lunes, 17 de febrero de 2014

Un natural estilo de vida


Por Héctor Martínez Gómez, Pediatra Neonatólogo

Metodología Madre Canguro

Información perteneciente a la revista NUEVO COMIENZO, Vol. 15 Numero 3 Año 2003
La leche materna contiene sustancias que propician el desarrollo del sistema inmunológico del bebé. Algunas de ellas son las inmunoglobulinas, los factores específicos o inespecíficos de protección y los elementos celulares.
Otros elementos presentes en la leche materna ayudan al desarrollo armónico del organismo. Son las sustancias hormonales, funcionales, de maduración celular, de funcionabilidad.
Cuando se escucha hablar del Manejo Tradicional del Prematuro, nos encontramos con la siguiente realidad: el niño nace, es separado de su madre y es llevado a una incubadora de la Unidad. Según los requerimientos patológicos del niño o la niña, o su condición de salud, su peso y edad gestacional, puede ser en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) para los casos más graves dadas las implicaciones que su misma inmadurez le presenta; si se sospecha de un cuadro infeccioso, éste puede ser significar un aislamiento aún más severo.

Las otras unidades, de Cuidados Intermedios o Mínimos, sirven para complementar el tratamiento iniciado en la UCI o hacen parte de un manejo dedicado exclusivamente a observación o al “engorde”, como suele llamarse en muchos centros de diferente distribución geográfica.

El grupo de profesionales que presta asistencia, los colaboradores y auxiliares hacen y ejecutan su labor, muchas veces en una forma rutinaria y mecánica, independiente de su idoneidad, la mayoría de las veces excepcional y de altas calificaciones. Ellos generalmente están respaldados por los últimos comentarios, hablados o escritos, sobre el igualmente último informe científico cada vez más exitoso según los resultados estadísticos a la orden de quien los quiera consultar.

La entrega del niño o la niña a la madre o a la familia, en general puede demorar desde unos pocos días hasta meses, dependiendo del problema inicial con el cual cada bebé haya nacido. Este lapso de permanencia en el hospital conlleva un riesgo propio de la flora patógena que es muy frecuente a todos los centros de salud en cualquier lugar del mundo, ya sea este un medio muy desarrollado, o peor aún, si el hospital o centro de salud pertenece a un país que está en el proceso de un mejor desarrollo.

Este es el panorama que debe recorrer un niño con el llamado manejo tradicional, y que viene sucediendo desde el final del siglo XIX cuando un médico francés inició y creó las incubadoras hoy ampliamente utilizadas en el mundo. Es bien sabido y entendido que a mayor desarrollo social y económico de las Unidades, el número de elementos que completan su infraestructura es mayor y de más impactante sofisticación, que si bien es imperativo preservar una vida, esa tecnología es muchas veces inaccesible para la mayoría del mundo en donde suelen nacer estos pequeños prematuros o con bajo peso para lo esperado.

Algo que el manejo tradicional enfatizó durante muchos años, por no decir casi un siglo, fue la necesidad de tener al niño separado de su propia madre ante el riesgo de que pudiera ser “enfermado” (contaminado) por ella misma. Lo que no se ha divulgado y que aún no se ha realizado, es un trabajo científico en donde se haya evaluado el resultado de la separación de un ser tan dependiente y tal lábil al aislamiento y en especial a la carencia de afecto y que es difícil que el personal de las mencionadas Unidades prodigue a estos pequeños seres humanos.

En el mismo comienzo de la vida intrauterina, ¿cuántos seres sobrevivieron orgánicamente pero no lograron la superviviencia emocional y afectiva? Bien lo decía el Dr. Pierre Budin, considerado el primer neonatólogo moderno, en su libro El Lactante que, gracias a las incubadoras había logrado salvar muchos niños, pero muchos de ellos a costa de perder a su propia madre. La importancia del vínculo afectivo entre madre e hijo está demostrada por la naturaleza y la historia de la humanidad. Ambas enseñan que las crías recién venidas al mundo dependen del ser que sienten más cercano y que más valoran en ese momento, es decir, de la madre que los ha concebido.

Existen lazos muy profundos y directos entre lo que el hijo necesita y lo que la madre siente en vista de la dependencia total del recién nacido. Además, no podemos olvidar que el ser humano no es solamente alguien que come, sino también una personalidad cuyos pensamientos, sentimientos y emociones son fundamentales.

En este sentido, múltiples estudios han demostrado sustanciales cambios de perspectiva en donde se ve que el feto mismo ya tiene una sicología compleja y característica y que siente y reacciona frente a fenómenos que le resultan gratificantes, como por ejemplo, el ritmo cardíaco y la temperatura de la cavidad uterina.

¿Por qué el Programa Canguro?
En el mundo nacen anualmente 20 millones de niños con bajo peso, de los cuales el 5% nace en los países desarrollados y el otro 95% nace en los países muy pobres o en proceso de desarrollo. Es inherente a la prematurez la alta morbilidad y las consecuencias de un alto riesgo de incapacidades derivadas de secuelas neurológicas, nutricionales, trastornos de aprendizaje o fenómenos de un estimativo pobre por parte de la familia y de la sociedad.

En el Instituto Materno Infantil de Bogotá, Colombia, se seguían los parámetros trazados por el manejo tradicional, incluyendo el consumo de leches derivadas y modificadas a partir de la leche de vaca (leches de fórmula), con resultados inaceptables para cualquier condición humana.

A partir de enero de 1979, con la idea inicial del profesor Edgar Rey Sanabria (q.e.pd.) y la implementación, desarrollo y demostración del autor del presente artículo, se inició un cambio del manejo tradicional hacia parámetros muy claros y especialmente muy naturales como corresponde a cualquier proceso de procreación, gestación, nacimiento y crianza de todo ser humano.

Calor, leche materna y amor
Sabemos que el prematuro tiene una muy pobre o casi nula capacidad para regular y conservar la temperatura, por eso la incubadora que proporciona calor. Entonces, al colocar al niño o niña en contacto con la piel de la madre (padre, hermanos o algún miembro de la familia), éste recibe por ley física, el calor que pasa del cuerpo más caliente al más frío. Así, el niño o la niña recibe y conserva la temperatura necesaria para sus parámetros fisiológicos.


El otro aspecto determinante es la alimentación, que en el caso de la Metodología Madre Canguro corresponde fundamentalmente a leche humana, a leche de su propia madre, quien en forma sabia, dotada por la naturaleza, adecúa su leche de acuerdo a la edad gestacional de su bebé. Es bueno resaltar que los requerimientos del bebé están relacionados con su edad gestacional: entre más pretérmino es el niño o niña, sus requerimientos en proteínas, sodio, potasio, etc., son mayores. Igualmente, debido a la deficiencia de lactasa por su inmadurez, las necesidades de lactosa son menores.

Pues bien. Así es la leche de una madre que ha concebido y dado a luz un bebé prematuro: con mayor cantidad de los elementos descritos y menor cantidad de lactosa. Es una forma increíblemente sabia, que además contiene todo el cúmulo de sustancias protectoras (inmunoglobulinas, factores específicos o inespecíficos de protección, elementos celulares) que hacen totalmente inigualable la leche de una madre y que de ninguna forma, hasta el presente, se ha podido envasar en un tarro. Esto por referirnos al efecto protector contra las infecciones, porque también existen otros elementos en la leche humana que igualmente son imposibles de encontrar en las leche de fórmula: son un sinnúmero de sustancias hormonales, funcionales, de maduración celular, de funcionabilidad a diferentes sistemas orgánicos y que están encaminadas a que el organismo que las recibe funcione sincrónica y adecuadamente.

Sería extendernos demasiado para explicar todo este mundo maravilloso que viene en la leche de una madre o de una mujer donadora cuya leche se puede pasteurizar, para un uso común.

En tercer lugar, el otro aspecto fundamental corresponde a la estimulación precoz, temprana, oportuna, necesaria e incuestionablemente relevante para todo niño, para todo humano: el componente afectivo. Cuando nos referimos a estimulación estamos puntualizando dentro del marco de la Metodología Madre Canguro, tanto a la estimulación orgánica como a la estimulación afectiva.

Veamos. Desde el punto orgánico, todo niño o niña que nace antes de tiempo (antes de la semana 37 de gestación) tiene tendencia natural, por inmadurez, a presentar apneas; el permanente contacto estimulante que propician el tocamiento, el arrullo, la cercanía del latido cardíaco de la madre y su movimiento, hace que desaparezca esta situación patológica de la apnea. Además, ese estímulo positivo y precoz a través de sus cinco sentidos, que son la vía de recepción de todo conocimiento, permitirá obtener más y mejores resultados. Varios estudios, y es uno de los puntos de nuestra experiencia personal con más de 5,500 niños y niñas pretérmino manejados con la Metodología Madre Canguro, muestran que su desarrollo mental es mucho más claro y notorio que el de un niño que se haya aislado de la madre o de su ambiente estimulante de familia, dentro del método tradicional.

Desde el punto de vista del estímulo afectivo, cualesquiera puede comprender cómo va a ser el niño o niña que de manera rápida y precoz recibe el amor como elemento inseparable de la condición humana y que difícilmente se puede obtener al estar aislado dentro de una incubadora.

Es importante aclarar en este momento que nunca estaré en contra de las Unidades, su estructura y su manejo científico, del cual también soy parte activa en mi trabajo como neonatólogo. Pero sí es conveniente entender que debemos hacer uso racional de todo el ambiente científico del cual también hace parte una madre cuya naturaleza la ha dotado del don de gestar la vida misma.

Un cambio hacia lo natural
Entonces, el amor, el calor y la leche materna son los pilares de cualquier Programa Madre Canguro a lo largo y ancho del mundo.

Nuestro cambio consiste en manejar los niños y niñas, ya no de acuerdo a su peso sino a su condición clínica: los padres ingresan lo más rápidamente posible a la Unidad donde el niño o niña se encuentra hospitalizado y allí establece el contacto precoz; en la medida de todas las posibilidades se motiva para que la madre pueda alzar y cargar a su bebé. Si el niño está conectado a un ventilador y puede, sin ser desconectado, colocarse al pecho de la madre al lado de la incubadora, el mundo cambia para él. Desde ese momento recibe una mejor medicina y una más rápida recuperación de su patología.

Hay suficientes estudios que demuestran éste también maravilloso logro del contacto piel a piel que pregona la Metodología Madre Canguro. De la misma forma, si el niño o niña siguen evolucionando hacia la mejoría, o sencillamente es pequeño pero no presenta o ya superó su patología inicial, se orienta a la madre y al padre para que lo carguen, lo calienten y le estimulen, y después de una observación prudente pueda ser llevado a la casa para continuar siendo cargado entre los pechos de la madre, del padre o de cualquier otro miembro de la familia.

Además de ser alimentado con leche materna y asistir periódicamente a la consulta del Programa para ser evaluado, se le indican a la familia los parámetros afines que se deben continuar con este manejo ambulatorio.

Hoy, cerca de cumplir 25 años de experiencia con Programas Canguro en los cinco continentes, en diferentes y variados centros hospitalarios del mundo, tanto en países en desarrollo como en países de avanzado desarrollo de Europa, constatamos que ellos tomaron y aprendieron directamente de nuestra información y formación personal. Ellos muestran resultados inigualablemente incontrovertibles e irreversibles para la salud física y emocional de muchos pequeños.

Resultados en desarrollo personal, coeficiente intelectual, desarrollo afectivo-emocional y disminución infinita de costos inmediatos y a largo plazo han demostrado y han permitido entender cómo este aporte de la medicina colombiana al mundo vuelve a retomar un aspecto eminentemente natural: que la procreación, la gestación y el nacimiento tienen tres inseparables protagonistas, la vida, la madre y su hijo.

Datos de interés
Antes de establecer el Programa Canguro en el Instituto Materno Infantil en Bogotá, Colombia, muchos bebés eran abandonados por sus madres que al poco tiempo no regresaban por ellos.
Investigaciones realizadas en Inglaterra han mostrado que el ritmo respiratorio del bebé prematuro en el Programa Canguro se acomoda con el de la madre. Por ello es que los bebés tienen menos episodios de apneas.
Los bebés en el programa Canguro tienen menos riesgo de contagio de enfermedades frecuentes en los centros de salud.
Así como en el bebé a término la leche materna cambia su composición dependiendo del momento del día y de la edad del pequeño, la madre de un bebé prematuro produce una leche con mayor contenido de proteínas, sodio y potasio, ajustándose a las necesidades de ese pequeñín.
El contacto con la piel de su madre preferiblemente, de su padre o de sus hermanos, propiciado por la metodología Madre Canguro, permite que el bebé conserve la temperatura que requiere.
Héctor Martínez es médico pediatra neonatólogo y desarrolló con Edgar Rey Sanabria la Metodología Madre Canguro en el Instituto Materno Infantil en Bogotá, Colombia. Recibió el Premio Sasakawa que otorga la Organización Mundial de la Salud a quienes propician avances en la medicina que benefician a grandes sectores de la población. E-mail: canguronet@hotmail.com




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