10 de mayo de 2012 | 12:00 CET
@armando_bastida
Editor en Bebesymas
Estos días mucha gente me pregunta que
qué tal vamos con el nuevo bebé, Guim. Mi respuesta, como la de cualquier
padre, supongo, es un “pues ahí vamos”, que acompaño de un “hay noches que si
no es en brazos, casi no duerme”. La gente me anima diciéndome que es una etapa
(lo sé, tengo dos hijos más) y a veces incluso aconsejándome (como si no
tuviera dos hijos más) que no lo acostumbre a los brazos, que luego estaremos
hechos polvo.
Pero ya no vivimos en los años 60 ó 70,
cuando se decía que el llanto era bueno y que ayudaba a ensanchar los pulmones.
Ya no vivimos en esa época, cuando no pasaba nada si un niño lloraba. Ahora vivimos
en el siglo XXI y, entre muchas otras cosas, se ha descubierto que abrazar a
los bebés, cogerlos y tenerlos con nosotros es beneficioso en muchos aspectos.
Para que los conozcáis y valoréis la atención a prestar a los niños, os damos
diez razones por las que se recomienda coger a los niños en brazos.
Antes de entrar en materia, comentaros
que, pese a que voy a enumerar las razones, el decir que los brazos de un padre
o una madre es algo beneficioso es algo que cae ya por su propio peso. Cuando
los bebés nacen se recomienda ponerlos en el pecho de la madre, para que no se
separen y no pierda el contacto con ella. Cuando crecen un poco se recomienda
que les hagamos masajes, porque los niños que son más tocados y acariciados son
más felices, enferman menos y engordan más. Cuando lloran, se caen o se hacen
daño piden un abrazo, porque les proporciona seguridad y sustento. Cuando somos
adultos y sufrimos, necesitamos un hombro sobre el que llorar.
Lo raro, lo extremadamente raro del
asunto, es que, después de esto, que lo sabe casi todo el mundo, sigan
existiendo teorías que defiendan la separación, que penalice los brazos y que
nos recomienden tocar menos a nuestros hijos. Dicho esto, vamos a ver cuáles
son las diez razones por las que se recomienda coger a nuestros hijos en brazos
1. Les da seguridad y tranquilidad
Coger a los bebés o a los niños en brazos
les calma, les da seguridad y tranquilidad y les permite desarrollar su
personalidad en un clima afable y de confianza. Los niños que no son cogidos,
los que sufren, los que se sienten solos, tienden a crecer gastando demasiada
energía y tiempo en velar por su seguridad. Tratan de evitar peligros estando
siempre alerta y buscan soluciones a su soledad llamando la atención de los
padres, normalmente, haciéndoles enfadar (si por las buenas no les hacen caso,
pues tendrán que conseguir su atención por las malas).
Cuando un niño no tiene que estar
pendiente de sentirse protegido o de sentirse seguro, cuando no se siente
amenazado, toda su atención y su energía puede ser dedicada a cosas más
fructífera como jugar, escuchar, ver y mirar, imitar, aprender, etc.
2. Los brazos aplazan las desventajas de
llegar al mundo de manera temprana
Si alguna vez habéis visto algún programa
de Redes dedicado a los niños, habréis oído a Eduard Punset explicar que los
bebés, ahora, nacen todos prematuros. Aún cuando nacen de nueve meses, lo hacen
antes de tiempo, antes de estar preparados para esta vida. La razón de ello es
la evolución del cuerpo de la mujer que, al pasar de caminar con cuatro patas a
la bipedestación, vio como su cadera se estrechaba. Al estrecharse la cadera
los bebés tenían que nacer antes, con la cabeza más pequeña, para poder pasar
por el canal del parto.
Por eso los primeros meses son bastante
duros para ellos y para los padres. Les molestan muchas cosas, se agobian con
facilidad y luego lloran por las noches, les cuesta hacer caca en algunos
momentos y lloran por no poder hacerla, pese a ser líquida, se estresan cuando
están solos y no son capaces de calmarse, entre otras cosas.
Por todas estas razones, se recomienda
que después de llevar durante nueve meses al niño encima (dentro), se siga
llevando al niño encima, pero fuera, para que los primeros meses los pase del
mejor modo posible notando los mismos olores y oyendo los mismos ruidos que
cuando se gestaba (el latir de un corazón, por ejemplo, como el que oía dentro
de la barriga).
3. Los brazos sirven para calmar el
llanto
No lo calman siempre, pero sí muchas
veces, porque son muchas las veces que llorando nos están pidiendo contacto,
cariño y seguridad. Antiguamente, cuando un niño lloraba, se decía que los
padres debían darle de comer, cambiar el pañal, mirar que no tuviera frío o
calor o tratar de dormirlo por si lloraba de sueño. Ahora a todo ello se le
añade la necesidad de afecto.
Hay padres que hablan de “tomar el pelo”
y tonterías similares (hay profesionales de la salud que lo definen de igual
modo). Pedir cariño no es tomar el pelo, pedir cariño es tan lícito como pedir
un abrazo o un beso, algo que hacemos los adultos y que hacen también los
niños, con más razón que nosotros, de hecho, porque ellos, estando solos, no
saben calmarse.
4. Cuantos más brazos, menos cólicos
Un estudio
http://pediatrics.aappublications.org/content/77/5/641.abstract que data de
1986 (hace más de 25 años, oigan), ya reveló que los bebés que pasaban más rato
en brazos lloraban menos por las tardes. El mal llamado cólico del lactante, que
ahora recibe el nombre de llanto incontrolable del bebé, son aquellas horas,
normalmente por la tarde, en que los bebés lloran desconsoladamente sin
conocerse demasiado bien la causa (por eso ya no se dice que sean cólicos) y
sin saber demasiado bien cómo calmarles.
Pues bien, se ha visto que cuanto más
rato pasan en brazos durante el día, cuanto más tranquilos están y cuanto menos
se agobian y estresan menos lloran por las tardes. Luego, a los tres meses,
todos más o menos lloran lo mismo (los que son muy cogidos en brazos y los que
son cogidos un poco menos), pero los primeros han pasado tres meses más
tranquilos y sus cerebros se han ido desarrollando en un clima más placentero
(y los padres también lo han vivido mejor, que no hay nada más estresante que
oír llorar a tu hijo sin saber cómo ayudarle).
5. Más brazos, menos aires
Otra de las razones de llevar a los niños
encima y de abusar de los brazos es que estando en vertical hacen mejor la
digestión y echan el eructo mejor que cuando están tumbados. A veces echan el
eructo en el primer minutito tras comer (casi todos los padres, incluso los que
creen que no deben coger a sus hijos en brazos, tienen un ratito cogidos a sus
bebés para que eructen), pero a veces lo echan después de un ratito, y estando
en vertical lo hacen mejor. Tampoco es que pase nada si no eructan, pero si lo
echan, pues tienen menos aire (que a veces les molesta).
Si además tenemos en cuenta que los niños
cuando lloran tragan aire y que si los cogemos menos lloran más, nos encontramos
que, como digo, a más brazos, menos llantos, y a menos llantos, menos aires.
Fotos
| Diamond Farah, Big D2112 en Flickr
Tras explicar que coger en brazos a los
niños les calma, les da seguridad, les ayuda a tener menos cólicos y menos
aires y les ayuda a adaptarse al mundo al que han llegado hoy os contamos cinco
razones más para completar las diez ventajas más importantes que tiene el coger
a los niños en brazos.
6. Se desarrollan viendo el mundo que ven
papá y mamá
Cuando un niño va tumbado sólo ve el
techo (o el cielo, si está en la calle). Luego, al pasar el tiempo, se reclina
un poco y ya pueden empezar a ver algo. Cuando van en brazos ven el mundo de
quien les lleva, ven lo que hace, oyen lo que dice y, en cierto modo, papá y
mamá se convierten en las piernas del bebé, transportándole a todas partes y
enseñándoles a vivir de manera indirecta, mientras ven todo lo que hace el
adulto.
No sé cómo lo habéis hecho vosotros con
vuestros bebés, pero llevar al niño en un brazo e ir haciendo cosas con la
derecha (recoger platos, hacer comida, poner lavadoras y secadoras, teclear,
hablar por teléfono,…) es algo habitual en mi casa.
7. Se evita la plagiocefalia
La plagiocefalia es una alteración en la
formación del cráneo de los bebés que hace que se queden literalmente
“chafados” por detrás, por culpa de pasar demasiado tiempo tumbados boca
arriba. Los casos han ido aumentando desde 1992, cuando todas las sociedades de
pediatría anunciaron que la mejor posición para evitar la muerte súbita era
esa, boca arriba. Cuando son pequeñitos no hay problema, porque la cabeza cae a
uno u otro lado, pero cuando ya tienen unos meses pueden dormir perfectamente
mirando al techo.
Si además son de ir mucho en el
cochecito, o si los padres son de cogerlos poco en el cochecito, aun cuando
lloren (y al final se acaban callando y se quedan ahí), pueden pasar muchas
horas tumbados, favoreciendo la aparición de una plagiocefalia.
8. Son más felices, engordan más
Hace unos años se descubrieron en Rumanía
varios orfanatos en los que el trato a los niños era tan pésimo, tan pésimo,
que lo único que hacían era darles comida. Nadie hablaba con los niños, nadie
les estimulaba, no les tocaban apenas, pero más o menos sí comían. Lo más
lógico sería pensar que, con comida, esos niños estarían medianamente bien en
cuanto a peso y altura. Si me apuras, incluso podrían tener un buen estado de
salud (relativamente hablando, claro). El caso es que se observó que incluso
cuando comían, estaban fatal. No engordaban lo suficiente, enfermaban mucho más
que los niños que cuentan con el calor de un hogar y muchos morían finalmente.
Con esto quiero decir que se ha podido
evidenciar que los niños que son más tocados, más acariciados y más amados son
más felices, están más tranquilos, más estables y ganan más peso (no hay
demasiados nervios ni demasiado estrés y en consecuencia los niños no gastan
energía en estar alerta).
9. Les ayuda a dormir
Plan A: Llega la noche y te metes en la
cama, estás cansado de todo el día, con varias cosas en la cabeza y te cuesta
conciliar el sueño. Vas dando vueltas, enciendes la tele, lees un capítulo de
un libro, te haces una tila y vuelves a intentarlo hasta que al final, un rato
después consigues dormir.
Plan B: Llega la noche y te metes en la
cama, estás cansado de todo el día, con varias cosas en la cabeza y te cuesta
conciliar el sueño. Tu pareja se pone encima tuyo (mal pensados) y te hace un
masaje relajante en la espalda, luego te acaricia el pelo y la cabeza hasta que
finalmente te duermes.
¿Cuál se duerme antes? ¿Cuál se duerme
más tranquilo y relajado? La verdad es que no sé cuál se duerme antes, pero si
fuera yo, seguro que me dormiría antes y más relajado con el plan B.
Los bebés tienen el plan B, que es dormir
en brazos, cerca de papá o mamá, siendo mecidos hasta coger el sueño, o el plan
A, que consiste en dormir sin los brazos de nadie, en la cuna, el moisés o en
la cama.
Por lo que se sabe de los bebés y los
niños, que son seres que luchan por su supervivencia y que en caso de verse
solos reclaman compañía, es lógico afirmar que los que formen parte del plan B,
los que sean acunados por sus padres, dormirán antes que los que tienen que
dormirse sin el calor humano de sus padres.
10. Ayuda a madres y padres a vincularse
con sus hijos
El roce hace el cariño y, cuanto más
roce, más cariño. No digo con esto que los padres que cogen más a sus hijos en
brazos les quieran más que los otros padres… el amor de un padre no se mide. Es
simplemente que cuanto más cerquita están unos de otros mejor es la relación,
mayor el entendimiento, más se conocen mutuamente y más besitos caen.
En el cochecito un niño apenas recibe
contacto y besos. En brazos o en una mochila, las caricias están a la orden del
día, los besitos en la cabeza caen a menudo y, de vez en cuando, cuando duermen
sobretodo, podemos acercar nuestra nariz a su cabecita para inspirar ese
inconfundible e irrepetible olor de bebé que tienen.
En conclusión
Coger en brazos a un niño es bueno, es
beneficioso para su desarrollo y para su crecimiento, es lógico, porque el ser
humano es una especie animal que se queja si se siente sola y que es social por
naturaleza (lo normal es que vivamos en sociedad, juntos… lo anormal es la
soledad) y no es que se acostumbren a los brazos si los coges mucho, es que si
nos los coges cuando te lo piden, al final se desacostumbran, porque con ganas
de brazos y con ganas de estar junto a sus padres ya nacen.
En mi casa lo tenemos claro (no, el atún
no, el asunto de los brazos), y Guim pasa el día en brazos o en foulard. A él
le encanta: se mete unas sobadas en el foulard que hasta yo las querría, y a
nosotros también nos encanta. ¿La espalda? Encima del culo y dolorida, por supuesto,
pero como dice el refrán, “sarna con gusto no pica” y esto da mucho, mucho
gustito de padre y madre.
Fotos
| ryanrocketship, Drew And Merissa en Flickr
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