Salud /Domingo 07 de
abril de 2013 | Publicado en edición impresa
El 42% de los argentinos
adultos sufre hipertensión crónica
Afecta a ese porcentaje
de quienes tienen entre 35 y 75 años; la mayoría no lo sabe y sólo muy pocos se
controlan
Por Fabiola Czubaj | LA NACION
No hay otra enfermedad
en el mundo que abarque a un tercio de la población. La hipertensión causa todo
tipo de complicaciones cardiovasculares y discapacidad. Por eso, la OMS le
dedica el Día Mundial de la Salud, que se celebra hoy, con el lema "Conocé
tus números, medí tu presión y cuidá tu corazón".
Las cifras en la
Argentina son alarmantes . Un estudio que se da a conocer hoy revela que el 42%
de los argentinos de entre 35 y 75 años es hipertenso y que el 40% lo ignora.
Además, el equipo del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS)
detectó que apenas 1 de cada 5 hipertensos tiene controlada la presión , es
decir, que puede mantenerla por debajo de 140/90 mmHg.
Pero eso no es todo: la
Sociedad Argentina de Hipertensión Arterial (SAHA) afirma que el 10% de los
jóvenes de entre 20 y 30 tiene presión alta. "La hipertensión y la
obesidad son las dos epidemias que más afectan a la población. Aquí, el 80% de
las causas de muerte son las enfermedades crónicas no transmisibles y dos
terceras partes son enfermedades cardiovasculares. En el 90% de los casos, la
hipertensión está entre las causas. Así que se trata de una prioridad de salud
pública, lo que queda demostrado con la decisión de la OMS de dedicarle su día internacional",
dijo el doctor Daniel Piskorz, presidente de la SAHA.
El doctor Adolfo
Rubinstein, investigador principal del estudio Cescas 1 y director general del
IECS, confirmó que "las cifras son preocupantes". Dijo también que
"la hipertensión es uno de los problemas primordiales en salud pública en
la Argentina. Se trata del principal factor de riesgo de enfermedades
cardiovasculares, que constituyen la primera causa de muerte en nuestro
país".
En el país hay entre 8 y
10 millones de personas con 140-90 mmHg o más de presión. Pero muchos lo
ignoran y quedan expuestos a sus complicaciones, como insuficiencia renal,
enfermedad vascular periférica, ceguera y deterioro cognitivo, porque la
hipertensión daña la irrigación cerebral. Además, el 62% de los accidentes
cerebrovasculares (ACV) y el 49% de las enfermedades coronarias son por esta
causa, según precisan desde la sede local de la Federación Interamericana del
Corazón (FIC Argentina).
"Alrededor de la
mitad de los hipertensos de nuestro país no tiene el diagnóstico y permanece
sin ningún tipo de control y tratamiento, lo que es gravísimo, porque son entre
4 y 5 millones de personas que, siendo hipertensas, no lo saben. Esto explica
por qué es tan alta la mortalidad por enfermedades no transmisibles",
agregó Piskorz.
Cuando aparece, la
hipertensión no se cura, pero se puede controlar. También se puede prevenir con
reducir el consumo de sal a una cucharadita de té por día (unos 5 g), no fumar,
hacer actividad física, no beber alcohol en exceso (hasta una copa diaria las
mujeres y dos los hombres) y comer más frutas y verduras, y menos grasas.
Y en los que ya tienen
el diagnóstico, seguir el tratamiento es fundamental, aunque no siempre ocurre.
Además, la SAHA señala otro obstáculo: que los pacientes o las personas en riesgo
mejoren su estilo de vida. "La adherencia a los tratamientos crónicos es
un verdadero problema, en particular en las patologías silenciosas, como la
hipertensión o las dislipidemias" (colesterol y triglicéridos elevados),
afirmó el profesor doctor Fernando Filippini, presidente del Comité Científico
del XX Congreso Argentino de Hipertensión Arterial, que se realizará la próxima
semana en Rosario.
ASINTOMÁTICO
Estudioso del tema,
Filippini explicó que eso ocurre porque como no percibe dolor o molestias, el
paciente no se siente enfermo. "Eso lleva al abandono de las indicaciones,
no sólo farmacológicas, sino también las destinadas al cambio de estilos de
vida nocivos", indicó. Aparecen, entonces, las dietas cortas y mágicas, de
lunes a viernes, para adelgazar rápido. "En realidad, con los días,
tampoco las hace, porque asume «Sé cuando tengo presión y debo dejar la sal» o
«Ayer me cuidé, por lo que hoy puedo comer lo que deseo»", comentó.
Existe un modelo de
cinco etapas que se usa para explicar esta conducta. Es un ciclo que, como dijo
Filippini, "lo lleva nuevamente al punto de inicio, perdiendo tiempo y
poniendo en riesgo su salud". Claro que esto no les ocurre a todos. El
estudio Cescas 1, sobre 4000 habitantes de Bariloche, Río Negro, y Marcos Paz,
Buenos Aires, revela que el 22,4% de los hipertensos tratados (con o sin
fármacos) tiene bien controlada la presión. "El número es bajo si lo
comparamos con países como Estados Unidos, donde el porcentaje de pacientes
controlados supera el 50%", dijo Rubinstein.
Como pocas veces ocurre,
la hipertensión tiene un doble papel. "Es una enfermedad, y, a la vez, el
principal factor de riesgo para los eventos cardiovasculares, como el ACV y el
infarto. Como la obesidad y la diabetes, el no controlarla predispone a más
riesgo", explicó el doctor Roberto Ingaramo, coordinador general de las
Guías para el Diagnóstico, Estudio, Tratamiento y Seguimiento de la
Hipertensión de la SAHA. Por ejemplo: un paciente hipertenso con sobrepeso que
adelgaza 5,1 kg bajará su presión unos 4 mmHg.
Pero esto no es sólo
cosa de grandes, como lo mostró un estudio sobre casi toda la población
adolescente de la localidad bonaerense de Batán. "Aunque se la considera
una enfermedad del adulto, es importante identificar la presión alta en la
población pediátrica porque puede originarse en la niñez con la posibilidad de
padecer complicaciones, como el ACV, la insuficiencia renal y la enfermedad
coronaria, en el largo plazo", comentó el coautor del estudio, doctor
Gustavo Blanco, profesor adjunto de semiología de la Universidad Fasta, de Mar
del Plata.
Con el Estudio de
Factores de Riesgo Cardiovascular en Adolescentes (Erica), el equipo de Blanco
encontró que el 15% de los chicos de entre 10 y 17 años tenían valores de
presión altos para la edad, con sobrepeso y sedentarismo. A la mayoría no le
controlaban la presión en forma rutinaria; casi todos contaron que le agregaban
sal a la comida.
"Poder conocer
estos datos permite programar políticas de salud para la detección temprana y
la prevención con medidas de bajo costo y alto impacto, como la actividad
física escolar, la alimentación saludable, la disminución de la sal en los
alimentos y el descenso del peso. Su implementación radicará en adultos con
menos enfermedades cardiovasculares", sostuvo Blanco.
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