lunes, 14 de enero de 2013

Sin piernas no es igual: cambiar el foco de debate es importante


Por Leda Di Croce


Más de una vez intento analizar en qué sitio queda el ser humano situado entre todos los pretendidos avances que se han alcanzado en este siglo XXI.

Es necesario reconocer que muchos de ellos efectivamente lo son, pero es innegable que muchos otros caminos han logrado separarnos de lo más básico y propio de nuestra especie, impidiéndonos muchas veces vislumbrar cosas que por evidentes han quedado lejanas, casi ensombrecidas por el pseudo-progreso y las pseudo comodidades que este nos aporta, “facilitándonos” la vida, anestesiándonos los malestares, “ayudándonos” a vivir como si nada importante nos pasara en el día a día: rápido, útil, fashion…eso parece ser lo importante.

Si has sido madre o estás camino de ello, probablemente hayas presenciado el desgastado debate de “epidural SI, epidural NO” y si aún no te ha ocurrido es probable que pronto te ocurra. El caso es que este tema se ha instalado socialmente como un punto importante sobre el que hay que tomar postura (paradójicamente, decidimos la utilización de una analgesia sin sentir aún el dolor y con meses y meses de antelación a que realmente podamos necesitarla).

Efectivamente este debate no ha caído del cielo, si se ha instalado en la sociedad es por distintas razones, a saber:

Porque desde el embarazo muchas de nosotras sólo pensamos en el parto asociándolo al dolor y por eso con tanta anticipación necesitamos analgesia. La representación social y el concepto que nos han transmitido en nuestra crianza considera parto-dolor casi como sinónimos.
Porque la analgesia epidural es ofrecida en muchos sitios como si fuera una opción de corriente utilización que no resiste mayor análisis que la firma de un consentimiento informado (o la puesta en juego de las propias convicciones, si eres de las que dicen NO).
Plantearlo en términos de Si o No es un debate estéril: como todas y cada decisión sobre la vida personal debe ser una a una, dependerá de cada mujer y de cada vez que dé a luz. No es mi terreno.

Sí me interesaría reflexionar, en cambio, sobre las diferentes posibilidades que brinda el determinante hecho de disponer de nuestras piernas en todo momento a lo largo de nuestro trabajo de parto y parto.

Es fundamental abandonar el debate del Si o No. Sabemos de sobra que ese recurso existe y que de solicitarlo en general dispondremos de él, pero es necesario que podamos pensar en aspectos más profundos de la cuestión, mucho más elementales de los que cuenta el consentimiento informado que firmamos antes del pinchazo.

Actualmente el debate en estos términos mantiene el pensamiento de la mujer centrado en el dolor que sentirá. En general el planteamiento es: “espero a ver cuánto aguanto y si veo que no puedo, pido la epidural”. Llegar, ver que me duele y pedirla es esperar a ver pasivamente cómo se sucede lo que ya sabíamos que ocurriría, porque en general, salvo pocas excepciones parir duele, pero el punto no está ahí.

Quizás enfocar el evento desde otra perspectiva logre que incluso ese malestar ya no nos genere la necesidad de extirparlo a la primera. Quizás haya otras cosas más importantes que valorar en ese fenómeno, redirigiendo el foco hacia otro sitio y dando al dolor un nuevo significado.

¿Qué ocurre si pensamos que nuestras piernas son sumamente necesarias para reducir la utilización de fórceps u otros métodos instrumentales?

¿Cuántas veces hemos oído que hay bebes que están demasiado altos y que los partos acaban siendo instrumentales porque el bebe está muy alto y no baja?

¿Sabías que una madre que puede mover sus piernas puede adoptar posturas que ayuden el descenso gracias a la fuerza de gravedad, antes de recurrir a esa intervención?

¿Sabes que moviéndote es probable que la dilatación avance a otro ritmo que tumbada porque la fuerza de gravedad y el movimiento son pilares fundamentales en el trabajo de parto?

¿Qué pensarías si te dijeran que si en el expulsivo adoptas cualquier otra postura que no sea la de litotomía (tumbada) evitas la curva ascendente del canal vaginal que dificulta la salida del bebe?

¿Sabes que la analgesia reduce la sensibilidad al reflejo de empujar y que no es igual empujar según el cuerpo lo indica (el periné se distiende paulatinamente) que con un pujo dirigido externamente?

Evidentemente, conocer estas cosas no quita dolores, no evita molestias ni borra miedos, pero sí echa luz sobre ciertos aspectos en los que es sumamente necesario saber que no da lo mismo poder moverse libremente: no es igual disponer de tus piernas que no tenerlas ese día.

Cuando el dolor esté allí, quizás sirva pensar que eres un equipo en plena actividad junto con tu bebé y pudiendo hacer uso de tus piernas estás preservando tus herramientas naturales, tu propio cuerpo, el más útil, el más sabio y el que mejor sabrá cómo parir para que cualquier parte de él que sea necesaria utilizar a lo largo del proceso esté disponible y a la tarea.

Todos los cuerpos saben parir, todos. Y definitivamente lo hacen mejor que cualquier instrumental o analgesia que nos puedan ofrecer. Disponer de él para usarlo en ese momento es nuestra decisión y sobre eso, sí que debemos debatir incansablemente, hasta que recuperemos la confianza en que todas podemos y sabemos hacerlo.

 NOTA: Es importante consultar en el Centro que hayamos elegido para dar a luz sobre métodos alternativos de alivio del dolor. Si disponen de ellos y cuáles son.

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