Sábado 01 de febrero de
2014 | Publicado en edición impresa
Opinión
Por Alejandra
Martínez | Para LA NACION
Yo no sé si es una moda
reciente esto de llevar a los bebes "cargados". Desde hace algunos
años se ha comenzado a hablar de crianza respetuosa o crianza con apego, y me
parece que estos nuevos estilos han llegado para quedarse. En realidad, en
lugar de llegar, han vuelto, porque esto de cargar a nuestros hijos es
milenario. Desde los inicios de la humanidad el hombre se ha ingeniado para
llevar consigo, cargadas, a sus crías. Si bien hoy nos ayudan los cochecitos,
si miramos con perspectiva, sólo tienen un par de siglos...
Pero ¿qué tiene que ver
el bebe primitivo con el ser humano de esta sociedad moderna y civilizada?
Mucho. Según estudios, las necesidades de un bebe recién nacido son idénticas
desde hace miles de años a esta parte: contacto, alimento y mirada permanente.
Luego de nueve meses en el confort del útero, necesita un tiempo de adaptación,
que bien podría pensarse como un período de exterogestación.
Pienso que la llegada de
estos estilos de crianza a la sociedad moderna fue motivada por la Guía del
Método Canguro, publicada por Unicef en el año 2003, donde recomienda el
contacto piel a piel, continuo y prolongado para todos los bebes, no sólo para
los prematuros, como se venía utilizando hasta ese momento.
Hoy, gracias a los avances
en las neurociencias sabemos que las conexiones entre las neuronas (sinapsis)
son más fuertes en un niño que ha sido cargado en brazos que en las de uno que
no lo fue. Éstas y otras investigaciones científicas, importantes para el mundo
racional en el que nos movemos, nos han sido útiles para descubrir que los
bebes piden estar en brazos porque lo necesitan.
Personalmente, cambió la
historia de mi vida el hecho de saber que en las culturas ancestrales casi no
existe la muerte súbita; y que eso podría deberse al permanente contacto
físico. Conocer esa información fue el leitmotiv para crear Maminia, con el
deseo de que muchos bebes se beneficien del contacto, al ser cargados en las
guaguas y mochilas que fabricamos. Hace años que me vinculo con familias que
eligen incorporar a sus hijos a su vida diaria. Nos han enviado fotos
insólitas: bailando, dando un concierto, meditando, jugando al bowling, en la
playa... También sé que algunos se entusiasman, porque se sienten seguros, y
hasta andan en bicicleta, a caballo o cocinan. Ante eso, digo: como todo lo que
hacemos con nuestros hijos, es importante ser cuidadosos con su seguridad y el
lugar donde los exponemos. No olvidemos que de la mano de la ciencia y la
tecnología, estamos rescatando costumbres que nos abren las puertas de un mundo
de posibilidades.
La autora es doula y
creadora de Maminia www.maminia.com
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