Por: Berna Iskandar (@conocemimundo)
el 07/08/2013
Desde que el ser humano
pobló este mundo, la manera natural de alimentar al bebé de nuestra especie era dando la teta, hasta que
surgió la industrialización de la leche y con ella la popularización de los
teteros, con lo cual dar el pecho se convirtió en una práctica poco común. Así
mismo los bebés humanos se calmaban en brazos o se porteaban todo el tiempo en
pareos o fulares, pegados al cuerpo de mamá, hasta que surge la novedad
histórica de cochecitos, sillitas eléctricas de esas que vibran o se mecen,
entre otros artilugios o sustitutos del cuerpo materno. Igualmente siempre
había sido el pecho de la madre lo que calmaba la necesidad de succión (por
hambre o consuelo) de los niños hasta que se destetaban naturalmente a una edad
en que ya no necesitaban llevarse ni dedos ni otros objetos a la boca para
sentir seguridad. Pero un día se inventa el chupón o “pacifier” (pacificador),
que luego pasó a ser tan popular y recomendado por médicos y otros
profesionales de salud, como sustituto del pecho materno.
Todos estos cambios
normalizaron el hecho de que los niños, buscando el consuelo que dejaron de
obtener con la teta o el cuerpo de la madre, desarrollen dependencia al chupón,
chupete o en su defecto al dedo, con lo cual las mismas personas que recomiendan
o eligen tetero y chupón -a determinada edad del niño cuando ya se ha arraigado
el hábito- son los que comienzan a presionar para quitarlo, muchas veces
recurriendo a métodos bruscos, represivos que provocan sufrimiento a la
criatura.
Muy a menudo, mamás y
papás me manifiestan su angustia acerca de cómo cumplir con el mandato de
pediatras o de odontólogos que indican quitar el chupón o el dedo a su bebé a
partir del año y medio o dos años. Todos los padres que me consultan lo hacen
huyendo de recomendaciones directivas o impositivas e interesados en conocer
una salida respetuosa, sin forzar o hacer sufrir a sus pequeños.
En virtud de la alta
frecuencia con que me han manifestado esta preocupación, decidí entrevistar a
mi querida amiga Louma Sader, que además
de ser odontóloga, es referencia hispanohablante de la crianza respetuosa y
ofrece cursos sobre salud bucal infantil donde se encarga de educar en la
prevención, así como de despejar este tipo de inquietudes a padres y madres.
Querida Louma, desde tu
experiencia de odontóloga y madre
volcada a la crianza respetuosa, acláranos por favor si es necesario ofrecer el chupón a los bebés y
de ser así ¿cuándo, para qué y cómo ofrecerlo?
Lo que es “necesario”
para el bebé es la succión, el calor, los brazos y mimos. Desde luego, el bebé
espera, necesita y desea, satisfacer la necesidad de succión en el pecho de su
madre, cerca de sus latidos, bajo su mirada, en sus brazos amorosos y tomando
la leche que la naturaleza ha ideado y puesto a punto para él -no con un trozo
de silicona o caucho. En líneas generales, no es necesario ni recomendable
ofrecer un chupete a los bebés menores de un mes de nacidos en los que no se
haya instaurado aún una adecuada lactancia materna. De nuevo, lo que el bebé
necesita es tomar el pecho a demanda. Si tomándolo así, vemos que hay momentos
en los que sale mucha leche y realiza una succión pasiva o no nutritiva y la
leche chorrea por las comisuras, podríamos ofrecer por un ratito el chupete,
sin embargo, esto no es imprescindible y en caso de hacerse, ha de ser
exclusivamente en momentos puntuales, nunca en sustitución del pecho.
También en casos de
separación con la madre, por trabajo por ejemplo, podría ser de ayuda ya que la
succión aporta bienestar y confort. Sin embargo, es importantísimo recordar que
el chupete no es un artilugio para “callar” las necesidades del niño, sino en
ese caso, una herramienta más de consuelo, donde la principal sería el afecto, la
cercanía y las palabras amorosas de un adulto de referencia para el niño.
Háblanos ahora de los
beneficios y perjuicios del uso del chupón
Entre los posibles
beneficios tenemos que mamá quizás pueda separarse puntualmente durante un
momento de su bebé, o que el bebé pueda, en caso de ser inevitable la
separación por un rato de su madre, calmarse y/o dormirse en brazos de otro
cuidador.
Entre los contras,
tenemos que el chupete, a diferencia del pecho, no se adapta a la forma exacta
del paladar del bebé, por lo que al hacer de su succión un hábito, será el
paladar y no el chupete, el que se deforme. Con el pecho sucede lo contrario;
es blandito y se estira y adapta perfectamente propiciando el correcto
desarrollo de las estructuras musculares y óseas de la cavidad oral. También
tenemos el tema de la higiene; el pecho siempre está limpio, mientras que un
chupete puede caer al suelo (en casa o fuera) y estar contaminado o sucio. En
mi curso online de Salud Bucal para Padres hablo más extensamente sobre la higiene
adecuada del chupete.
Además, la introducción
del chupete como hábito en menores de un mes puede causar confusión del pezón,
dificultando la lactancia e incluso disminuyendo la producción de leche materna
por no estimular adecuadamente la misma mediante succión del pecho de la madre.
¿Una vez que se instala
el hábito o se crea una dependencia, cuál sería el momento indicado y la manera
respetuosa para ayudar al niño a que deje el chupón?
Sabiendo que la
necesidad primaria del bebé o niño pequeño es la de succionar del pecho de su
madre y que el chupete es un hábito impuesto para cubrir de alguna manera esa
necesidad, pero no de la forma en la que espera el niño, sino de una manera que
conviene al adulto, debemos recalcar entonces la necesidad de abordarlo de la
forma más respetuosa posible.
Es crítico tener en
cuenta, al hablar de dejar el hábito de succión del chupón que el niño, a quien
estamos obligando en estos casos, tiene un hábito impuesto por sus padres y
para la “conveniencia” de sus padres, este niño no buscó instintivamente el
chupete al nacer (sino el pecho), nosotros se lo hemos ofrecido, o peor en
algunos casos: le hemos enseñado a usarlo como sustituto.
También es importante
considerar que la edad antropológica de destete espontáneo en el ser humano se
encuentra -según Katherine Dettwyler, investigadora y autoridad indiscutible a
nivel mundial en la materia- entre los dos y medio y los siete años de edad.
Por lo cual, si no llevamos a cabo una lactancia a demanda y a término, debemos
tener presente que es probable que el niño continúe teniendo la necesidad de
mamar hasta ese período en el que hubiera ocurrido el destete espontáneo de
habérsele permitido llevar un amamantamiento a término.
Con esto no quiero decir
que debamos permitirle al niño usar el chupón hasta que se case… Si utilizamos
el chupón de forma puntual, y sólo durante breves momentos durante el día,
continuando con la lactancia a demanda, es muy probable que el niño lo deje por
sí solo. En ningún momento debe usarse el chupete como sustitutivo del pecho,
de los brazos, ni de la atención materna. Si igualmente estamos supliendo la
necesidad verdadera, a pesar de estar usando chupón, creo que no se creará una
dependencia; cumpliría una función puntual como la de satisfacer la necesidad
de succión pasiva en momentos en los que la madre produce demasiada leche y el
bebé la deja caer por sus comisuras, o en caso de ausencia materna momentánea.
¿Y con el dedo?
El dedo es otro tema,
aunque se trata también de una estructura, si cabe llamarla así, que no se
amolda a la forma del paladar duro del niño, sino que al igual que el chupete
lo deformaría, debemos tomar en cuenta que es parte del cuerpo del niño y
también que algunos bebés maman dedo incluso dentro del vientre materno. Si
continuamos con una lactancia a demanda y satisfaciendo la necesidad de
contacto y cercanía del niño, el tiempo que pase con el dedo en la boca será
más bien corto.
Para resumir, no existe
una edad como tal, sin embargo, desde el punto de vista odontológico es
recomendable dejar el chupete antes de los dieciocho meses, y el dedo antes de
que hagan erupción los dientes permanentes anterosuperiores. De cara a dejar
estos hábitos, lo que no recomiendo en lo absoluto es mentir al niño,
descalificarlo, burlarse ni humillarlo.
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