Entrevista a Sergio Sinay.
Acaba de editarse otra vez su libro "Hombres en la dulce espera", donde el escritor y especialista en problemáticas masculinas analiza críticamente la falta de información sobre cómo los varones atraviesan el embarazo. Después de dos décadas, Sergio Sinay, escritor dedicado a reflexionar sobre vínculos humanos y exploración existencial y especialista en problemáticas masculinas, decidió editar nuevamente su libro "Hombres en la dulce espera".
Hace 20 años, cuando publiqué este libro por primera vez, hice antes un cuidadoso trabajo de búsqueda de información y fuentes sobre cómo el varón atraviesa el embarazo -explica-.Y no encontré nada. Todo era sobre la experiencia que atravesaría la mamá, consejos para sus temores, información puntillosa acerca de lo que le pasaría tanto a ella como al bebé durante la gestación, orientación psicológica, alimenticia, sanitaria. Recuerdo que sentí que cualquier extraterrestre que llegara desprevenido a nuestro planeta podría dar por sentado que los niños venían al mundo por partogénesis, que es una forma de reproducción en la que interviene sólo el elemento femenino. ¿De los hombres? Ni noticias: era como si fuéramos sin pecado concebidos, como si ningún varón interviniera en el hecho. Decidí entonces escribir un libro para futuros papás.
Eso fue hace 20 años. ¿Por qué lo edita otra vez?
Porque fue un libro que tuvo excelente recepción; se agotó y durante mucho tiempo distintas generaciones de futuros papás se lo fueron pasando. El problema es que también hoy trata de una temática que podríamos caracterizar como escandalosamente ausente en librerías, en investigaciones, en internet… No hay un solo dato sobre transformaciones psíquicas, emocionales u orgánicas o sobre la sintomatología del hombre que está gestando.
No hay estadísticas de en qué porcentaje los hombres asisten a los partos… Lo que se encuentra trata al varón casi como un tonto o, en el mejor de los casos, se insiste en que debe "acompañar" a la mujer, en que es una suerte de ayudante. Se le sugieren cosas para hacer, como para que no estorbe. En suma: sigue siendo un actor de reparto, no un coprotagonista.
¿Y realmente lo es?
Por cierto que sí. El embarazo no es algo que le ocurre a la mujer sino a la pareja, para concebir un hijo es necesario lo que ponen ambos para dar lugar a una vida, no se puede prescindir de ninguna de las dos partes, es cincuenta y cincuenta y cada cincuenta es diferente, no puede ser cubierto por el otro. Esto, que parece tan claro en la concepción biológica, debería aplicarse también para el embarazo como vivencia. Que la dulce espera sea de la pareja, no de la mamá. Al concebir ponen cosas diferentes: hay cuestiones del embarazo que se pueden vivir como sensaciones comunes a ambos y cuestiones del embarazo propias de cada uno. Pero el proceso es de los dos.
¿Los varones también tienen cambios físicos?
Sí. Se está recopilando información y se ha comprobado que también suben de peso, no tanto como las mujeres, pero sí algunos kilos. Aumentan además las peritonitis, los absesos, los orzuelos, todo lo que es hinchazón del cuerpo en algún lugar. Pero lo de las peritonitis es notable porque demandan una cirugía.
Se incrementan las lumbalgias y aparecen "michelines" o rollitos, incluso en los flacos: los varones también expresan en su cuerpo algo durante el embarazo.
Sin embargo, cuando la gente se encuentra con el futuro papá le pregunta siempre ¿cómo lo lleva tu mujer? Nunca le dice a él ¿y cómo te estás sintiendo, necesitás algo?
Es que gestar el bebé en la propia panza parece un elemento muy fuerte…
Sí, pero existe también una idea que es cultural, no de la "naturaleza", que hará que esta participación protagónica de la mujer como cuerpo que gesta después se prolongue en que también es la presencia decisiva durante la crianza. Y ésto sí es un producto muy arraigado de nuestra cultura: que los hijos son más de la mamá, que ella, por ser mujer, está mejor acondicionada para entenderlos, para saber, para criar.
En realidad creo que si la mujer termina estando más acondicionada es porque está más presente, no es que sea "instintivo" por naturaleza. El instinto se construye a fuerza de presencia de la madre en la vida de los hijos, pero también se podría construir el instinto paterno si el varón estuviera más presente y desde el momento de la concepción.
Sin embargo, los hombres durante muchos siglos han sido proveedores materiales, eso es lo que se espera de ellos. Si cumplen con su función… todo lo que tienen que hacer es no meterse y no molestar… Así, se va creando en la cultura un "hambre de padre", un desconocimiento cercano de la interioridad de ese hombre que ha sido quien lo ha traído al mundo. Cómo es, cómo sueña… Es una figura marginal, pero es importante que esté presente porque genera protección, es quien provee.
¿Eso no ha cambiado en las últimas décadas, los varones no están más presentes?
Están más presentes, pero sigue siendo el personaje que acompaña, también es así en las nuevas generaciones. Cuando se dice que los papás jóvenes son diferentes, que participan, finalmente llegamos a la conclusión de que lo que hacen es colaborar más: son como Juanita con Doña Petrona, ayudan, pero no son coprotagonistas totales como tendrían que serlo y desde la concepción. A menudo las mamás se quejan de la ausencia de los papás en cuestiones tan frecuentes como que el bebé se despierte de noche. Son ellas, la grandísima mayoría de las veces, quienes van a atenderlos…
Lo he hablado muchísimo en los grupos de hombres: ellos dicen que no van porque sienten que no sabrán qué hacer. Y la pregunta es ¿por qué sí la mamá va a saber? La mamá tiene la teta, si el llanto es por hambre la mamá lo alimentará, pero él también se puede levantar e ir con ella, y puede aprender a reconocer los distintos tipos de llanto del bebé. No es que la mamá no tenga miedo de "no saber": ella también está asustada, pero como es la que se levanta todas las noches termina sabiendo más que él y se confirma la idea de que ella "sabe más", pero si el papá se levantara también se iría haciendo experto, como la mamá.
Hay funciones que puede desempeñar perfectamente el varón. Cuando por diferentes razones la mujer no puede dar de mamar, por ejemplo, los padres pueden alimentar sin que esto sea traumático, porque una cosa es tener la teta y otra cosa es la exclusividad de la alimentación. El papá puede dar la mamadera y tener a su hijo en brazos, mirándolo y cantándole: no es la teta, es el vínculo. Y hay que establecerlo desde el vamos, en la sala de espera del consultorio del pediatra suele no haber padres varones, hay uno contra 9 mamás, y ese papá, o es muy canchero, o está muy incómodo.
¿Y por qué no acostumbran a ir?
Por la misma razón por la que no se levantan a ver por qué llora el bebé de noche: sienten que no van a "saber". ¿Y si me pregunta, qué le digo? Es la pregunta que se hacen. Entonces, si va, lo hace como cordero degollado, no es una tarea compartida. Cuando en las reuniones de padres en los colegios ambos padres trabajan fuera de casa, los dos tienen dificultades para ir, pero termina yendo la mamá. Ella encuentra alguna manera de postergar lo que para el hombre se supone que es impostergable. Lo vivimos como algo natural, así como el pez no piensa en el agua porque vive ahí, es su naturaleza, nosotros también lo aceptamos, estamos como peces en el agua creyendo que las cosas son así, pero en realidad no es natural…
¿Cómo se sale de estos esquemas tan rígidos?
Durante muchos años de trabajar con grupos de varones pude comprender que ingresar al mundo de la paternidad es la manera más fácil que tiene el hombre de entrar al mundo emocional sin perder la masculinidad, porque ningún hombre que ingrese en la esfera de la emoción por la puerta de paternidad corre el riesgo de ser tildado de poco hombre. Y si se instala lo emocional, ocurre como con el agua bajo la puerta: ya no se puede parar.
¿Se puede dar algún consejo, alguna recomendación para empezar a introducirse en ese mundo?
Sí. En el embarazo, cuando la mamá va a controlarse él tiene que ir también. "Tenemos" cita con el obstetra, no "la voy a acompañar", el lenguaje crea realidades. Los varones creemos que tenemos que saber, que preguntar es de "mariquita", pero hay que preguntar todo lo que se te cruza por la cabeza y acostumbrar al obstetra a que los mire a los dos porque ambos participan y el proceso es de los dos, aunque técnicamente la atiende a ella. Sino, te convertís en un perchero con el abrigo de los dos en la mano: eso es acompañar, pero no participar. Otra forma de ser parte es tener participación muy activa en las conversaciones, que las charlas acerca de cómo vamos a criar a nuestro no sean de la mamá con su mamá o de las mujeres de la familia.
Lo que un varón puede hacer también es hablar con su padre, si vive, y preguntarle qué le pasaba, qué sentía, qué pensaba cuando él iba a nacer. O llevar un diario del embarazo pensando en el hijo, para que sepa ésto era lo que nos pasaba en casa cuando te esperábamos a vos, es una forma activa de participar en el embarazo… Llevar a un hijo en la panza no es algo que se elige: la mujer lo lleva porque es mujer y con ésto no se puede hacer nada…. Pero no se puede convertir la panza en el centro de lo que viene después, sino la biología termina determinando todo y eso no es así.
¿Qué pasa si la mujer tiene dudas o desconfianza acerca de la capacidad que tendrá el varón en hacer cosas supuestamente maternales por el hijo?
Es un problema frecuente. Al varón se lo critica porque no lo hace, y cuando hace se lo critica. Es un círculo vicioso. Es la profecía autocumplida: hay una autodescalificación para el ejercicio de la función. Hay situaciones paradójicas donde las mujeres más jóvenes y evolucionadas piden más participación y piden pero no sueltan, están vigilando, fijándose si lo hace bien o mal… Y el papá no es un empleado, en todo caso es el socio. Cuando el hijo queda en manos del papá, queda en manos del papá, y él lo hará a su manera, que es la manera del padre, del varón, que tiene otra visión del mundo pero el mismo amor.
Parecería que de alguna manera está todo dispuesto para evitar que el varón se convierta en padre…
Bueno, nuestra cultura tiene "hambre de padre". La mujer sí se convierte en madre, y pasa a ser hasta la madre de su propia pareja. Las mujeres se dejan convertir en eso porque tienen muy fuerte el mandato de la maternidad, no pueden parar de ser madres, sienten que sino son madres no son mujeres.
Sin embargo, la maternidad es una función en la vida, y el problema es que si tu identidad pasa por la maternidad nunca podrás soltar a tus hijos porque si los soltás no serás nada, entonces para mantenerlos atados los llenás de culpa… Hay que trabajar sobre la idea de que una de las cosas que te puede pasar siendo mujer es que seas madre, pero se puede ser fecunda de miles de formas.
La maternidad y paternidad son una de las formas de la fecundidad humana. Hay personas que, sin tener hijos, han dejado en el mundo huellas muy profundas, de otras maneras.
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