Para leer con atención y comprender porque los bebes
necesitan ser alimentados a demanda
Nils Bergman comenzó su
intervención recordando que el contacto piel con piel es fundamental para
mantener la lactancia materna, ya que permite que esta suceda al proporcionar
todos los estímulos que necesita el cerebro. El cuerpo de la madre es el hábitat natural del bebé, donde el recién nacido no solo satisface sus
necesidades sino que también estimula el comportamiento maternal de su madre,
garantizando así su propia supervivencia.
Además, cuando el bebé
está en contacto con la madre está expuesto a estímulos visuales, olfativos,
táctiles, auditivos, pero también el sabor, el movimiento, etc. Todo ello es
necesario para que ocurra el vínculo, pero también para fomentar el desarrollo
cerebral. Por eso, Bergman afirmó que la lactancia materna es "un diez por
ciento de nutrición y un noventa por ciento de desarrollo cerebral".
A la hora de tratar de
averiguar cuál es la frecuencia ideal de las tomas para un bebé, hay que tener
en cuenta toda esta información.
Sueño
El primer factor que
analizó para determinar la frecuencia de las tomas fue el del sueño, destacando
que el ciclo de sueño de un bebé recién nacido dura aproximadamente una hora.
Funcionamiento del
estómago
El estómago aparece en
el feto a las cuatro semanas de la concepción y, tan solo con 11 semanas, ya es
capaz de contraerse. En el estómago del bebé actúan diferentes sustancias,
entre ellas la quimosina, la enzima encargada de cuajar la leche, facilitando
así la digestión. El estómago del bebé se vacía en menos de una hora cuando
toma leche materna.
Tamaño del estómago
Hay evidencia científica
con respecto a la mejor forma de comer de los recién nacidos (por ejemplo, es
preferible la alimentación con vasito al biberón), pero no hay ningún estudio
que demuestre cuál es la frecuencia óptima para la alimentación del bebé.
Por eso, Bergman se
centró en el análisis del estómago del recién nacido y, sobre todo, en su
capacidad, partiendo de la hipótesis de que los animales que comen a menudo
tienen el estómago pequeño y los que se alimentan con menor frecuencia lo
tienen más grande. Y presentó diversas pruebas sobre su tamaño:
Ecografías, con medidas
del estómago, que confirman una capacidad de unos 20 ml.
Estudios postmortem en
los que se infló el estómago del bebé con una jeringuilla y se midió una
capacidad de 20 ml.
Otro estudio estableció
que si se llena el estómago con agua a presión, puede albergar hasta 35 ml.
Un estudio midió la
presión del estómago y se vió que con cinco, diez, quince mililitros, las
medidas de presión no cambiaban. En 20 ml la presión empezaba a aumentar, por
lo que Bergman estableció que, teniendo en cuenta esos datos, 15 era la medida
confortable, aunque con veinte la presión todavía era aceptable.
También recalcó que el
feto, en el útero, ingiere líquido amniótico en proporciones de unos diez ml.
antes de vaciar el estómago. Además, el bebé puede tragar más de lo que cabe en
su estómago.
Así pues, la evidencia
científica disponible confirma que el estómago del recién nacido tiene una
capacidad de unos 20 ml. Ingiriendo esa cantidad, los bebés deberían comer cada
hora para alcanzar la ingesta calórica necesaria para su crecimiento, lo que
coincide con los ciclos de sueño y la frecuencia de vaciado del estómago.
Implicaciones
Todo lo expuesto implica
que el estómago es sometido a un estrés innecesario cuando se intentan alargar
las tomas y que el bebé, por tanto, ingiera mayor cantidad de leche en cada una
de ellas. Esto tiene varias consecuencias:
Regurgitación: el
estómago en el que caen 60 ml, cuando su capacidad es de 20, se estira en la
medida de lo posible y expulsa todo lo que no puede albergar. Esto produciría
reflujo cuando la leche vuelve hacia la boca, pero también podría ser una causa
de cólico cuando el estómago fuerza hacia el intestino leche que todavía no ha
sido digerida.
Tamaño del estómago:
tras días y semanas de someter el estómago a una tensión excesiva, este órgano
se va agrandando para adaptarse a esta situación.
Glucemia: la composición
de la leche implica que el azúcar en sangre empieza a bajar entre 60 y 90
minutos después de la toma. La mejor manera de evitar hipoglucemias es hacer
tomas frecuentes: alimentar cada hora.
Epigenética: la
epigenética es la importancia del ambiente a la hora de determinar cómo se
expresa la información recogida en los genes. La alimentación en los primeros
días es muy importante para el adulto: un estudio demostró que la ganancia de
peso en la primera semana en bebés alimentados con biberón predecía siempre la
obesidad en la edad adulta.
Los triglicéridos son el
bloque básico con el que se construye el cerebro, y son básicos para la
mielinización y la dendrificación, un proceso que tiene picos entre los dos y
los seis meses y con máximos al año.
Hasta los seis meses, la
leche materna tiene un 7,4% de grasa, y después de los doce meses tiene un 10,7%,
lo que significa que cuanto más tiempo se amamante, mayor es el contenido en
grasa de la leche y más beneficios para la mielinización del cerebro.
Esta es la causa de que
los bebés amamantados tenga un mejor coeficiente intelectual.
"Los estómagos no
deberían crecer tan rápidamente, sólo los cánceres crecen a ese ritmo"
señaló Bergman, indicando el contrasentido que supondría que los bebés nacieran
con un estómago tan pequeño para hacer frente a tomas cada tres horas. "Los
horarios de alimentación cada dos o tres horas son estresantes para el
bebé", argumentó.
La consecuencia de toda
la evidencia analizada es que los periodos que se tratan de imponer entre tomas
son completamente irracionales. Los bebés deberían ser alimentados en intervalos
de en torno a una hora, pero como los recién nacidos no tienen un reloj sino
que se regulan por su propio sistema nervioso, la conclusión es que deberían
ser alimentados cada vez que se despiertan... Todo ello, obviamente, teniendo
siempre en consideración un comportamiento FISIOLÓGICO del bebé, es decir, un
comportamiento NORMAL, que es el que se produce cuando el bebé está en su
hábitat, es decir, en contacto continuo piel con piel con su madre.
La comparación más
visual es poner al lado de un recién nacido una canica (20 ml) y un huevo de
los que vienen dentro de los kinder (60 ml). De un solo vistazo se ve como el
tamaño huevo es completamente inadecuado en proporción para el tamaño del bebé.
Una objección muy común
a esto es que "no se puede permitir" porque supone invertir mucho
tiempo... tanto para los padres como para las enfermeras que cuidan de neonatos
ingresados... Pero Bergman demostró que no era cierto. Una toma de 20 ml dura
unos 3 minutos, por 24 horas al día da como resultado una inversión de 72
minutos en la alimentación. En cambio, una toma de 20 minutos para darle a un
bebé 60 ml cada tres horas supone un total de ¡¡¡160 minutos al día!!!
Hay una razón para todo
en la naturaleza, recalcó Bergman. En este sentido, citó la investigación de
Peter Harman y su equipo australiano que demuestran que el pecho tiene tres o
cuatro reflejos de eyección de unos 20 ml cada uno... Demasiadas coincidencias
;-) Y esto es ya de mi propia cosecha y reflexión al hilo de todo lo expuesto
por Bergman: ¿No estarán gran parte de los problemas de baja producción,
excesiva producción de leche y todo el tiempo que tarda el pecho en regularse a
la perfección relacionado con estas "malas prácticas" en la
alimentación? Porque si en el estómago del bebé caben 20 ml y cada reflejo de
eyección produce 20 ml, ¿no estaremos forzando al pecho a producir más
eyecciones de la cuenta?
Así pues, y teniendo en
cuenta la evidencia científica y la neurociencia, Bergman recomendó tomas
pequeñas y frecuentes, adaptadas al ciclo de sueño del bebé. Lo que permite un
comportamiento organizado, regulado, en contacto piel con piel, con la ingesta
de leche pero también el resto de estímulos que fomentan el óptimo desarrollo
del cerebro.
Además, Bergman reservó
también tiempo de su exposición para recalcar que el sueño profundo del bebé
solo se produce cuando está en contacto piel con piel, por lo que recomendó el
colecho como manera óptima de descanso para la mamá y el bebé, teniendo siempre
en cuenta las recomendaciones para colechar de manera segura.
"Cuando el bebé
duerme separado de su madre no duerme, se apaga; por eso no sigue el patrón
fisiológico y hay que despertarle para comer", subrayó Nils Bergman como
respuesta a una de las preguntas del público. El comportamiento del bebé es
organizado en el cuerpo de la madre y desorganizado fuera de él. Cuando el bebé se apaga en lugar de dormir
porque está separado de la madre, no se produce el sueño REM (a ver si se
entera Estivill). Para que el comportamiento sea FISIOLÓGICO, el bebé tiene que
estar en contacto con la madre.
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