En todo el país / Trabajan por la
prevención Domingo 07 de junio de 2009
Son 500 profesionales que organizan
talleres gratuitos sobre infecciones respiratorias para padres de prematuros y
chicos pequeños
Susana Espíndola, con mamás de prematuros en la Unidad de Cuidados Intensivos de la Maternidad. Foto: LA NACION / Andrea Knight |
En su vida, dice, hubo muchos momentos importantes. Pero nada supera lo que sintió cuando su hija María, de 25 años, le dijo: "Mamá, ya lo decidí: dejo medicina y me paso a enfermería. Es lo mío".
Ese día, Ana María Mansilla sintió que la
semilla que su madre y su abuela habían hecho germinar en ella seguía su
¿inevitable? destino.
"Y sí? es que con María tendremos la
cuarta generación de enfermeras en la familia", dice esta activa mujer de
45 años mientras acomoda carteles con las palabras "virus",
"bacterias", "tos", "fiebre" y otras no demasiado
amigables, sobre un pizarrón portátil que dentro de unos minutos le permitirá
dar -una vez más- un taller de educación para padres de bebes y niños pequeños,
con el objetivo de que la educación ayude a disminuir las reinternaciones, las
secuelas y la mortalidad que producen las infecciones respiratorias agudas
bajas (IRAB), la principal causa de consulta médica y de internación en menores
de 2 años (ver recuadro).
Los talleres que Ana María Mansilla
ofrece a papás de bebes prematuros recién nacidos y en seguimiento en el
Policlínico de San Justo, donde es enfermera de la Unidad de Cuidados
Intensivos Neonatales (UCIN), son la reproducción de la capacitación que ofrece
a los enfermeros el laboratorio que produce el anticuerpo monoclonal que se
indica, con el aval de las principales sociedades científicas, a bebes
prematuros extremos con enfermedades respiratorias o cardiopatías, para
dotarlos de mayor inmunidad frente al virus sincicial respiratorio (VSR). Este
virus causa una enfermedad muy mencionada cada invierno, la bronquiolitis, una
de las IRAB más frecuente en la población pediátrica -para la que no existe
vacuna- y que es especialmente riesgosa entre los prematuros, los bebes más
vulnerables.
La propuesta inicial fue que enfermeros
especializados en terapia intensiva neonatal se capacitaran para capacitar a su
vez a padres y cuidadores de prematuros. Pero la tarea se extendió, y los
talleres empezaron a darse también a los padres antes de las visitas de control
al pediatra, en los barrios (a veces, casa por casa) y en escuelas.
"Se formaron unos 80 enfermeros
especializados de todo el país, en la ciudad de Buenos Aires, el conurbano,
provincia de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Rosario y Tucumán", dice la
licenciada Susana Espíndola, jefa de Enfermería de Terapia Intensiva Neonatal,
turno tarde, de la Maternidad Sardá, coordinadora del grupo Enfermeros por la
Prevención de los hospitales de la Capital Federal.
"Los colegas transfieren luego la
formación a otros, que suman alrededor de 500. Sí, todos trabajamos ad honórem
-agrega Susana Espíndola con una sonrisa entre triste e irónica-; y no somos
sólo mujeres: hay enfermeros varones en los grupos."
AMAR Y EDUCAR
"Qué bien que explica, qué
útil", murmura Débora, la mamá de Ambar, de un año, que desde las 8 de la
mañana espera la consulta con el pediatra en el hospital de San Justo, donde
nació su hija. Escucha el taller de la enfermera Mercedes Barrera, que detalla
la importancia de lavarse bien las manos luego de cambiar los pañales y antes
de dar de mamar, y de que todos los adultos se vacunen si llega a la casa un
prematuro.
"Es una satisfacción tener este
contacto con la gente -dice Mercedes, de 55 años y enfermera hace 9-. La
enfermería es mi vocación: crié tres hijos y cuando fueron grandes me puse a
estudiar. Hice la secundaria, la carrera de auxiliar de enfermería y después la
de enfermera profesional. La gente nos agradece, pero las agradecidas somos
nosotras."
En la Maternidad Sardá los talleres se
proponen también a los abuelos y a los hermanos mayores de prematuros.
"Hay una importante proporción de mamás adolescentes -explica Susana
Espíndola-, y los abuelos se ocupan de sus nietos. Y también asisten a los
talleres los hijos mayores, que no entienden por qué mamá volvió a casa sin la
panza pero sin el bebe, y se sienten aliviados al ver que el hermanito, aunque
sea en esa cajita (por la incubadora), finalmente existe."
Gabriela Navarra LA NACION
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