viernes, 18 de enero de 2013

Por qué parí en casa (parte I)


20/05/2010 BY VIVIAN /
Esta entrada es la parte 1 de 5 en la serie Parto en casa
La Semana Mundial por un Parto Respetado se celebra este año del 16 al 23 de mayo bajo el lema "Parto traumático, cómo evitarlo. Parto placentero, cómo lograrlo". Se trata de una iniciativa de la Asociación Francesa por el Parto Respetado que se ha venido celebrando desde 2004. ¿Qué es un parto respetado? Aquel en donde se reconoce la capacidad que tiene la mujer para parir a su propio ritmo, sin imponer intervenciones innecesarias que en muchos casos se utilizan simplemente para facilitar la labor de los profesionales de la salud y que pueden tener consecuencias negativas para la madre y el bebé. Un parto respetado es aquel en donde se protege la intimidad de la mujer y su necesidad de sentirse segura y arropada mientras se abandona a la sabiduría de su cuerpo, que fue creado para parir y que por tanto sabe perfectamente cómo hacerlo (aunque la mente de la mujer no lo sepa). Creo que el parto es un rito de iniciación que nos prepara para ser madres, y que todas las mujeres tenemos el derecho de vivirlo como mejor nos parezca. Por eso, la decisión acerca de cómo parir, qué postura adoptar y qué intervenciones se deben practicar corresponde a la mujer que pare y no al médico que la atiende. Tomar las riendas del propio parto es la mejor forma de evitar un parto traumático. Y para ello es clave estar bien informada.


 Foto: Philippe Put

Yo tuve a mi hijo en casa. Lo parí en mi cama, a cuatro patas, sin ningún tipo de anestesia, con la asistencia de mi maravillosa matrona, mi marido y mi hermana. Mi bebé vino al mundo en un ambiente cálido, íntimo, rodeado de las personas que más quiero. Lo primero que vio al abrir los ojos no fue la luz fuerte de una fría sala de partos, sino una habitación acogedora y los rostros emocionados de su familia.Pude abrazarlo y tenerlo piel con piel mientras él solito encontraba mi pecho, sin prisas, sin extraños observando, sin que importara nada más que nuestro encuentro. Me sentí tan arropada y tan segura que en ningún momento tuve miedo, a pesar del dolor de las contracciones y del expulsivo. Porque fue una prueba dura, sí. El dolor físico fue muy, muy intenso. Pero entendí lo que tanto había leído estando embarazada: que dolor no es igual a sufrimiento.

Cuando supe que iba a ser mamá, no tenía ni la menor idea de lo que era un parto (obviamente), y no me imaginaba que las mujeres podemos decidir cómo parir. Jamás me había interesado por estos temas. Fue mi amiga Claudia quien me abrió los ojos. Claudia había dado a luz de manera natural, en el agua, y todavía recuerdo sus palabras cuando me contó su parto: me dijo que parir había sido la experiencia más radical que había vivido jamás. Intentó describirme la sensación de haber parido a su hija con sus propias fuerzas y la euforia que sintió cuando la tuvo en brazos. Me acordé de lo que me había contado mi amiga Lena, que no llegó a tiempo al hospital para la epidural y que sintió la increíble "fuerza de la vida" abriéndose paso dentro de ella para salir. Pensé: la naturaleza ha querido que las mujeres pariéramos, y debe ser por algo. No quiero perderme esa experiencia. Quiero vivirla en toda su intensidad.


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