Sábado
12 de octubre de 2013 | Publicado en edición impresa
Especial
Día de la madre / Tendencia
Los
mandatos culturales quedaron de lado y hoy la maternidad se vive desde un lugar
menos culposo y más genuino
Por
Tesy De Biase y Florencia Aguerreberry |
Para LA NACION
La artista plástica Luisa Freixas, mamá de Quinto, Rosa y un tercero en camino, pintando y jugando en su taller. Foto: LA NACION / Santiago Filipuzzi |
Hace
tiempo que las mujeres se desanudaron de la maternidad forzosa, como denunció
la escritora francesa Simone de Bouvoir allá por los orígenes del movimiento
feminista. Liberadas del mandato histórico del deber ser madres, llegan a la
maternidad con ganas de ser madres. Empáticas y horizontales, capaces de
defender sus deseos y armonizarlos dialécticamente con las demandas de sus
hijos, construyen las nuevas pautas en redes de pares y edifican estilos de
maternidad alternativos. A través de sus testimonios, LA NACION rescata esta
nueva corriente de mujeres cuyo estilo de maternidad se escapó del manual de
mandatos culturales.
"Si
mi abuela creía que había que quedarse en casa fregando y atendiendo al marido
y a los hijos, en plan de sacrificio, mi madre creía en una postura feminista,
donde la mujer no tiene por qué someterse a un hombre; además, sostenía que
haber sido madre de algún modo la había postergado como mujer. Absorbí ambas
posturas así que a mis 20 años la maternidad me resultaba una especie de
castigo", relata Giselle Otero, profesora de danza (36) y madre dialéctica
de Lautaro (8). ¿Cómo se produjo la metamorfosis?
"Los
años pasaron y dentro de mí crecía más y más el deseo de ser madre, deseaba
saber qué se sentía, pasarlo por el cuerpo, hacerlo carne en mí. Quería que mi
hijo naciera de un amor y una pasión fuertes, y a los 28 años encontré,
bailando flamenco, a alguien que pensé podría ser el padre. Me animé y todo
salió muy bien, no era para tanto. Pude entender que amar no tiene por qué
implicar sufrimiento o muerte del propio deseo en función de la vida y las
necesidades del hijo: hay que integrar, generar dialéctica y hacer que ambos
deseos, de la madre y del hijo, convivan. Decidí luchar contra esa idea de
postergación y seguí adelante con mis proyectos personales."
"La
madre actual crea un vínculo singular con su hijo con el que intenta regularse
en vez de limitar. Se deja fluir sin dejarse arrasar. Las madres hoy prefieren
no limitar, sino acompañar las experiencias de sus hijos. Hay mucho respeto por
el niño y su potencia creativa. No se trata de que el niño imite al adulto. Se
trata de la posibilidad de su superación", conceptualiza la licenciada
María Esther Cavagnis, terapeuta de FyP (Fundación Familias y Parejas).
La
artista plástica Luisa Freixas (33 años) también reivindica el deseo personal
para sí misma y para sus hijos Quinto (6), Rosa (4) y un tercero en camino.
"Mis
hijos me inspiran bastante, pintan mucho, dibujan, los crío con el arte y desde
que nació el mayor no volví a ir a un museo sola", confiesa. Es una madre
presente, que comparte sus actividades y limita los límites a dos terrenos: la
comida y la hora de irse a dormir, y tiene muy claras sus propias necesidades:
"Descubrí mi pasión por la pintura a los 20 años y quiero darles a mis
hijos las herramientas para que puedan hacer lo que realmente les guste. Cuando
hacés lo que te gusta la vida es más fácil. Yo necesito pintar todos los días;
el día que no pinto soy peor madre, tengo menos paciencia y soy menos lúdica.
Cuando pinto ya no me importa nada y hago lo que los chicos quieren",
ironiza.
EL
SER O NO SER DE LA CULPA
"En
lugar de plantear una maternidad ideal donde nos castigamos por no ser
perfectas, nos ocupamos más de que no les falte mucho amor, abrazos, risas y
calidad en el tiempo que compartimos juntos si somos madres que trabajamos.
Obvio que pongo límites y todo el tiempo me replanteo qué hacer y cómo hacerlo,
pero no tanto desde el lugar de la culpa, sino más bien desde si estoy
conectada conmigo misma a la hora de relacionarme con ellos o no",
comparte Nuria Docampo Feijóo (38), periodista, directora de una agencia de
comunicación y mamá de Ulises ("casi 3 años") y Amelia (2 meses).
"Hoy, las madres nos juzgamos un poco menos y nos reímos más de nosotras
mismas, abriéndonos a un estado que nos permite aprender de ellos. Y en
realidad, quizá tenemos mucho más para aprender que para enseñar", sostiene.
Y confiesa que en lugar de recurrir a los consejos de los viejos, las mujeres
actuales tienen más presente el estilo de la era digital: se apoyan mutuamente
a través de círculos de mujeres que ofician de red. "Hoy se arman grupos
de mujeres, ya sean organizados o entre amigas, que se contienen, reflexionan
continuamente qué clase de mamás somos o queremos ser, y en ese círculo uno se
relaja, acepta que está haciendo lo mejor que puede, que cada día se puede
intentar de nuevo, que ya no sirve tanto castigarse por todo, sino que la mejor
manera de ser mamás es querernos y valorarnos a nosotras mismas tal cual somos.
Mi infancia estuvo impregnada de psicoanálisis y yo me psicoanalicé mucho. Creo
que de ahí aprendí que haga lo que haga mis hijos van a tener que revisar su
historia: como padres dejamos marcas, es inevitable. Entonces, en lugar de
plantear una maternidad ideal donde nos castigamos por no ser perfectas, nos
ocupamos más de que no les falte mucho amor, abrazos, risas y calidad en el
tiempo que compartimos. La mujer que se dedicaba a sus hijos fue; también está
fuera de moda la que trabaja todo el día. Ahora estamos en un punto medio,
podemos ser profesionales y criar a nuestros hijos, zambullirnos con más
soltura porque estamos socialmente habilitadas a ser imperfectas."
No
todos los profesionales comparten la mirada. Según la licenciada Irene
Loyácono, psicóloga familiar y directora del Centro de Terapias con Enfoque
Familiar: "El ideal maternal de la modernidad sigue tan vigente: amor
incondicional, abnegación, presencia sin medida, sintonía automática con las
necesidades del hijo/a. Sólo que ahora se le agrega que hay que ser una mujer
informada, con una carrera laboral, etcétera. Por lo que en realidad hoy las
madres adultas están más compelidas por la exigencia". Sin embargo, una
nueva camada de mujeres se está arriesgando a desafiar las normas de lo
políticamente correcto y plantarse en lo que realmente quieren.
"La
palabra culpa creo que fue instaurada en generaciones anteriores, pero en este
momento no se la tiene presente. Nadie nació sabiendo cómo criar, se hace lo
que uno puede siempre y cuando podamos hacerlo con amor y tratando de acompañar
al hijo", sostiene María Cecilia Domínguez (28), mamá de un bebe de un año
y medio. "No creo en el renunciar a todo por los hijos. Si bien yo me
dediqué un año entero exclusivamente para mi hijo, sin trabajar, sin estudiar,
siempre le fui fiel a mi deseo: no renuncié en ese caso a mis deseos más
profundos de dedicarme ese año sólo a criar y a acompañar y a estar presente
100%. Luego del año comencé a trabajar como artista y dando clases. No tenemos
que tener temor a continuar haciendo lo que amamos ya que nuestros hijos van a
estar felices de ser amados mientras sus mamás están contentas en sus espacios".
OTRAS
MATERNIDADES
En
un artículo publicado en la revista Estudios de Género, los mexicanos Flor de
María
Gamboa
Solís y Mario Orozco Guzmán se refieren a las nuevas maternidades que se
multiplicaron en los últimos años: "Las maternidades posmodernas o nuevas
maternidades descentran a la mujer como responsable única del ejercicio de la
maternidad, así como de ser el soporte afectivo de la familia", sostienen.
Y describen las maternidades de mujeres que desafían las ideologías dominantes.
Casos en los que el deseo de maternidad se impone, más allá de normas y
mandatos.
"Ser
mamá siendo homosexual es una opción que cuestiona ciertos prejuicios
socialmente instalados durante mucho tiempo. Se creía que si alguien era
homosexual no iba a tener una familia, que implicaba quedarse solo o ser una
solterona, y en casi todos los casos implicaba no tener hijos. Desde hace
varias décadas, algunas personas comenzaron a cuestionar estos limitantes
sociales, que terminaban por interiorizarse y ser autoimpuestos. Si alguien
asumía ser homosexual debía comprar el combo y éste venía sin hijos",
comentan los doctores Pablo Gagliesi y Javier Camacho, en un artículo publicado
por la Fundación Foro.
Otras mujeres se vuelcan
a la maternidad sin pareja o adoptan a los hijos biológicos de quienes no
pueden convertirse en nido, con el convencimiento de que ser madres es ser
sostén emocional, pero también es seguir siendo mujeres, a través de múltiples
fórmulas que cada mujer-madre construye.
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