En Francia, lo que en el XVI era una práctica exclusiva de la aristocracia, se extiende en el XVII a la burguesía y alcanza en el XVIII a las clases populares: unas y otras mujeres dependen de la leche de pago, las de clase social baja para poder trabajar y las de clase alta para atender sus numerosas obligaciones sociales. En 1780, de 21.000 niños nacidos en París, 1.801 son amamantados por sus madres, 19.000 por una nodriza en el domicilio familiar, nourrice sur lieu, o en la inclusa y 199 en casa de una nodriza, generalmente en el campo.
En este país el sistema
de nodriza alcanza enormes proporciones, siendo el único de Europa que
reglamenta oficialmente la lactancia mercenaria, conociéndose legislación al
respecto desde 1284; en el siglo XVIII se desarrollan disposiciones para
proteger a los niños amamantados por nodrizas y garantizar la remuneración de
las mismas y en 1769 se crea en París el Bureau des Nourrices, Oficina de
Nodrizas, dependiente del gobierno, que, entre 1770 y 1776 recluta 15.000 amas de
cría, 12 Lactancia materna: Guía para profesionales constituyendo una próspera
industria que persiste hasta finales del siglo XIX. En Inglaterra, en 1700,
menos del 50% de niños eran criados a pecho por sus madres y existe una precisa
denominación en inglés para nodrizas que lactan (wet nurse)y para las que no
(dry nurse).
En los siglos XVI y XVII
los Países Bajos constituyen la excepción al fenómeno de lactancia mercenaria
del resto de Europa: una moral hogareña y reivindicadora de lo natural
promovida por los poderes públicos presenta a la buena madre como aquella que
amamanta a sus hijos; se cree por ello que hay menos nodrizas y menor
mortalidad infantil que en los países vecinos durante ese período.
En pleno siglo XVIII, en
los periódicos españoles, a la vez que se previene de los peligros que acarrea
el empleo de amas de leche, aparecen abundantes anuncios de ofertas de
nodrizas, constituyendo más de la cuarta parte de anuncios de ofertas de
puestos de trabajo.
En el siglo XIX en
Rusia, a excepción de la nobleza, que sigue las costumbres francesas, la
mayoría de niños son amamantados por sus madres. También en Norteamérica y
desde el siglo XVII, la mayoría de mujeres lactaban a sus hijos, no siendo
frecuente el sistema de crianza por nodriza, mientras que en Alemania todavía
en el siglo XIX era generalizado el empleo de amas de cría y raro que una madre
cuidase por sí misma a sus hijos.
A partir de 1890, el
desarrollo de diversas mejoras en la fabricación y conservación de leche
artificial va desplazando poco a poco este sistema de crianza. Los
descubrimientos de Louis Pasteur (1822-1895) contribuyen a la desaparición de
la lactancia mercenaria a partir de 1900, si bien el modelo persistió
aisladamente mucho tiempo después: el primer banco de leche humana data de 1910
en Boston, hubo nodrizas internas para niños hospitalizados en la maternidad
del hospital francés de Baudelocque hasta 1946 y se encuentran partidas para
gastos de nodrizas en el presupuesto de muchas clínicas suecas hasta1950.
La mortalidad infantil
bajo el sistema de nodrizas era muy elevada: en el siglo XVIII la tasa de
mortalidad infantil (muertos menores de un año por mil nacidos vivos) era de
109 en los niños amamantados por sus madres, de 170 en los amamantados por
nodriza a domicilio, de 381cuando la nodriza se los llevaba a amamantaren su
casa y de 500 a 910 en los alimentados por nodrizas en la inclusa.
Argumentos sin
fundamento científico acerca de características físicas (parecido, posibles
enfermedades) y espirituales (carácter, personalidad) transmitidas por la
leche, junto a las alarmantes cifras de mortalidad descritas, hacen que
médicos, humanistas, filósofos, sacerdotes, moralistas, científicos y políticos
de toda Europa hayan clamado en los últimos seis siglos contra la lactancia
mercenaria:
• En el siglo XV, el
franciscano San Bernardino de Siena y el español Antoniode Nebrija.
• A lo largo de los
siglos XVI y XVII, Erasmo de Rotterdam, Juan Luis Vives, el obstetra Jacques
Guillemeau y el obispo protestante checo y pedagogo Comenio; Thomas Phaer en su
Boke of Children de 1544 aconseja amamantar a los propios hijos Aspectos
históricos de la alimentación al seno materno 13y para el también médico
Ambroise Paré (1510-1590) una mujer no es madre si no pare y amamanta.
• En el siglo XVIII el
novelista Daniel Defoe, el Dr. William Cadogan (Essayupon Nursing) y Carl von
Linné, padre de 7 hijos, en su obra Nutris Novercade 1752. En España, Jaume
Bonells, médico de la casa de Alba es considerado el promotor de la
puericultura científica en nuestro país por su obra Perjuicios que acarrean al
género humano y al Estado las madres que rehúsan criar a sus hijos y medios
para contener el abuso de ponerlos en ama, publicada en 1786 por influencia de
l apropia duquesa.
Pero es en Francia donde
surge la principal y más influyente campaña contra la lactancia mercenaria de
manos del filósofo Jean Jacques Rousseau (1712-1778) quien, en franco contraste
con haber abandonado a sus cinco hijos en un hospicio, en Emile, ou De
l’éducation de 1762 afirma que la lactancia materna une con firmeza a madres e
hijos, cohesiona la familia y proporciona los fundamentos para la regeneración
social.
La pasión que Rousseau
inspiró por la lactancia traspasó barreras sociales y políticas así como
fronteras nacionales: además de en Francia, en Alemania se promulgaron a
finales del XVIII leyes y ayudas económicas en pro del amamantamiento de los
propios hijos.
Resulta, pues,
interesante analizar porqué la opinión de tantos pensadores, médicos o no, que
desde la antigüedad clásica han urgido a las madres a amamantar a sus hijos, ha
tenido tan poca influencia, en especial entre las clases acomodadas,
fundamentalmente urbanas. Toda una serie de creencias populares y erróneas
teorías, muchas de ellas sustentadas por los mismos médicos que apoyaban la
lactancia materna, además de una serie de factores socioeconómicos y
religiosos, modas y estilos de vida, contribuyeron a un rechazo de la lactancia
materna entre las clases medias y altas de muchos países de la Europa de los siglosXV
a XIX:
• Hipócrates (s. V a.C.)
afirma que la leche del pecho es una modificación de la sangre menstrual del
útero, que llega allí mediante conexiones internas entre ambos órganos. Esta
idea subsiste sin que nadie la ponga en duda hasta bien entrado el siglo XVII.
La noción de indecencia, impureza o indecoro de la menstruación, sustentada en
varias culturas por las grandes religiones monoteístas, es mantenida hasta bien
entrado el siglo XX por la llamada
Medicina Pastoral.
• Desde Sorano de Efeso
(s. II d.C.) existe la creencia de que la lactancia debilita a las madres y
puede ser peligrosa para su salud, especialmente el primer mes.
• Durante los siglos XVI
a XVIII, el canon de belleza imperante exige a las mujeres unos pechos pequeños
y un poco moderado sobrepeso, ambos hechos reñidos con la práctica de
lactancia.
La moda dominante de
vestidos muy ajustados, poco prácticos para acceder al pecho y los corsés
ceñidísimos que, desde la infancia, 14 Lactancia materna: Guía para
profesionales aplastaban el pecho, deformando el pezón, no contribuían a
mejorar la situación.
• El alto índice de
mortalidad infantil de la época lleva a la necesidad en las familias de
conseguir un número elevado de vástagos de los que sólo sobrevivirá un pequeño
porcentaje que asegurará la economía familiar y la transmisión del apellido.
Era conocido en la época cómo la lactancia materna aumentaba el intervalo entre
los embarazos, disminuyendo por tanto el número de hijos posibles.
• Es Galeno (s. II d.C.)
el primero, pero no el último médico conocido, que proscribe las relaciones
sexuales durante el período de lactancia. La idea extendida era que se
corrompía la leche, por lo que se recomendaba una abstinencia absoluta durante
el tiempo que durase el amamantamiento.
Esta creencia se
mantenía vigente en el siglo XVII y, falta de pruebas pero sutilmente
modificada, alcanza el siglo XX e n los prontuarios cristianos de Medicina
Pastoral.
• A lo anterior se añade
el que la duración media recomendada de la lactancia materna en los textos
legislativos tradicionales o religiosos como el Talmud (siglos III a.C. a VI
d.C.) o el Corán y en los escritos de Aristóteles, Sorano o Galeno era de un
mínimo de 24 meses.
• Unas normas dietéticas
carentes de fundamento y perjudiciales para la salud de madres y niños, vienen
a dificultar y desacreditar más aún la lactancia materna: prohibición de beber
leche la madre, purgar a la madre o nodriza si el lactante está enfermo o el
antiquísimo tabú del calostro: no administrarlo por considerarlo venenoso o impuro.
La mayoría de los llamados pueblos primitivos actuales, a excepción de las
mujeres maoríes, que amamantan desde el primer momento, esperan unos días a dar
pecho.
Algunos autores, a la
vista de todo ello, aventuran que la rutina de administrar inicialmente suero
glucosado a los recién nacidos sería una reminiscencia de este erróneo tabú
ancestral.
• La ambigüedad del
discurso sea médico, científico o meramente el emitido por la “autoridad” del
momento que, tras reconocer casi unánimemente que la lactancia por la propia
madre es lo preferible, describe toda una retahíla de circunstancias de índole
física, social, sexual o de pura conveniencia que lleva a prohibirla y
recomendar un ama de cría, convirtiéndose el médico en el garante de la
adquisición de una buena nodriza.
Todos estos factores
contribuyen a crear una baja opinión social del amamantamiento, al que se le
considera indigno, vergonzoso, propio de clases inferiores o de animales.
Además, como tantas otras cosas, la decisión de si los propios hijos serán o no
amamantados por su madre es prerrogativa del marido, quien, por mor de
bastantes de los puntos enunciados, se suele oponer. De esta manera, en la
Europa de estos siglos se pone de moda la lactancia mercenaria por medio de
nodrizas o madres de leche, siendo las mujeres Aspectos históricos de la
alimentación al seno materno 15 del pueblo llano las únicas que amamantan a sus
hijos y, mediante transacción económica, a los hijos de las clases acomodadas.
Las altas tasas de
mortalidad infantil derivadas de esta práctica obligaron a la creación de un
sistema de legislación extremadamente minucioso de la lactancia mercenaria, que
no podía impedir sin embargo la extrema rotura del vínculo materno filial, por
no decir la carencia total del mismo que este régimen implicaba, pese a que ya
el griego Plutarco de Queronea (46-120 d.C.) en su Moralia(Obras morales y de
costumbres), había subrayado las ventajas afectivas de la lactancia materna:
“...esta convivencia en la alimentación es un vínculo que refuerza el
afecto...”
Fuente Lactancia
Materna: guía para profesionales
Comité de Lactancia
Materna de la Asociación Española de Pediatría
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