lunes, 15 de abril de 2013

Frecuencia de las tomas basada en la evidencia y en la neurociencia (VSILM)

Para leer con atención y comprender porque los bebes 
necesitan ser alimentados a demanda


Nils Bergman comenzó su intervención recordando que el contacto piel con piel es fundamental para mantener la lactancia materna, ya que permite que esta suceda al proporcionar todos los estímulos que necesita el cerebro. El cuerpo de la madre es el hábitat natural del bebé, donde el recién nacido no solo satisface sus necesidades sino que también estimula el comportamiento maternal de su madre, garantizando así su propia supervivencia.

Además, cuando el bebé está en contacto con la madre está expuesto a estímulos visuales, olfativos, táctiles, auditivos, pero también el sabor, el movimiento, etc. Todo ello es necesario para que ocurra el vínculo, pero también para fomentar el desarrollo cerebral. Por eso, Bergman afirmó que la lactancia materna es "un diez por ciento de nutrición y un noventa por ciento de desarrollo cerebral".

A la hora de tratar de averiguar cuál es la frecuencia ideal de las tomas para un bebé, hay que tener en cuenta toda esta información.

Sueño
El primer factor que analizó para determinar la frecuencia de las tomas fue el del sueño, destacando que el ciclo de sueño de un bebé recién nacido dura aproximadamente una hora.

Funcionamiento del estómago
El estómago aparece en el feto a las cuatro semanas de la concepción y, tan solo con 11 semanas, ya es capaz de contraerse. En el estómago del bebé actúan diferentes sustancias, entre ellas la quimosina, la enzima encargada de cuajar la leche, facilitando así la digestión. El estómago del bebé se vacía en menos de una hora cuando toma leche materna.

Tamaño del estómago
Hay evidencia científica con respecto a la mejor forma de comer de los recién nacidos (por ejemplo, es preferible la alimentación con vasito al biberón), pero no hay ningún estudio que demuestre cuál es la frecuencia óptima para la alimentación del bebé.

Por eso, Bergman se centró en el análisis del estómago del recién nacido y, sobre todo, en su capacidad, partiendo de la hipótesis de que los animales que comen a menudo tienen el estómago pequeño y los que se alimentan con menor frecuencia lo tienen más grande. Y presentó diversas pruebas sobre su tamaño:
Ecografías, con medidas del estómago, que confirman una capacidad de unos 20 ml.
Estudios postmortem en los que se infló el estómago del bebé con una jeringuilla y se midió una capacidad de 20 ml.
Otro estudio estableció que si se llena el estómago con agua a presión, puede albergar hasta 35 ml.
Un estudio midió la presión del estómago y se vió que con cinco, diez, quince mililitros, las medidas de presión no cambiaban. En 20 ml la presión empezaba a aumentar, por lo que Bergman estableció que, teniendo en cuenta esos datos, 15 era la medida confortable, aunque con veinte la presión todavía era aceptable.
También recalcó que el feto, en el útero, ingiere líquido amniótico en proporciones de unos diez ml. antes de vaciar el estómago. Además, el bebé puede tragar más de lo que cabe en su estómago.
Así pues, la evidencia científica disponible confirma que el estómago del recién nacido tiene una capacidad de unos 20 ml. Ingiriendo esa cantidad, los bebés deberían comer cada hora para alcanzar la ingesta calórica necesaria para su crecimiento, lo que coincide con los ciclos de sueño y la frecuencia de vaciado del estómago.

Implicaciones
Todo lo expuesto implica que el estómago es sometido a un estrés innecesario cuando se intentan alargar las tomas y que el bebé, por tanto, ingiera mayor cantidad de leche en cada una de ellas. Esto tiene varias consecuencias:
Regurgitación: el estómago en el que caen 60 ml, cuando su capacidad es de 20, se estira en la medida de lo posible y expulsa todo lo que no puede albergar. Esto produciría reflujo cuando la leche vuelve hacia la boca, pero también podría ser una causa de cólico cuando el estómago fuerza hacia el intestino leche que todavía no ha sido digerida.
Tamaño del estómago: tras días y semanas de someter el estómago a una tensión excesiva, este órgano se va agrandando para adaptarse a esta situación.
Glucemia: la composición de la leche implica que el azúcar en sangre empieza a bajar entre 60 y 90 minutos después de la toma. La mejor manera de evitar hipoglucemias es hacer tomas  frecuentes: alimentar cada hora.
Epigenética: la epigenética es la importancia del ambiente a la hora de determinar cómo se expresa la información recogida en los genes. La alimentación en los primeros días es muy importante para el adulto: un estudio demostró que la ganancia de peso en la primera semana en bebés alimentados con biberón predecía siempre la obesidad en la edad adulta.

Los triglicéridos son el bloque básico con el que se construye el cerebro, y son básicos para la mielinización y la dendrificación, un proceso que tiene picos entre los dos y los seis meses y con máximos al año.
Hasta los seis meses, la leche materna tiene un 7,4% de grasa, y después de los doce meses tiene un 10,7%, lo que significa que cuanto más tiempo se amamante, mayor es el contenido en grasa de la leche y más beneficios para la mielinización del cerebro.
Esta es la causa de que los bebés amamantados tenga un mejor coeficiente intelectual.
"Los estómagos no deberían crecer tan rápidamente, sólo los cánceres crecen a ese ritmo" señaló Bergman, indicando el contrasentido que supondría que los bebés nacieran con un estómago tan pequeño para hacer frente a tomas cada tres horas. "Los horarios de alimentación cada dos o tres horas son estresantes para el bebé", argumentó.

La consecuencia de toda la evidencia analizada es que los periodos que se tratan de imponer entre tomas son completamente irracionales. Los bebés deberían ser alimentados en intervalos de en torno a una hora, pero como los recién nacidos no tienen un reloj sino que se regulan por su propio sistema nervioso, la conclusión es que deberían ser alimentados cada vez que se despiertan... Todo ello, obviamente, teniendo siempre en consideración un comportamiento FISIOLÓGICO del bebé, es decir, un comportamiento NORMAL, que es el que se produce cuando el bebé está en su hábitat, es decir, en contacto continuo piel con piel con su madre.

 La comparación más visual es poner al lado de un recién nacido una canica (20 ml) y un huevo de los que vienen dentro de los kinder (60 ml). De un solo vistazo se ve como el tamaño huevo es completamente inadecuado en proporción para el tamaño del bebé.

Una objección muy común a esto es que "no se puede permitir" porque supone invertir mucho tiempo... tanto para los padres como para las enfermeras que cuidan de neonatos ingresados... Pero Bergman demostró que no era cierto. Una toma de 20 ml dura unos 3 minutos, por 24 horas al día da como resultado una inversión de 72 minutos en la alimentación. En cambio, una toma de 20 minutos para darle a un bebé 60 ml cada tres horas supone un total de ¡¡¡160 minutos al día!!!

Hay una razón para todo en la naturaleza, recalcó Bergman. En este sentido, citó la investigación de Peter Harman y su equipo australiano que demuestran que el pecho tiene tres o cuatro reflejos de eyección de unos 20 ml cada uno... Demasiadas coincidencias ;-) Y esto es ya de mi propia cosecha y reflexión al hilo de todo lo expuesto por Bergman: ¿No estarán gran parte de los problemas de baja producción, excesiva producción de leche y todo el tiempo que tarda el pecho en regularse a la perfección relacionado con estas "malas prácticas" en la alimentación? Porque si en el estómago del bebé caben 20 ml y cada reflejo de eyección produce 20 ml, ¿no estaremos forzando al pecho a producir más eyecciones de la cuenta?

Así pues, y teniendo en cuenta la evidencia científica y la neurociencia, Bergman recomendó tomas pequeñas y frecuentes, adaptadas al ciclo de sueño del bebé. Lo que permite un comportamiento organizado, regulado, en contacto piel con piel, con la ingesta de leche pero también el resto de estímulos que fomentan el óptimo desarrollo del cerebro.

Además, Bergman reservó también tiempo de su exposición para recalcar que el sueño profundo del bebé solo se produce cuando está en contacto piel con piel, por lo que recomendó el colecho como manera óptima de descanso para la mamá y el bebé, teniendo siempre en cuenta las recomendaciones para colechar de manera segura.

"Cuando el bebé duerme separado de su madre no duerme, se apaga; por eso no sigue el patrón fisiológico y hay que despertarle para comer", subrayó Nils Bergman como respuesta a una de las preguntas del público. El comportamiento del bebé es organizado en el cuerpo de la madre y desorganizado fuera de él.  Cuando el bebé se apaga en lugar de dormir porque está separado de la madre, no se produce el sueño REM (a ver si se entera Estivill). Para que el comportamiento sea FISIOLÓGICO, el bebé tiene que estar en contacto con la madre.

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