lanacion.com |Revista Domingo 21 de septiembre de 2014 |
Publicado en edición impresa
Diálogos del alma
Por Sergio Sinay | Para LA NACION
Señor Sinay: ¿Se puede amar a diferentes
hijos con el mismo amor y la misma intensidad todo el tiempo?
Mariana Dreyfus
RE:
Aunque parezca una obviedad, nuestros
hijos nos convierten en padres. Y lo hacen de dos maneras. Una es biológica,
con su nacimiento (o al ingresar formalmente en nuestra vida cuando son
adoptados). Es la manera más obvia. La otra es convocándonos a cumplir nuestra
función, a aprender los requerimientos de la misma y a desarrollar nuestros
recursos emocionales, afectivos y cognitivos en esa tarea. Así se manifiestan
las competencias parentales que los psicoterapeutas chilenos Jorge Barudy y
Maryorie Dantagnan describen en su libro Los buenos tratos a la infancia como
"capacidades prácticas de los padres para cuidar, proteger y educar sus
hijos y asegurarles un desarrollo sano".
El vínculo entre padres e hijos es una
relación humana especial y asimétrica. No es un vínculo entre pares, y nace
como producto de la acción de los padres. Al crear al hijo (biológicamente o
por adopción) ellos contraen hacia él una responsabilidad ineludible. La de
responder con presencia, empatía, atención y compromiso a las necesidades de
esa vida cuyo curso irá desde la inevitable dependencia inicial a la autonomía
y el auto apoyo. Traemos hijos al mundo y tenemos el deber de acompañarlos y
guiarlos para que se conviertan en personas. Esto es adquirir conciencia,
desarrollar valores, explorar el sentido de la propia existencia, servir al
mundo en el que se vive. Y no se puede hacer con una receta, con una fórmula
única, ya que por ese camino se desconocería la esencial singularidad de cada
ser. Empezar por ver a cada hijo como un ser único es también el comienzo de un
vínculo intransferible con él.
El verdadero amor se construye a través
de acciones y actitudes amorosas. Los padres que estén abiertos a descubrir y
celebrar a la persona impar que es cada hijo, harán de su capacidad amorosa una
experiencia singular. En todo caso se puede aplicar el mismo respeto a cada
hijo y tener la misma responsabilidad. Pero el amor que se construya con cada
uno de ellos será siempre único. Aunque será siempre amor.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1728814-dialogos-del-alma
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