a su hijo y se lo pone al pecho en cuanto
dice «ajo», ambos recuperarán el sueño enseguida y podrán descansar bastante
bien. Es posible que, para cuando reciba esta respuesta, hayan conseguido
obligarla a darle a su hijo algún biberón. Puede dejar de dárselos. Siempre se
puede. Solo tiene que tirarlos a la basura y darle solo el pecho. La leche
vuelve a salir. Espero que estas reflexiones le sean útiles, y le deseo toda la
felicidad con su hijo. Ya nos contará más adelante cómo le va. Saludos
cordiales.
Carlos
González
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola, si leíste el post, seguro tenés algo que comentar, pues hacelo!!!