Me enteré que estaba
embarazada por un Test rápido. Supe que quedaban por lo menos unos ocho meses y
medio o nueve por delante para conocer a mi bebé en persona. Saqué un turno con
un obstetra. Faltaban una semana todavía para ese turno.
Llegué al consultorio y había cinco embarazadas
más esperando su turno antes que yo. Leí una revista, mande un mensaje de
texto, hice anotaciones en mi agenda de cosas que iba recordando.
Llegó mi turno. Entré al
consultorio y me senté frente a mi nuevo médico. Me contestó mil preguntas y me
dio las órdenes para hacerme varios estudios. Antes de retirarme pedí otro
turno para volver a verlo con los resultados y empezarla secuencia del control
prenatal…
Pude esperar en cada situación porque conocía perfectamente la secuencia.
Los bebés no conocen las
secuencias de la vida fuera del útero, sólo conocen la vida paradisíaca de la
gestación. Duermen cuando tienen ganas, incluso justo en el momento de hacernos
una ecografía, entonces nos mandan a comer un alfajor y una coca para que se
mueva. No sienten hambre ya que el cordón se encarga de mantenerlos estables en
sus necesidades. El único registro corporal de temperatura que tienen es
constante por lo que no conocer el frío ni el calor.
El contacto es pleno, en
todo su cuerpo y jamás nos platearíamos que nueve meses es demasiado tiempo
para estar a upa…
Al nacer, expresan a
través del llanto la necesidad de atención de todas sus “urgencias”.
El entrenamiento de La Espera
dura años y no puede ser pautado ni contabilizado sino más bien interpretado.
Los bebés no pueden
anticiparse a lo que va a venir, ni pueden saber cuánto tiempo podrá llevar
volver a su estado de tranquilidad. Por eso lloran y nos piden a su manera que
atendamos sus necesidades.
Revisemos una situación
bien cotidiana como el cambio del pañal. Cuando la Madre detecta
que es momento de
cambiarlo, inmediatamente se acerca al cambiador, recuesta al bebé y muchas
veces ahí empieza la primera muestra de disconformidad. Extiende sus brazos con
las manos bien abiertas, como buscando de donde sostenerse, su cuerpo se
balancea de un costado a otro en la superficie compacta y sin límites definidos
provocándole miedo e inseguridad….La Madre ordena el pañal nuevo, los algodones
con óleo, el alcohol para limpiar el cordón y comienza a desabrocharlos mil
botoncitos de su ropa. Luego desabrocha los abrojitos del pañal mientras el
bebé entra en pánico. No sólo desconoce el sonido de los abrojitos sino que
también siente una desprotección enorme al tener el pañal abierto y cambiar la
temperatura de sus genitales abruptamente. La Madre repite –“ Ya va ,ya va….” –
Si el frío de la falta de pañal y el contacto con el óleo o las toallitas
húmedas se juntó con las ganas de hacer pis, es probable que el cambiador por
ser impermeable termine inundado y por consecuencia la ropa del bebé
también…Cambiamos la ropa, secamos el cambiador, ponemos el pañal limpio debajo
y nos proponemos limpiar el cordón que tanta impresión genera sobre todo si es
nuestro primer bebé.
Una vez terminado el
proceso, la madre usualmente toma al bebé en sus brazos y con la mano libre
ordena lo que fue quedando fuera de lugar. El bebé se calma, la madre también.
Si el llanto fue profundo, queda un sollozo…
En realidad lo que
sucedió es que el bebé no conoce esa secuencia. No sabe cuando termina, pero
sabe que no le gusta lo que está pasando. La ansiedad en un bebé forma parte
del aprendizaje forzado de “La Espera”
Con el hambre pasa lo
mismo….encontramos muchas personas que dicen que el bebé debe esperar dos o
tres horas para la siguiente toma. Mientras la Madre hamaca al bebé, le canta,
lo pasea, le pone un chupete, el bebé está haciendo un curso acelerado de
“Espera”. Su panza hace ruidos y rápidamente interpretamos que tiene gases. ¡La
panza hace ruido cuando tenemos hambre! Llega la hora indicada (indicada por
algún esquema racional totalmente alejado de la “Libre Demanda” y de la necesidad de cada bebé en particular) y
la Madre lo pone al pecho. A veces llegan desesperados y otras se duermen
porque encuentran la paz que estaban buscando pero no les queda energía para
mamar. Inmediatamente vienen interpretaciones como “Te usa de chupete” y demás.
En todos los casos
estuvimos desatendiendo la necesidad real del bebé. Cada bebé nace de una mamá
diferente, de una manera singular, con un peso determinado, una edad gestacional
que determina su capacidad evolutiva…por todo esto no podemos estandarizar ni
pretender pautas rígidas de tiempos, horarios y reglas con un bebé.
No se malcría atendiendo
necesidades, malcriar es otra cosa, es Criar Mal. Criar por definición es
conducir, alimentar y acompañar en el crecimiento a nuestros hijos. Entonces
por deducción Malcriar sería mal acompañar, mal alimentar y mal conducir a
nuestros hijos. Yo no creo que haya alguna familia que pueda proponerse esto.
Entonces se nos presenta
inmediatamente en los pensamientos la idea de que nunca debe llorar un bebé.
Bueno, esto no es entender el cuidado de un hijo sólo a través de la
satisfacción de sus llantos. El llanto es una expresión más de sus necesidades,
pero hay bebés que en vez de llorar se abstraen de sus entornos, o duermen
largas horas o simplemente van perdiendo la posibilidad de comunicarse.
La Espera es algo que
irán aprendiendo de a poco, muy de a poco.
A un niño de dos años
puedo decirle que espere mientras estoy cocinando para sentarnos a comer y
tiene la capacidad de comprender mi lenguaje, puede observar que estoy cocinando
y sabe con toda la información que fue almacenando que falta muy poco. Hubo
todo un aprendizaje a lo largo de su corta vida que le dio herramientas
suficientes para contener su necesidad de comer por un ratito más con la
tranquilidad de ver el escenario en el que todo está preparándose para
tal fin.
Somos parte de una
sociedad con niveles de ansiedad importantes. De hecho tenemos shops especialmente
diseñados para las ansiedades como los kioscos. Todo o casi todo lo que se
vende en un kiosco es absolutamente prescindible y está relacionado con las
ansiedades. La Ansiedad viene ligada a La Espera.
Nuestra tarea de Criar está
relacionada con darle a nuestros hijos una transición adecuada y progresiva de
lo que fue su vida desde la fecundación hasta el último de nuestros días
Fuente: www.silviasola.com.ar
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