Juan Martín del Potro
por Martín Palermo
El ex futbolista y ahora
director técnico explica cómo un atleta de elite llegó a la cima persiguiendo
obstinadamente los deseos de su infancia
Es un gran deportista. Humilde, los pies sobre
la tierra. Su familia es la base de todo, como suele sucederles a los atletas
que viajan por el mundo. Hasta ha dejado de jugar algún torneo importante
porque la madre estaba con algunos problemas de salud. Tiene la sensibilidad de
un chico, porque lo es, y la madurez de un adulto. Una capacidad especial para
sobreponerse a la adversidad. Recuperarse de los golpes de la vida y de las
lesiones graves es difícil. Ocurrió cuando Juan Martín debió operarse la muñeca,
una pausa que lo mantuvo lejos del tenis y le hizo perder su lugar de
privilegio en el ranking. Uno de sus grandes méritos es su modo de enfocarse en
el objetivo. Nunca se confunde con las metas que debe alcanzar. Y jamás pierde
de vista los sueños que quiere obtener. Un deportista de alto rendimiento,
exitoso, puede distraerse con los ruidos de la fama. El reconocimiento atrae,
todos tenemos una cuota de vanidad. Pero Juan Martín se siente incómodo con la
fama, no es algo que le interese. El éxito no lo abruma. Esa claridad es lo que
le ha permitido llegar adonde está. Ha madurado muy rápido. Tenemos una
relación muy cercana. Tratamos de vernos cuando lo permiten nuestros
compromisos y sus viajes. Conversamos de cuestiones deportivas, por supuesto,
comparamos las exigencias de cada deporte, pero muchas veces tratamos de
evitarlas para distraernos un poco. Las concentraciones que exige el fútbol son
difíciles, pero el tenista debe enfrentar una situación quizá más angustiante:
pasa muchas horas sólo. No lo aconsejo, sólo lo escucho con mucha atención.
Comparto alguna experiencia personal que pueda ayudarlo. Él dice lo que piensa,
yo le ofrezco mi mirada. Siempre insisto en cuestiones esenciales: hay que
fortalecer la mente, buscar contención en la familia y superar con velocidad
los momentos adversos. No hay tiempo para lamentarse cuando se quiere llegar a
la cima. Como atleta de elite, tiene un régimen muy estricto. Es parte de la
rutina, del esfuerzo que muchas veces no ven los demás. Cuidarse, alimentarse
bien y descansar. La consistencia física es decisiva. Juan Martín lo sabe, su
compromiso en la etapa de entrenamiento es alto. Lo he visto jugar en varios
torneos internacionales y en la Copa Davis. Siempre es un placer. Es fácil
reparar en la potencia de sus golpes. Pero lo que más admiro en él son sus
ganas de superarse siempre, su mentalidad para buscar el objetivo sin apartarse
un segundo de ese camino. Nunca un desvío, nunca un momento de confusión. Nunca
bajar los brazos. Ha tenido partidos memorables, sobre todo con Roger Federer.
Y esta temporada ha vuelto a demostrar de lo que es capaz: les ganó a los
mejores, llegó al Master, es top 5. Antes o después será –como lo soñó siempre–
el número 1.
Fuente: http://anuario.lanacion.com.ar/
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