PADRES E HIJOS / FAMILIA
GEMA LENDOIRO
Día 03/03/2014 - 11.29h
Según la doctora Ibone Olza expone su visión sobre que las mujeres descansen solas tras el parto y dejen a sus bebés en nido del hospital
«Cuando des a luz, no te
separes de tu bebé ni un segundo»
Cuando una mujer se
queda embarazada por primera vez dedica mucho tiempo a leer revistas sobre
maternidad, se fija en los comentarios de las mujeres famosas que acaban de dar
a luz... También habrá mucha gente que se apresure en darle numerosos consejos.
Pero, cuidado. A pesar de que muchos van dirigidos con la mejor de las
intenciones, no son los más acertados. Durante unos años, por ejemplo, se puso
de moda que las madres descansaran durante la noche nada más dar a luz,
mientras que los bebés permanecían alejados de ellas, en los famosos nidos. Es
habitual que a las mujeres embarazadas reciban el consejo de que pidan que se
lo lleven al nido.
Sin embargo, no todas
las opiniones se muestran favorables a esta práctica. Somos mamíferos, de
sangre caliente. Necesitamos el contacto con nuestros seres queridos y para un
niño y, sobre todo para un recién nacido, lo único que conoce es a su madre a
la que ha estado escuchando durante 9 meses. Que los bebés sean indefensos y
carentes de lenguaje no significa que no sufran o no padezcan y está demostrado
que separarlos de su madre nada más nacer les hace un gravísimo daño. Les crea
una situación de estrés en la que difícilmente podrán salir airosos porque,
salvo llorar a pleno pulmón, no tienen más opciones en la vida para defenderse.
Según Ibone Olza,
doctora en Medicina, especialista en Psiquiatría Infanto-juvenil y perinatal,
además de investigadora en neurobiología del apego y escritora, «es cierto que
tener un bebé genera desgaste físico y emocional. No todos los partos son
iguales y a veces hasta sucede una cesárea y la mamá no se encuentra con
fuerzas, pero la mejor solución no es que se lo lleven al nido, sino que
alguien adulto acompañe a la mamá todo el tiempo (lo ideal es que sea el
padre)», apunta esta doctora que es también cofundadora de la asociación de
usuarias El Parto es Nuestro.
—¿Cuándo se pone “de
moda” separar a los bebés recién nacidos de sus madres?
—No lo sé con exactitud,
imagino que a mediados del siglo pasado cuando comenzaron a atenderse la
mayoría de los partos en los hospitales y se introdujo masivamente la lactancia
artificial.
—¿Cuáles son reacciones
en el bebé al ser separado de su madre al nacer?
—La primera es el llanto
para conseguir que la madre regrese. Si no lo consigue, entonces puede entrar
en un modo de bajo gasto energético, en el que parece dormido, pero en realidad
está ahorrando energías para poder sobrevivir el máximo tiempo posible. El
recién nacido no tiene experiencia previa para comparar o relativizar la
ausencia de la madre puede significar que ésta nunca regrese, con lo que el
miedo puede ser grande. Nils Bergman lo explica muy bien: «lo peor que le puede
pasar a un recién nacido es que le separen de su madre».
—¿Y las de la madre?
—Creo que habrá tantas
reacciones como madres, pero para la mayoría de madres que desean y aman a sus
bebés la separación es angustiosa. Muchas no consiguen siquiera dormir
preguntándose si su bebe estará bien. Otras, por los efectos de la anestesia,
no consiguen recordar con nitidez qué ha pasado y pueden pasar horas dudando de
si su bebé está vivo, tiene secuelas o ha fallecido… Y otras si, por ejemplo,
reciben morfina pueden estar la mar de felices y tranquilas ese tiempo, lo que
no quita que, para cuando hayan pasado los efectos e, incluso, cuando ya están
reunidas con el bebé, se sientan muy mal a posteriori por la separación vivida.
Hay madres que lamentan durante meses y años la pérdida de esas primeras horas
o días de vida con su bebé, sienten que les ha faltado algo irrecuperable y
tienen razón, la neurobiología confirma que lo que acontece en las dos primeras
horas de vida es muy especial e irrepetible.
—¿Existen estudios
científicos que demuestren que separar a los bebés les daña a nivel
neurológico?
—Si, bastantes. La
separación es un estrés importante, que eleva el cortisol. Separaciones
prolongadas o repetidas de la madre pueden hacer que ese cortisol dañe el
cerebro y queden secuelas, especialmente si los que cuidan al bebé en ausencia
de la madre no atienden su llanto. Se desarrollan menos algunas áreas
cerebrales, hay peores respuestas neuroconductuales y más riesgos de otras
patologías físicas y psíquicas. Pero depende mucho de la duración de la
separación y del consuelo que se ofrezca al bebé. Después, seguramente muchas
separaciones se pueden curar con contacto prolongado y cuidados sensibles y no
dejar ninguna secuela.
Creo importante decir
esto porque muchas madres y padres se sienten muy alarmados al pensar qué
secuelas les habrán quedado a sus hijos por la separación, por eso es preciso
recordar que casi todo se puede reparar y que la crianza de la especie humana
dura 15 años o más…No obstante, sabemos que, por ejemplo, si separamos a madres
y bebés las dos primeras horas de vida los efectos se pueden observar incluso
un año después del parto.
—¿Qué pasa con los
prematuros? Si las condiciones del bebé no nacido a término lo permiten, ¿qué
beneficios aporta a éste que se permita a su madre practicar el método canguro?
(El método canguro consiste en que el bebé esté desnudo sobre el pecho desnudo
de la madre, lo que también se conoce como piel con piel).
—El método canguro
significa calor, leche y amor. Es decir, contacto piel con piel continuo con la
madre, lactancia a demanda. Los beneficios son muchísimos: crecen mejor, ganan
peso más rápido, su cerebro se desarrolla óptimamente y se minimizan o evitan
muchas secuelas de la prematuridad, mejora el pronóstico a todos los niveles, también
en el desarrollo de la inteligencia. Las madres se sienten mejor anímicamente,
confían más en sí mismas, se vinculan antes y de manera más segura con sus
bebés, responden mejor a sus necesidades.
—¿Cómo convencer a las
madres para que estén con sus bebés?
—La principal razón es
humanitaria: es un derecho humano. Todos los niños y niñas tienen derecho a
estar acompañados en todo momento durante la hospitalización (como mucho
podemos poner la excepción de una intervención quirúrgica). Pero es que además
sabemos que no permitirlo genera un sufrimiento inmenso a ambas partes que a su
vez empeora y complica el estado físico de los prematuros y su desarrollo
posterior. Es hora de decirlo bien claro: no permitirles el acompañamiento
ilimitado de sus padres es toda una agresión a los bebés más indefensos.
—¿Durante cuánto tiempo
dura ese apego de la madre con el hijo y viceversa?
—El vínculo se construye
a lo largo de toda la crianza, y como decía antes, ésta dura casi 18 años en
nuestra especie, ¡siempre hay tiempo para reparar! Pero sabemos que los dos
primeros años de vida son muy importantes, los primeros meses aún más, y las
dos primeras horas de vida son críticas.
—Existen muchas madres
que llegan al hospital a dar a luz con los consejos tipo: tú deja que se lleven
al bebé al nido y descansa. Independientemente de que se quiera dar o no el
pecho, ¿qué consejo les daría a las madres?
—El bebé sólo desea
estar con su madre y cuanto más pequeño sea mayor estrés le supone la
separación. El bebé no sabe lo que es un nido, ni que su madre va a regresar
por la mañana. Si está rodeado de desconocidos la vivencia puede ser de
orfandad absoluta. Es preferible tener ayuda en la habitación. Si la madre
necesita descansar, el bebé puede estar junto a ella con otro adulto que le
cuide. Los bebés perciben las emociones de sus madres, y “se preocupan” por
ellas, a veces estas separaciones favorecen trastornos de ansiedad o
inseguridades que solo se manifiestan muchos años después… El bebé necesita
estar con la madre, y la madre necesita que la cuiden y la ayuden a ella en
todo para poder sostener al bebé.
—Piel con piel. ¿Cuáles
son los beneficios en todos los ámbitos de esta práctica?
—Placer, bienestar,
relajación, confianza…Liberación de neurohormonas en el cerebro, construcción
de circuitos cerebrales que regulan las emociones, mejor crecimiento, y sobre
todo, desarrollo de la empatía y de la capacidad de amor.
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