Razones para no parir
tumbada
La Organización Mundial de la Salud
desaconseja el parto tumbada. Sin embargo, en España es la postura más común
para dar a luz. Los expertos recomiendan el parto vertical porque necesita
menos control médico.
El Ministerio de Sanidad
y la Sociedad Española de Ginecología (SEGO) aconsejan intervenir lo mínimo
posible en los partos, para que la mujer tenga libertad de movimientos y pueda
adoptar la posición más cómoda.
Los expertos se han dado
cuenta de que acostada boca arriba, la mujer tiene menos control sobre su
cuerpo y parir es más difícil. Además, han visto que el exceso de intervención
médica en un parto normal trae problemas.
Las recomendaciones
actuales para la atención al parto normal recogen la posibilidad de no
controlar a la parturienta con cables de forma continua, de no mantener un
gotero, ni poner oxitocina, ni romper artificialmente la bolsa amniótica si
todo va bien. Esto permite que, al tener libertad de movimientos, la mujer
pueda pasear o ponerse en la posición que quiera, acompañada de la persona que
ella elija.
¿Qué postura es la
mejor?
La que elija la mujer.
Cuando la mujer tiene libertad para moverse en el proceso de parto, se coloca
en distintas posiciones durante la dilatación: pasea, balancea la pelvis, se
mueve parte del tiempo y a ratos se tumba de diferentes formas.
Tiende a apoyarse en su
pareja, en el respaldo de una silla u otro lugar durante las contracciones, o
bien en el suelo sobre las rodillas o a cuatro patas. Estas dos posturas son
las que más eligen las mujeres en el momento del expulsivo, cuando sienten
deseos de empujar para que salga el bebé. La persona que acompaña a la
parturienta puede ayudarla sujetándola por detrás para que se apoye, a la vez
que le da masajes en la espalda, la acaricia o la acompaña en silencio.
En cuclillas es más
fácil para el bebé
Para salir al exterior,
el niño hace un recorrido en forma de cilindro curvado hacia arriba, corto pero
muy preciso, entre los huesos y músculos de la pelvis de la madre.
Si la mujer se encuentra
tumbada, el trayecto resulta más largo y contrario a la fuerza de la gravedad.
Sin embargo, al ponerse en cuclillas o a cuatro patas, el camino se acorta y
los huesos de la pelvis se abren un poco más, lo suficiente para que en algunos
casos el niño pueda pasar y el parto no acabe en cesárea o haya que recurrir a
la ventosa o al fórceps.
En el dibujo se ve que
los huesos de la pelvis materna se abren ligeramente cuando la mujer permanece
en posición vertical. La fuerza de la gravedad ayuda al bebé a descender. Sin
embargo, tumbada los huesos se abren menos y el niño tiene que hacer un
esfuerzo mayor para salir.
Tumbada boca arriba le
llega menos oxígeno al bebé
Al tumbarse se comprimen
los vasos sanguíneos de la madre. En el momento de la contracción a esto se
suma que el útero también cierra sus arterias por unos instantes.
Si además de estar
tumbada boca arriba, a la madre le baja la tensión arterial con la anestesia
epidural, el bebé acusará la bajada de oxígeno. Esto no suele afectar a los
recién nacidos sanos, pero no es lo ideal para un bebé que esté menos fuerte.
El cuerpo pide ponerse
en cuclillas
La enorme cantidad de
hormonas que produce el organismo de una embarazada en el momento del parto
mezcladas con la sensación imperiosa de empujar, le hacen comportarse de un
modo desinhibido y espontáneo. Por ello, suele seguir las necesidades de su
cuerpo colocándose de pie, a cuatro patas o en cuclillas, en la posición en que
más fácilmente se va a encajar el bebé.
Cuando la mujer puede
moverse, duele menos
La epidural es un
adelanto de la técnica y un buen método para aliviar el dolor en el parto.
Sin embargo, las
recomendaciones obstétricas van cambiando y ya no se considera lo ideal para un
parto normal, ya que al limitar la movilidad e impedir que la mujer se coloque
en la posición que le pide el cuerpo, puede dificultar la evolución del parto y
alargarlo, aumentando la posibilidad de que haya que recurrir a los fórceps o a
la ventosa.
En un parto sin
anestesia, la posición tumbada boca arriba suele resultar muy dolorosa. Sin
embargo, muchas mujeres lo sobrellevan bien si pueden cambiar libremente de
postura, en un ambiente tranquilo y sin las contracciones artificiales. La
llamada walking epidural (epidural sin bloqueo motor), un nuevo tipo de
analgesia que no duerme las piernas y permite a la mujer caminar, es una buena opción
para quienes desean un parto con anestesia.
Bañeras en la dilatación
Algunas comunidades
autónomas están instalando bañeras en los hospitales de la red de salud
pública, porque el agua caliente alivia mucho el dolor durante la segunda fase
de la dilatación, y a veces la acorta.
No siempre el bebé nace
en el agua, ya que algunas mujeres sienten la necesidad de salir en el momento
del expulsivo para colocarse en camas anchas con cojines, en el suelo, o
sentadas en un taburete bajito con las piernas flexionadas.
¿Cómo se controla al
bebé?
Si la madre no lleva
medicación es suficiente con realizar una auscultación intermitente del latido
del bebé durante y después de una contracción. A la madre se le toma la tensión
y la temperatura al empezar el parto y se le realiza una exploración vaginal
cada dos-cuatro horas, según la evolución del parto.
Una matrona experta
suele saber cuándo la dilatación es completa por las posturas que adopta la
parturienta y su forma de expresarse.
¿Y si en el hospital no
me dejan otra alternativa?
Incluso si la mujer está
en la cama, con gotero y anestesia, es bueno cambiar de vez en cuando de
posición y, sobre todo, colocarse de lado. Muchos hospitales se están equipando
con camas que se pueden poner casi verticales en el momento del expulsivo.
Autora: Pilar de la
Cueva, ginecóloga.
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