Publicado por Gema Lendoiro
el mar 20, 2014
Parece que la semana
pasada se alienaron los astros en contra de los niños. Sí, les cuento. En pocos
días salió publicado que las enfermeras catalanas aseguraban que, debido a la
crisis, las madres lactantes tenían que dejar de serlo porque su leche “no
alimentaba” y que la conocida marca del pajarito debía donarles leche
artificial. Afortunadamente rectificaron dejando claro que por muy desnutrida
que la madre esté, su leche es buena. Otra cosa es que la madre no desee o no
pueda dar el pecho por otro motivo. Eso es otro cantar y ahí yo no me meto.
Esa misma semana en los
informativos de Antena 3 sale Diego García Borreguero (presidente de la
Sociedad Española del sueño) asegurando que: “un bebé de un mes y medio debería
saber dormir” Obviamente dormir sabe, lo hacen desde el útero, de hecho. Otra
cosa es lo que algunos padres persiguen: que el bebé duerma toda la noche. Ahí
ya entran las circunstancias personales de cada padre. Yo comprendo que hay
gente que no se puede permitir el lujo de no dormir porque tiene trabajos muy
peligrosos (un conductor de autobús, de un tren, de una grúa, un cirujano…)
Todo eso lo comprendo. Pero lo que no comprendo es que para solucionar un
problema, se tenga que perjudicar a otro, sobre todo si es la parte más débil.
¿Es tan difícil entender que si un bebé llora es porque algo le pasa y porque
como mejor se le pasa es en el arrullo del pecho materno y no recibiendo
instrucciones claras tipo: Mamá te quiere mucho y está en la habitación de al
lado. (Tal y como sugiere el “amigo” Estivill) ¿Cómo es posible que existan
padres que se crean que de verdad “los bebes son muy listos y enseguida te
cogen la aguja de marear”?
Como no hay dos sin
tres, también aseguró un médico de la clínica Ruber, de cuyo nombre prefiero no
acordarme, que si dormías con tu hijo lo podías aplastar. O mi favorita: “se
recomienda que el bebé sea llevado a su propia habitación a los seis meses para
evitar que se produzca excesivo apego con la madre”. La persona que piensa así
debe de haber tenido una experiencia horrible casándose con el típico hombre
que quiere más a su mamá (a los 40 años) que a ella. De lo contrario, no me lo
explico. El apego es necesario para poder ser independiente el día de mañana.
El apego forma parte de su crecimiento y de su instinto de supervivencia. Un
bebé sin el cuidado de su madre, moriría. Donde digo madre puede poner usted
cualquier adulto, entiéndame.
Como doctores tiene la
iglesia y servidora de temas de sueño entiende poco, he hablado con María
Berrozpe, doctora en biología, coautora de Una Nueva Maternidad, autora de El
Debate Científico sobre la Realidad del Sueño Infantil y su blog personal
Reeducando a Mamá (madre de tres)
Lo que más me importa de
todo esto es qué ocurre desde el punto
de vista estrictamente biológico, para qué está preparado el cerebro del niño.
Según Berrozpe: “El bebé humano está diseñado para permanecer las 24 horas del
día en contacto con su madre. Somos mamíferos y primates, y, como tales,
nuestro hábitat natural para dormir como recién nacidos es en contacto con el
cuerpo de nuestra madre. Si dormir en
este hábitat supone un riesgo entonces es evidente que hemos modificado las
condiciones naturales del mismo en la dirección equivocada”.
Eckerberg en el año 2002
publicaba:” Los bebés están genéticamente programados para tener un contacto
constante con el cuerpo de su madre y frecuentes despertares nocturnos. Los
problemas del sueño infantil están relacionados con la cultura – la culpa no es
del niño ni de sus padres. Si la madre está contenta con colechar, entonces no
hay problema de sueño.”
¿De dónde viene, entonces, la cultura de
dormir separados de los padres? “Pues más o menos desde los inicios de la
sociedad occidental industrializada. Aunque los historiadores registran que
hace ya unos 500 años la iglesia católica prohibió colechar con los recién
nacidos. Esto fue debido a que, bajo secreto de confesión, muchas mujeres
pobres confesaban el infanticidio de sus bebés mientras dormían ya que no
podían afrontar otra boca que alimentar. La iglesia trato de evitarlo
prohibiendo el colecho”, nos comenta la doctora Berrozpe.
Esto es la parte
biológica, estrictamente científica. Pero los humanos no sólo somos ciencia,
nuestra vida también puede ser explicada en base a sentimientos. Por lo tanto
veamos qué nos dice, Ramón Soler, Psicólogo colegiado, escritor, divulgador y
conferenciante. Experto en Terapia Regresiva Reconstructiva, Hipnosis Clínica,
Psicología Pre y Perinatal, Psicología infantil y Psicología de la Mujer
(embarazo, Parto, Puerperio) sobre qué le pasa a un bebé cuando en medio de la
noche llora y no es atendido de inmediato:
“Durante millones de
años de evolución, los bebés y los niños humanos, debido a la debilidad e inmadurez con la que
nacemos, han necesitado de los cuidados y de la protección de adultos, día y
noche, para sobrevivir. Nuestros hijos siguen siendo igualmente inmaduros y
tienen las mismas necesidades de cuidado y protección, no somos una excepción.
Un bebé o un niño pequeño, no puede alimentarse por sí mismo, no puede buscar
comida, agua, correr lo suficiente como para salvar su vida ante un posible
peligro o enarbolar un arma defensiva (no olvidemos que hasta hace pocos
cientos de años, como especie, vivíamos y evolucionamos en un entorno natural
rudo y extremadamente hostil).
“El bebé humano tiene
las mismas necesidades que nuestros antepasados. Al nacer, necesita el contacto
cercano con su madre, su olor, su calor, los latidos de su corazón para
acompasarlos, su ritmo de sueño, su respiración, su leche, su presencia y
sentirse atendido para poder dormir tranquilo. Cuando se despiertan por la
noche, los bebés necesitan saber que sus padres están cerca. Si no escuchan la
respiración de su madre, si no la huelen, si no notan su calor, si no pueden
saciar su necesidad de comida (hambre o sed), si se sienten solos, las
sensaciones de miedo, de terror son enormes, terribles, desoladoras. Al
sentirse en peligro mortal, sus pulsaciones se disparan, el cortisol inunda su
cuerpo, siente estrés, miedo, terror y llora para dar la señal de alarma y
pedir socorro. Un bebé no tiene nuestra misma concepción de tiempo. Para él, un
par de minutos pueden ser una eternidad y, además, no sabe si su madre va a
volver o no, por lo que la sensación de soledad y el miedo que siente son
abrumadores”
A mí como madre y como
periodista siempre me ha interesado saber qué le pasa al cerebro de un niño que aprende a dormir a
base de llantos y Soler me responde:
“Cuando un bebé tiene
cubiertas sus necesidades de cuidado y protección, su cuerpo puede dedicarse a
crecer y su cerebro se desarrolla de forma óptima. Por el contrario, cuando un
bebé se siente solo y desatendido, se bloquean los mecanismos de desarrollo y
de crecimiento cerebral, y entran en funcionamiento los mecanismos de defensa.
El cuerpo tiende a economizar recursos energéticos y se centra en los que son
estrictamente necesarios para sobrevivir. Como consecuencia, el cerebro no se
desarrolla todo lo bien que debería”.
“Podemos decir que la
etapa entre los 2 y los 3 años es clave en el crecimiento del cerebro. En esa
época, se está desarrollando la corteza prefrontal, un área clave para aprender
a estrategias de afrontamiento del estrés y para la empatía. Si un niño, en esa
etapa tan importante, está en modo defensa y no en modo crecimiento, su lóbulo
prefrontal tendrá mucha menos densidad y muchas menos conexiones neuronales.
Este retraso en el desarrollo influirá más adelante en su manera de manejar situaciones
de estrés y en la forma de relacionarse con las demás personas”
Finalizo con una
reflexión personal. Yo sé que estás cansado/a porque tu hijo se despierta por
las noches. Sé que es duro (yo llevo 4 años sin dormir una sola noche del tirón)
pero esto también son daños colaterales de ser padres. Como cambiar pañales,
como en medio de la madrugada cambiar la cama entera porque el nene ha
vomitado. Son cosas que no se pueden evitar. O no al menos sin perjudicar al
niño. Toma las decisiones que consideres oportunas pero hazlo siendo consciente
de qué estás haciendo. Y, sobre todo hazte la siguiente pregunta: ¿Tú cómo
querrías ser atendido/a si en medio de la noche tuvieras una pesadilla? Y si no
tienes hijos sé honesto antes de decidir tenerlos, pregúntate si estás
dispuesto/a que tu vida sea así durante un tiempo. Porque te puede tocar un
bebé dormilón o te puede tocar otro que no. Y lo que no creo que sea lo más
correcto es adiestrar a los bebés como si fueran animales. Son seres humanos, con
sus sentimientos. Y es importante que lo
tengamos en cuenta siempre. Más valdría que en lugar de publicarse libros sobre
cómo domesticar a tu hijo se publicaran otro tipo: Cómo aprender a respetar a
tu hijo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola, si leíste el post, seguro tenés algo que comentar, pues hacelo!!!