Domingo, 26 de agosto de
2012
El pediatra español
Carlos González advierte sobre el escaso tiempo que los padres le dedican a sus
hijos.
Silvia Lo Presti slopresti@lacapital.com.ar
La alimentación del
bebé, las horas de sueño, la puesta de límites, jardín maternal ¿sí o no?,
padres que trabajan muchas horas y la educación en los primeros años generan
controversia entre los miembros de la pareja, en la familia o con el grupo de
amigos más próximos. En general el interlocutor más autorizado es el pediatra,
que suele referirse no sólo a las cuestiones de salud de los chicos sino
también sirve de guía a los padres en la rutina diaria. Según el pediatra
español Carlos González, famoso por sus libros sobre crianza, lactancia y
alimentación infantil, "esta es la generación en toda la historia de la
humanidad que menos tiempo ha pasado en brazos de su madre", afirma en
diálogo con Mujer antes de su visita a Rosario prevista para el 1º de
septiembre, donde ofrecerá una conferencia
.
"Lo que veo son
muchos niños pequeños que pasan muy poco tiempo con los padres. Yo empecé la
escuela con cinco años, ahora en España muchos niños empiezan con cuatro meses
y hasta comen allí. Criar a los hijos requiere nuestra presencia y nuestro
contacto", asegura uno de los máximos referentes de habla hispana de la
crianza con apego.
— Mucho se dice acerca
de la falta de límites de los chicos de hoy, ¿coincide con esa opinión?
— Tal vez los niños
mayores y los adolescentes tienen menos límites en el sentido de que tienen más
juguetes o pueden ver más la tele o comer más golosinas. Pero los niños
pequeños no piden juguetes ni ver la tele ni golosinas. Los niños pequeños
lloran para que les tomemos en brazos, para que no les dejemos solos, para
dormir en nuestra cama. Y esta es la generación en toda la historia de la
humanidad que menos tiempo ha pasado en brazos de su madre. Es lo único que
piden, y es lo que menos les damos.
— ¿A qué atribuye los
problemas que suelen presentarse en la relación padres-hijos? ¿Qué hay que
hacer para modificarlos?
— Cada familia es
distinta. Unas tienen problemas, otras no. Y las que tienen problemas han de
tener claro que los cambios los han de hacer los padres. Un niño de tres o
cinco años no puede tomar la iniciativa, no puede decir "papá, mamá he
pensado que a partir de ahora"... Somos los adultos los que tenemos que
ver qué falla hay en la relación y cambiarlo. En la mayoría de los casos lo que
falla es la falta de tiempo, la falta de respeto y aceptación. Hemos de tratar
a nuestros hijos por lo menos igual de bien que tratamos a nuestros amigos.
— Padres estresados y
lejos del hogar por muchas horas, ¿cómo impacta eso en los chicos?
— Impacta mal en los
niños y en los padres. Para los niños más pequeños, sobre todo en los tres
primeros años, la separación es muy dura. Necesitan estar con sus padres
(bueno, no nos engañemos, con su madre). Nuestra sociedad muchas veces obliga a
la madre a separarse de su hijo durante muchas horas al día, y la respuesta
normal de un niño pequeño es llorar, sobre todo cuando vuelve a reunirse con su
madre, estar irritable, muchas veces pegar manotazos, exigir brazos y atención
constante, portarse mal... Y si se le da esa atención y se le tolera esa
irritabilidad, consigue más o menos compensar la ausencia e ir tirando. Pero
por desgracia mucha gente le dice entonces a la madre: "te toma el
pelo", "tienes que ponerle límites", "no dejes que se salga
con la suya". El triste resultado es que muchos padres que pasan muy poco
tiempo con sus hijos, en vez de disfrutar de ese tiempo e intentar recuperar lo
perdido, dedican esas horas a ignorar, gritar o castigar a los niños. Pero no
son sólo los niños pequeños. En España, los adolescentes tienen casi tres meses
de vacaciones escolares, mientras sus padres sólo tienen un mes. ¿Cómo podemos pretender
que los adolescentes no se metan en líos, si pasan un mes y medio sin compañía
ni supervisión?
— Uno de sus planteos es
que la liberación femenina es una trampa, ¿puede explicar por qué?
— Me refiero al hecho de
que nos hacen trabajar el doble. Mi padre trabajaba 48 horas por semana, y
ganaba lo suficiente para mantener esposa y tres hijos y para enviarnos a la
universidad. Eso sí, jamás tuvimos coche, y casi nunca íbamos de vacaciones.
Ahora para mantener uno o dos hijos resulta que tienen que trabajar los dos, 80
horas de trabajo por semana. O bien nos están pagando menos, o bien nos están
creando una serie de necesidades artificiales que nos obligan a trabajar más y
más para pagar coche, tele, vacaciones y ropa cara. Eso es lo que yo llamo una trampa.
Por supuesto me parece magnífico que tanto la madre como el padre trabajen
fuera de casa... pero entonces lo lógico es que trabajen cuatro horas cada uno,
y que tengan tiempo para atender a sus hijos. Y para vivir.
— ¿Cuál es la fórmula
para compatibilizar trabajo y crianza? ¿Los jardines maternales son una buena
salida para los hijos?
— La cosa sería trabajar
mientras estás con tu hijo. En muchas culturas tradicionales la mujer puede
labrar el campo, o vender en el mercado con su hijo a la espalda, y parar
cuando necesita atenderle. Pero nuestra cultura occidental no lo permite. Nos
hace elegir: o estás con tu hijo y no trabajas, o vas a trabajar y dejas a tu
hijo con otra persona. Nadie pretende que un futbolista de primera división, o
una pianista de concierto, o el director de un banco, además tengan otro empleo
de ocho horas al día. Hay cosas que no se pueden compatibilizar, sencilla y
llanamente, porque requieren mucho tiempo y el día sólo tiene 24 horas. Nos
quieren hacer creer que los padres podemos criar a nuestros hijos en un par de
horas, porque es "tiempo de calidad". Como mejor están los niños es
con sus padres. En su defecto, con otros familiares que les presten plena
atención, como los abuelos. En su defecto, con una persona que tenga sólo uno o
dos niños a los que cuidar, como una niñera. El jardín maternal (¿así llamado
porque las madres no están en él?) es una opción aceptable si hay suficiente
personal para atender correctamente a los niños. En Estados Unidos, el máximo
legal es de cuatro bebés por cuidadora, y la Academia Americana de Pediatría lo
considera un disparate y afirma que tendrían que ser sólo tres. En España se
permiten ocho bebés por cuidadora. ¿Y en Argentina? ¿Cómo puedes creer que un
solo adulto puede cuidar a ocho bebés?
— La familia actual ha
cambiado, los roles de hombres y mujeres se modificaron, ¿cree que eso es
positivo para los hijos?
— Los niños necesitan
que alguien les abrace, les meza, les acaricie, les cubra de besos, les mire
con deleite y orgullo, les quiera incondicionalmente, les proteja, les
consuele, les cante, les cuente cuentos durante muchas, muchas horas.
Tradicionalmente eso lo hacía sobre todo la madre. Si ahora lo hacen los dos, o
lo hace sobre todo el padre, no hay ningún problema. Al niño ya le va bien. Lo
malo es que no lo haga ninguno de los dos.
— Imagino que sus
opiniones respecto de la crianza tiene detractores, ¿quiénes y porqué se
oponen?
— Hay gente que está en
contra de tomar a los niños en brazos, o de dormir con ellos en la cama, y supongo
que no les gustan mis libros. También hay quienes son partidarios de criar a
los hijos con férrea disciplina, o de obligarles a comer cueste lo que cueste.
Incluso he conocido gente que cree que los padres tienen derecho a pegar
bofetadas a los hijos o castigarlos duro.
— ¿Qué consejo le daría
a los padres de niños pequeños?
— Que no teman mostrarle
a su hijo el amor que sienten por él. Que no teman tomarle en brazos,
consolarle cuando llora, abrazarle. El cariño jamás ha malcriado a nadie. La
capacidad de cuidar a los hijos se desarrolla con el tiempo. Los padres que
desde el primer día están muchas horas con sus hijos van aprendiendo a
relacionarse con ellos. Pero si la mayor parte del tiempo está separado porque
trabaja muchas horas, ese aprendizaje se torna más difícil. Tal vez por eso los
padres de ahora se sienten tan inseguros.
Lactancia y apego
El pediatra español
Carlos González es fundador y presidente de la Asociación Catalana Pro
Lactancia Materna, miembro del Consejo de Asesores de Salud de la Leche, asesor
de la iniciativa Hospital Amigo de los Niños (Unicef) y especialista en
lactancia materna por la Universidad de Londres.
Entre sus libros más
difundidos figuran "Mi niño no me come" (1999), "Bésame mucho,
cómo criar a tus hijos con amor" (2003), "Manual práctico de
lactancia materna" (2004), "Comer, amar, mamar" (2009),
"Entre tu pediatra y tú" (2010) y "En defensa de las vacunas"
(2011).
Desde 1992 hasta el
presente ha impartido más de cien cursos sobre lactancia materna a distintos
profesionales de la salud y ha traducido diversos libros sobre el tema, además
de ser responsable del consultorio sobre lactancia materna de la revista
"Ser Padres".
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