Salud Sábado 18 de mayo de
2013 | 16:47
La patología, con falta
de diagnostico, afecta a casi el 30 por ciento de la población y puede llevar a
la muerte
Por Víctor
Ingrassia | LA NACION
"Tengo la presión
por las nubes". "Tuve un pico de presión". "Estoy muy
estresado y con presión alta". Estas palabras suelen escucharse en
aquellas personas que pasan por un mal momento, un disgusto o están con mucho
estrés.
Pero cuando ese aumento
de presión se vuelve persistente los especialistas indican que la persona se
encuentra con un cuadro de hipertensión arterial, una patología peligrosa que
afecta del 25 al 30 por ciento de la población mundial y constituye uno de los
principales factores de riesgo para las enfermedades cardiovasculares, como el
infarto de miocardio, los accidentes vasculares cerebrales y la insuficiencia
cardiaca, entre otras.
¿Pero qué es la
hipertensión y qué produce la presión alta?
"La hipertensión es
el aumento de la presión ejercida de la sangre sobre las paredes de las
arterias. Esto puede ocurrir por el aumento del volumen sanguíneo debido a
excesos de consumo de sal y agua superiores a la capacidad de excreción del
riñón. También este aumento de tensión ocurre por la contracción de las
arterias achicándose el lugar por donde circula la sangre. Este mecanismo lo
conocemos con el nombre de vaso constricción", explicó a LA NACION la
doctora María Alejandra Rodríguez Zía, médica clínica y endocrinóloga.
"La causa más
frecuente de la hipertensión arterial es el estrés que origina aumentos de
adrenalina unido a la mala alimentación con exceso de sal y grasas trans. Se
clasifica en primaria en la que englobamos las causas psicológicas; y
secundaria que son aquellas debidas a tumores productores de adrenalina, como
el feocromocitoma o de aldosterona que produce la retención de sal o la
enfermedad de Cushing (tumor productor de cortisol)", agregó la
especialista.
El doctor Alberto
Villamil, médico cardiólogo del Instituto Cardivascular de Buenos Aires (ICBA),
explicó que la presión tiene dos componentes, la presión sistólica o máxima y
la presión diastólica o mínima.
"Cuando nos
informan el valor de presión siempre se dice primero la máxima y luego la
mínima (Ej.: 140/90 ó 14/9 como se dice habitualmente). Se considera normal una
presión a 140/90 aunque el valor "ideal" es de 120/80 o menos. Pero
en personas mayores de 65 años es frecuente detectar una elevada presión máxima
con una presión mínima normal (Ej. 180/80), pero esto no es una condición
normal y de hecho constituye un factor de riesgo de enfermedad y muerte. Hoy
sabemos que la presión en los ancianos, al igual que en los adultos más
jóvenes, no debe ser mayor a 140/90", completó el experto.
Foto: Archivo
VARIACIONES
La presión arterial no
es un valor fijo y de hecho cambia cada vez que nuestro corazón late, estas
variaciones son normales, pero deben mantenerse dentro de ciertos límites, ya
que un excesivo aumento de la variabilidad de la misma se asocia a un mayor
riesgo de enfermedad y muerte cardiovascular.
"En el transcurso
del día la presión varía intensamente, ya que es más elevada durante las horas
de actividad en tanto que baja durante el sueño. Durante las primeras horas de
la mañana, inmediatamente luego de despertar, se suelen detectar valores altos
de presión, hecho que se ha vinculado a la mayor cantidad de infartos,
insuficiencia cardiaca o accidentes cerebrales que se verifican a esta hora del
día", indicó Villamil, jefe de hipertensión arterial en el ICBA.
En muchos estudios
realizados en los últimos 50 años, se ha comprobado que la hipertensión
constituye, conjuntamente con el tabaquismo y el colesterol elevado, los tres
mayores factores de riesgo para el desarrollo de enfermedad cardiovascular.
Asimismo, su adecuado tratamiento reduce significativamente el riesgo de
accidente cerebral y cardíaco. Esto se debe a que la hipertensión afecta
principalmente a las arterias, y en particular al corazón, riñón, cerebro y
retina.
HIPERTENSIONES CONOCIDAS
De acuerdo a la causa la
hipertensión puede dividirse en primaria y secundaria. "La primaria o
esencial, es la más común (90 % de los casos). No tiene causa conocida y
seguramente depende de múltiples factores como la herencia, la alimentación
(consumo de sal, alcohol, grasas), la práctica o no de deportes, la presencia
de diabetes, gota u otras enfermedades", enfatizó Villamil.
"La secundaria es
aquella en la cual existe una causa específica para la misma, como enfermedad
renal, algunos tumores de las glándulas suprarrenales, obstrucción de las
arterias renales o de la aorta, o el consumo crónico de cocaína, de algunos
medicamentos como corticoides, anticonceptivos y descongestivos nasales y la
ingesta excesiva de alcohol. En estos casos es muy importante su detección ya
que puede ser curada, contrariamente a lo que ocurre en la hipertensión
esencial que solo puede ser controlada, pero no curada", completó.
TRATAMIENTO
Según los especialistas,
la hipertensión no controlada conduce a la incapacidad y muerte, pero su
efectivo tratamiento ha demostrado reducir significativamente el mínimo de
accidentes vasculares como infarto (20%), insuficiencia cardiaca (35%) y
ataques cerebrales fatales o no (42%).
El tratamiento debe ser
personalizado, ya que cada paciente presenta características particulares.
Debe recordarse que una
vez instituido el tratamiento antihipertensivo, el mismo durará por largo
tiempo ya que la hipertensión es una enfermedad crónica y por ende requiere
tratamiento crónico.
El cumplimiento del
tratamiento, tanto en los aspectos de la dieta, reducción de peso, ejercicio
físico, como farmacológico es de fundamental importancia, y su incumplimiento
hará inútil los esfuerzos para revertirla y en oportunidades puede resultar
peligrosa la suspensión brusca de algunas drogas antihipertensivas.
¿La sal está prohibida?
"La sal común,
aumentara siempre la tensión arterial en individuos que ya tengan alteraciones
hormonales a saber: aumento de insulina, aumento de cortisol y/ o aumento de
aldosterona", indicó Rodríguez Zía.
La sal no es recomendable
en pesonas con presión alta,
pero igualmente en la Argentina hay un consumo
elevado.
Foto: Archivo
|
Y agregó: "En una
persona joven y sana la sal es perfectamente metabolizada y excretada. El
problema surge cuando por estrés, malos hábitos alimentarios, sedentarismo, e
insomnio se produce alteraciones hormonales que generan un mal metabolismo de
la sal. Y esta lleva a la hipertensión".
Por ello, los
comportamientos saludables para reducir el riesgo son mantener un peso
acorde a
la estatura y a la edad, ingerir la sal que el organismo puede metabolizar,
manejar el estrés diario con técnicas que lo contrarresten, como yoga, taichí,
meditación, danza, etc, tener una sexualidad adecuada y realizar ejercicios
acorde a gustos y capacidades.
"La Medicina
Biomolecular complementa a la medicina convencional dado que estudia el origen
bioquímico de las enfermedades, por lo que se sabe que normalizando la química
cerebral ya se pueden normalizar el insomnio, y el estrés psicofísico de un paciente.
Además se conoce el origen de la principal molécula vasodilatadora del cuerpo
humano, llamado oxido nítrico. El oxido nítrico se genera gracias a la
suplementación de arginina y Vitamina C. El magnesio es el mineral por
excelencia que colabora con la vasodilatación produciendo la relajación de las
arterias", finalizó la experta.
HIPERTENSIÓN ARTERIAL
PULMONAR
Se la suele conocer como
la enfermedad de los labios azules, pero lo cierto es que la hipertensión
arterial pulmonar (HAP) afecta aproximadamente a 52 personas por cada millón,
es decir que tiene una tasa de mortalidad mayor a la de ciertos tipos de
cáncer, advierten desde la Asociación Argentina de Hipertensión Pulmonar
(Hipua).
Se trata de un trastorno
en el cual la presión de las arterias pulmonares se encuentra aumentada, lo que
provoca que el lado derecho del corazón aumente su esfuerzo para hacer circular
la sangre, causando en el paciente un cuadro conocido como insuficiencia
cardíaca, y en muchos casos, provocándole la muerte. Se estima que en el mundo
afecta a 25 millones de personas, principalmente a mujeres entre 20 y 40 años.
Los síntomas de la HAP
no son específicos y varían en cada individuo. Se identifican con la falta de
aire, mareos, fatiga, desmayos, vértigo, debilidad, dificultad para realizar
actividad física, y labios azules. Muchas veces estos síntomas se confunden con
el asma, y en la mayoría de los casos el diagnóstico se retrasa hasta 2 años
agravando la condición de quienes la padecen.
Esta enfermedad rara,
puede ser causada por coágulos sanguíneos en el pulmón, algunas enfermedades
congénitas del corazón y enfermedades de los pulmones. Asimismo, la HAP puede
estar asociada a enfermedades de colágeno vascular, medicamentos para bajar de
peso, VIH/SIDA, y ciertas enfermedades autoinmunes que dañan los pulmones. En
muchos casos, no se encuentra otra enfermedad asociada y se la llama HAP
idiopática.
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