Has preparado el parto,
has seguido mes a mes cómo evolucionaba tu bebé dentro de tu cuerpo, has
comprado la ropa, le quitaste las etiquetas, la lavaste con jabón especial, la
guardaste, preparaste quizás la habitación del bebé. Has leído mil libros y con
suerte y con trabajo personal y externo has tenido un buen parto y llega el día,
el gran día, ese que esperabas desde el principio de saber que estabas
embarazada, por fin conoces a tu bebé, puedes tocarlo, olerlo, saborearlo.
Tu pareja y tú ya no
sólo sois dos, ahora sentís la intensidad de ser una familia, llegáis a casa y
hasta la casa parece diferente….
Y ahora que….
Tienes en brazos a esa
preciosidad que milagrosamente es parte de los dos, no te lo crees, lo habéis
hecho, tu cuerpo ha creado otro cuerpo tan pequeño y tan perfecto que parece increíble,
a pesar de que desde el principio de la humanidad se lleva haciendo, para ti
sigue siendo increíble, es tu hijo, este es tu hijo, y por supuesto es el más
perfecto, el más bonito, el más….
Te sientas en el sofá
con él en brazos, lo miras, lo vuelves a mirar y quizás lloras de la emoción,
de agradecimiento a la vida por haberte dejado ser también tu creadora de ella,
y de repente llega la angustia, y si le pasa algo, y si no soy capaz de
hacerlo, es tan pequeño y tan indefenso…
Puedes, eres madre,
puedes.
Tu cuerpo sigue siendo
sabio, igual que siempre, empezó a ser especialmente sabio en el embarazo y
ahora lo es más, has sentido la fuerza del parto, la conexión brutal con la
creación, con el universo, con la vida y ahora lo es todavía más, déjate
sentirlo, déjate sentir la angustia, pero no te hundas en ella, la angustia de
las puérperas es también un mecanismo de protección, cómo el miedo, úsalo. El
miedo va a hacer que no te descuides, que sigas alerta, pero no dejes que te
invada.
Disfruta cada instante,
lo que necesitáis tu bebé y tú, lo sabe tu cuerpo y lo sabes tú, contacto,
caricias, teta a demanda, y más contacto. Somos mamíferos y todos los mamíferos
sobretodo necesitan contacto, el calor de mamá, su latido, su piel, su olor.
Disfruta y goza de cada avance, de cada gesto, escucha, estate atenta y
aprenderás a conocerlo, nadie en el mundo, ningún pediatra, ningún médico, ni
siquiera tu doula, va a saber más de tu bebé que tú. Date tiempo, tiempo para
descubrirlo, para saber quién y cómo es ese milagro que tienes en los brazos.
Los primeros días son un “conocimiento” un principio de “noviazgo” en el que
los dos vais a aprenderos.
Estás cansada, tu cuerpo
es un cóctel hormonal poderoso, donde la oxitocina danza libre y amorosa,
intenta descansar cuando lo haga el bebé, ¿te apetece gozar del sol con tu bebé? sal a la calle y pasea,
¿sientes que es un momento de recogimiento y prefieres quedarte en casa? hazlo.
Una de las grandes cosas que nos enseñan los bebés es a fluir, fluye con él, no
hay normas, ni horarios preestablecidos, vive cómo no vivías desde que eras
pequeña, olvídate de las normas y entra en el reino del “caos”, desde allí es
infinitamente más fácil vivir con un bebé. Es un mundo nuevo, un universo
propio diferente para cada diada madre-bebé. Disfruta.
Y grábate esto, repítetelo
cada vez que te asome la duda: TU PUEDES.
Dedicado a A.C. y a su
preciosa bebé.
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