Junio 14, 2012 por
Cristina Silvente
Algunos autores se han
preguntado por qué ante la misma experiencia ciertas personas tiran hacia
delante saliendo fortalecidas de la misma y otras no, desarrollando un
trastorno de estrés postraumático o depresión. Así, el equipo de Michael Meany
y colaboradores, de Canadá, encontró que todo dependía de las primeras
experiencias del bebé con sus
cuidadores. Parece ser que nacemos con un gen antiestrés, que está bloqueado al
nacer. La manera de desbloquearlo es con los cuidados maternales: dar de mamar
al niño, cogerle, acunarle…
Ya hace décadas que se
viene estudiando el efecto de las primeras experiencias en la edad adulta a
través del apego que se crea entre madre y bebé o cuidadores principales y
bebé. Autores como John Bowlby, Mary Ainsworth o Harry Harlow establecieron las
bases por las cuales se sabe que el bebé tiene la necesidad de estar próximo a
su madre, de ser acunado en brazos, protegido y cuidado. Es la Teoría del
Apego.
Actualmente se sigue
estudiando en la misma línea: cómo un apego inseguro, ambivalente o
desorganizado es responsable o pone las bases de lo que será en el futuro un
trastorno mental o un estado de malestar psicológico. En este sentido, las
investigaciones y publicaciones de Karlen Lyons Ruth son muy contundentes. El
peor de los casos sería el apego ambivalente o desorganizado, que es predictor
de dificultades en la regulación de las emociones y en la relación afectiva con
el otro.
¿Qué comportamientos pueden
provocar desorganización? Desde una falta de respuesta o una respuesta
inadecuada a la angustia del bebé, hasta dar indicaciones verbales
contradictorias como decir “te quiero” mientras se distancia físicamente,
mostrarse confundido o asustado por el niño (expresión facial de asustado),
burlarse o molestarse de él, la inversión de roles (el bebé es el sostén del
cuidador), crear distancia física con el crio, evitación del bebé, conductas
atemorizantes al niño (aparecer de golpe), cambios de estado emocional
repentinos, tono de voz angustiado o suplicante, o mirada ladeada. En
definitiva, todo lo que dé a entender confusión, ambivalencia, falta de
coherencia, un ahora sí y ahora no, unas palabras junto a unas emociones
contrarias, es decir, una disociación entre lo que siente y lo que recibe o ve.
Esto lleva de cabeza a la disociación psíquica, de manera que cuando aparezcan
situaciones de una gran intensidad emocional, la persona se quebrará
interiormente. No se trata de situaciones puntuales o anecdóticas, se trata de
situaciones o actitudes repetidas, y sostenidas.
Cómo fortalecer a
nuestro bebé ante situaciones adversas
¿Qué puede ayudar a
crear resiliencia en los bebés? Es decir, ¿cómo podemos sembrar el terreno para
que el día de mañana los bebés sean adultos que salgan fortalecidos o crezcan
después de las adversidades de la vida? Crear un apego seguro, es decir,
contacto físico constante con el bebé, atender y entender su angustia o estado
emocional sin minusvalorarlo, mirarle con ojos amorosos, dar seguridad tanto
emocional como física, mostrar que el mundo y las personas son confiables, que
puede predecir su comportamiento, que su estado emocional no crea hostilidad ni
miedo, y que sus emociones, ya sean vistas como positivas o negativas, son valiosas.
Si en un primer momento
o en los primeros meses no fue posible establecer un apego seguro, detectar los
problemas e incidir sobre ellos puede encarrilar la situación y prevenir
consecuencias más graves en la edad adulta. Algunas personas con infancias
terribles han tenido alguna figura importante con la que han establecido ese
tipo de lazo (un educador, una maestra, una vecina, un tío, la abuela…), de
manera que pueden crecer con mejores perspectivas que quien nunca ha tenido a
nadie. Muchas veces el trabajo como psicólogos y psicólogas es restablecer ese
apego perdido, creando un apego seguro en consulta.
Es importante que los
padres, especialmente las madres, tengan un acompañamiento de la crianza, ya
sea por parte de los profesionales, sanitarios y de educación en grupos de
crianza o terapéuticos, donde se les den herramientas para fortalecer su
capacidad como madres y no reciban constantemente consejos que las inutilicen o
sean contradictorios, para que su experiencia sea satisfactoria y así lo perciba
también el bebé. Si existen dificultades o malestar, hay que consultar con
profesionales expertos. Siempre se está a tiempo de mejorar.
Fuente: http://cristinasilvente.wordpress.com/2012/06/14/el-apego-seguro-clave-para-criar-hijos-resilientes/
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