11/08/20122
Magi, la madre de Aluna,
ya había parido una vez, hace 14 años, a Valentina. Este sería su segundo parto
natural.
Cuando llegué, ya desde
las escaleras se olía el Palo Santo y el Copal, el ambiente se estaba
construyendo, ya las expansiones de Magi tenían un patrón y ella estaba
tranquila, caminaba, de cuando en vez se recostaba de su pareja y luego seguía
caminando. A la brevedad apagamos las luces incandescentes ‘de oficina’ y
dejamos encendida sólo la luz del baño, la atmósfera era muy íntima.
Ella venía preparada y
tanto ella como Darwin, su pareja, fueron muy receptivos a mis sugerencias, la
contrapresión que le indiqué a Darwin cómo realizar resultó muy efectiva para
ayudarla a manejar la sensación de presión en las caderas. Con cada expansión
ella, de pie frente a la cama apoyada con los brazos, enterraba su cara entre
las cobijas se frotaba y se movía, parecía un lindo animal.
En un momento, Magi
comienza a gemir y a gritar y a decir que le duele y que no puede más. Pensé
que podría la transición, pero me parecía demasiado pronto. Le sugerí que, a
menos que la vocalización le hiciera sentir mejor, que más bien exhalara el
aire por la boca, soplando lo más lento que pudiera. De allí en adelante, hasta
el momento de estar pujando, fue muy poco lo que volvió a gritar.
Cuando el doctor Beltrán
viene a verla, le pregunta si quiere que la chequee, ella se voltea hacia mí y
pregunta: ¿tú que dices? Le dije lo que sentía en ese momento; aún falta, vamos
bien, pero falta un poco.
En un par de momento los
dejé solos, ellos estaban muy cariñosos y ese espacio de soledad es positivo
para fomentar su intimidad, hubo muchos besos, muchos abrazos, palabras de amor
y contracciones consistentes de 40 segundos cada minuto y medio.
En varias ocasiones yo
veía que ella tensaba la boca y buscaba recordarle que la abriera, ella, a
pesar de estar en pleno, concedía y abría y abría cada vez más. Quiero ir al
baño me decía, y yo a ella que su bebé se acercaba cada minuto que pasaba.
Se notaba que Magi
estaba inmersa en su buen trabajo, pero en las pausas entre una sensación y
otra, ella recobraba su buen humor, hubo risas, hubo chistes, y hasta en un
momento reímos al decir que nos daba curiosidad ver a algún Taita en trabajo de
parto, para ver cómo sería su ‘proceso’ ;) No mucho después de las risas ella
nos dice que quiere ir al baño, que quiere pujar, busco a Beltrán quien la
mira, le hace un tacto y sale corriendo a llenar la bañera de la sala de
partos. "Está a punto" me dice, "9.5 cm ya casi casi y como es
su segundo parto ese último borde de cérvix puede ceder muy rápido”, ya falta
poco. Llevamos todo a la sala de partos, la música, el palo santo, asumo la
cámara para fotografiar y allí nos instalamos.
Magi se pasea entre
gemidos y algunos gritos, le recuerdo que no hay forma que las sensaciones sean
más fuertes que ella, porque son ella, es su cuerpo. Ella en un momento parece
que no puede o que ya no quiere y en el otro está sonriente “si, si, si” dice,
y es súper sexy, íntimo, “Picarona, te está gustando” la fastidio y nos reímos,
la bebé ya viene. En el agua están solo ella y Darwin, él tiene las manos
frente a la apertura de su mujer, y recita mantras mientras la niña se acerca.
Yo con la cámara tengo que recordarme más de una vez en tomar fotos porque
estoy absorta en el momento. Beltrán dirige y en el fondo Valentina observa y
la madre de Magi quema incienso.
Se ve primero la bolsa,
Aluna, como muchos bebés, se asoma y se retrae y así va durante un par de
pujos, pero está allí, es inminente y su madre quien ha trabajado como una loba
no desfallece, se yergue y puja con todas sus fuerzas. La bebé sale con su saco
intacto y yo con mi cara de asombro. Veo y registro como un video en mi mente
el momento en que Beltrán le quita la mantilla para descubrirle el rostro.
Estamos todos absortos. Aluna llora casi de inmediato y por gracia divina el
pediatra se atrasa y nos quedamos todos embobados, contemplando, recibiendo y
bendiciendo a esta nueva lucecita, más de media hora después, cuando el cordón
ya se ha colapsado, lo cortan y al poco rato viene la placenta, y la revisamos
la contemplamos y le agradecemos su labor, doble bolsa y a la nevera, en unos
días podremos trabajar con ella.
A nivel personal
acompañar este parto fue tremendamente sanador para mí, ver la vida y los
sueños realizarse más allá de mis expectativas, de mis apegos es maravilloso. Y
saber en piel que durante el acompañamiento a un nacimiento mis propios miedos
y prejuicios deben quedar en la puerta porque lo que yo pueda sentir y pensar
influye a la madre y al ambiente en el que se recibe a su bebé. Una vez más
agradezco profundamente la sabiduría que dirige mis pasos, que me lleva por
estos caminos y me permite servir.
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