Martes 31 de diciembre
de 2013 | 03:41
Las contradicciones
legales prácticamente imposibilitan la realización de prácticas de inseminación
artificial; para la adopción, el panorama tampoco es muy esperanzador
La posibilidad de ser
padres mediante técnicas de fertilización asistida recibió un duro revés este
año: la reforma del código civil y comercial voló de un
plumazo el alquiler de vientres, una práctica cada vez más frecuente en la
Argentina que carece de legislación; por otro lado, con la modificación del
artículo 19, se establece que se es persona desde el momento de la concepción y
no como se establecía en el proyecto original, que consideraba a un embrión
como persona cuando ocurría la concepción en la mujer, o con la implantación
del embrión en ella en los casos de técnicas de reproducción asistida. Esta
reconsideración legal impide la realización de técnicas de alta complejidad que
impliquen la congelación de embriones.
Además de este cambio,
entre las familias que quieren tener hijos se instaló el desconcierto y la
confusión por las contradicciones legales que se produjeron en el mismo año: el
25 de junio pasado, el mismo Congreso promulgó la ley nacional de fertilización asistida (26.862) que
garantiza el acceso en forma gratuita a los tratamientos de fertilidad.
En materia de adopción,
si bien se produjo una modificación
legal en el código civil y se aprobó una ley en sintonía con el mismo
para los bonaerenses, las organizaciones que trabajan en el tema señalan que
nada cambió. Ambas legislaciones establecen un plazo de seis meses para que el
juez decida si están dadas las condiciones de "desamparo moral o
material" para resolver la adoptabilidad. Los plazos, que antes eran de un
año, en general no se cumplían; luego de la ley que implica acortar los
tiempos, tampoco se vieron resultados. No sólo en Buenos Aires sino en todo el
país, las parejas que deciden adoptar deben esperar años y a veces nunca les
llega su posibilidad de ser padres.
CONTRADICCIONES Y
DESCONCIERTO EN FERTILIZACIÓN
Isabel Rolando,
presidenta de Concebir ,
un grupo de apoyo para parejas con trastornos de reproducción que trabaja por
estas causas desde hace 18 años, tiene una mezcla de indignación y desconcierto
en este final de 2013. En la entrevista con LA NACION se preocupa por repasar
los hechos, de reflexionar sobre las contradicciones.
Recuerda que a mediados
de este año se aprobó la ley de fertilización que tanto desde esta asociación
como desde Sumate a dar vida -ambas con fuerte activismo en el
tema- celebraron. Entendían que el país había dado "un paso muy importante
en el reconocimiento de derechos reproductivos". La infertilidad se
consideraba una enfermedad y el Estado entendía que debía formar parte del
Programa Médico Obligatorio (PMO) para cualquier persona mayor de 18 años; las
obras sociales y prepagas tenían un nuevo compromiso con sus afiliados.
"El problema de acceso a los tratamientos resultaba fundamental para
garantizar la equidad, evitando que sólo quienes disponían de los medios económicos pudieran
realizarlos ", comenta Rolando.
Sin embargo, la
legislación dejaba cuestiones sin definir. "La reglamentación llegó a los
pocos días y sin asesoramiento. Como no dejó bien en claro qué cubre y qué no
las prepagas se agarraron de eso para hacer sus propias leyes como lo
interpretaron", dice la principal referente de Concebir. En la asociación
empezaron a recibir cientos de consultas porque las empresas no cubrían el 100%
de la medicación, porque había sólo unos pocos centros entre los que atenderse
(los pacientes se encontraban en la obligación de cambiar de médico en mitad de
un tratamiento), no cubrían los procesos de donación de gametas (óvulos o
espermatozoides), entre otras cuestiones.
Lorena y Leonardo
pasaron por esto. Desde hace más de dos años decidieron iniciar un tratamiento
de fertilización asistida. Su prepaga les cubría, en parte, en la clínica que
eligieron: Seremas. Aún no estaba en vigencia la ley de fertilización asistida,
pero el deseo de ser padres era más fuerte y no dudaron en destinar sus ahorros
a esto. Realizaron desde entonces numerosos estudios hormonales, de longevidad
de óvulos, análisis de esperma, incentivación de ovarios, entre otros. Gastaron
unos 45.000 pesos.
Ahora, en el momento de
la transferencia de embriones para concretar la fertilización in vitro, con la
ley de fertilización en vigencia, están obligados a cambiar de clínica si
pretenden que la prepaga les siga cubriendo parte del tratamiento. "Nos
dicen que no tienen convenio con la clínica que elegimos hace años. No es un
cambio menor para nosotros en medio del tratamiento, sino que nos implica
volver a cero", cuenta Lorena. "Parecen no saber que en estos
tratamientos la confianza con el médico es fundamental. Los que hacen las leyes
no se dan cuenta del daño psicológico que nos causan".
El artículo cuarto de la
ley de fertilización asistida prevé que exista "el registro único de
establecimientos sanitarios habilitados para realizar procedimientos y técnicas
de reproducción médicamente asistida y los bancos de gametos y/o
embriones", que funcionará en el ámbito del Registro Federal de Establecimientos
de Salud (ReFES), dependiente de la subsecretaria de Políticas, Regulación y
Fiscalización del Ministerio de Salud de la Nación. Por el momento existen 75 centros habilitados y cada obra social o prepaga
debe realizar convenios con algunos de estos centros, así es que se terminó la
libre elección de parte de los pacientes.
"HISTÓRICO
RETROCESO"
Las organizaciones
tenían la expectativa de que con la reforma del código civil se establecieran
algunas precisiones y se resolvieran problemas de prestación. "Pensábamos
que ahí se iban a definir algunas cuestiones que acompañaran la ley de fertilización:
el estatus del embrión, la voluntad creacional -que quiere decir que padre y
madre son los que tengan voluntad de procrear, no el óvulo o el semen donado o
el vientre subrogado-, el registro de donantes, entre otras dudas",
enumera Rolando. "A lo de vientre subrogado e inseminación pos mortem ya
lo habían volado de un plumazo", agrega.
Sin embargo, en lugar de
precisiones y mejoras de la ley de inseminación, el nuevo código civil (con
media sanción en el Senado) significó un retroceso que prácticamente imposibilita
la realización de prácticas de inseminación artificial. El punto controversial
en fertilidad es una nueva versión del artículo 19 que establece que la persona
humana comienza desde la concepción.
La versión anterior
consideraba en forma diferente al embrión antes y después de ser transferido,
según se implantara o no. El anterior artículo 19 decía: "La existencia de
la persona humana comienza con la concepción en la mujer, o con la implantación
del embrión en ella en los casos de técnicas de reproducción humana asistida.
[...] Si no nace con vida, se considera que la persona nunca existió".
La modificación
establece que la persona humana comienza desde la concepción, eliminando la
condición de que sea en el seno materno y quitando, también, la aclaración en
cuanto a los casos de técnicas de reproducción asistida. "Esta nueva
legislación nos hace retroceder al 1800. Nos condena a abandonar la fecundación
asistida en la Argentina, porque nadie va a manipular personas para ser padres.
Eso sería un delito", reflexiona la referente de Concebir.
Gisela Martínez y
Francisco Guzmán son padres de Gonzalo, un bebe de un año y 5 meses que llegó
después de seis tratamientos de fertilización asistida. "Fue una felicidad
total tener al gordo después de tanto sacrificio", cuenta Gisela. Fueron
tres años de un tratamiento que requirió donación de semen. A los primeros
cuatro los pagaron ellos el 100% y con los últimos, ya con la ley de
fertilización en vigencia, lograron cierta cobertura.
Ella es fundadora de la red argentina de familias por donación ; fue activa
militante por la ley. "Nos pusimos muy contentos el 5 de junio, cuando por
fin salió la bendita ley. Ahora tenemos una amargura igual de grande",
contrasta.
Gisela y su marido, como
tantas otras parejas, tienen embriones congelados. Con la media sanción del
código civil se instaló en ellos la incertidumbre: no saben si van a poder
usarlos o si van a ser penados legalmente por eso. "La ley es lamentable,
de una ignorancia total. Se es persona cuando se implanta el embrión en el seno
materno, no cuando se une un óvulo con un espermatozoide. Es muy arcaico
pensarlo de esa manera", considera. "Es una angustia grande
retroceder así, jugar con la ilusión de las familias. ¿Ahora nos van a decir
que congelamos personas? No hay derecho".
Los tratamientos de
fertilización, que incluyen una fuerte intervención en el cuerpo de la mujer,
resultan invasivos para ella; a veces, traumático. Cuando un tratamiento da
resultado, la congelación de embriones le evita a la mujer volver a exponerse a
ese proceso. Simplemente cuando decide ser madre otra vez se procede a la
implantación del embrión. En el caso de Gisela, la intención es volver a ser
madre en un par de años.
Quien está dispuesto a
atravesar esa angustia y poner el cuerpo, lo hace motivado por un profundo
deseo de formar una familia, con mucho esfuerzo psíquico, económico, con mucho
amor y dolor
La psicóloga
especialista en Fertilidad Alejandra
Goldschmidt explica a LA NACION que atravesar un proceso de
fertilización asistida está entre las cinco situaciones más traumáticas por las
que puede pasar un ser humano. "Quien está dispuesto a atravesar esa
angustia y poner el cuerpo, lo hace motivado por un profundo deseo de formar
una familia, con mucho esfuerzo psíquico, económico, con mucho amor y
dolor", dice, quien en su consultorio acompañó a cientos de familias a
sobrellevar este proceso. "Gracias a los avances de la ciencia se formaron
familias con niños que fueron deseados y buscados".
Hace casi 35 años que se
vienen practicando técnicas de fertilización asistida en el mundo y ya nacieron
más de 5 millones de bebes por técnicas de alta complejidad como fertilización
in vitro (FIV) o inyección intracitoplasmática de espermatozoides o (ICSI).
"Negar esta posibilidad va en contra de situaciones ya dadas, deseadas y
científicamente habilitadas", enfatiza la experta en fertilización.
ADOPCIÓN, EN ESPERA
Para quienes albergan el
deseo de tener un hijo, la adopción también presenta sus históricas trabas y
2013, pese a la aprobación de las reformas en el código civil y la modificación
de la ley en territorio bonaerense, no se vieron mejoras sustanciales en la
práctica. El abogado especialista en temas de familia Federico Fleitas Ortiz de
Rosas, tiene la experiencia de ser padre adoptivo; fundó hace dos años El
camino de la adopción, un espacio de contención y reflexión para padres que
están pensando o que están decididos a adoptar. "Están muy solos en un
camino difícil, pero tanto la Justicia como los organismos burocráticos lo
hacen más difícil todavía", dice en diálogo con LA NACIÓN.
Señala que, por su
experiencia, hay un antes y un después desde los episodios de apropiación de
bebes durante la última dictadura militar. "Esos episodios crearon una
sospecha en los padres que quieren adoptar. Se los evalúa desde la sospecha y
la mayoría de los que se acercan a anotar a los registros se exponen a un
interrogatorio más que a una instancia de contención. No los alientan ni acompañan.
Ese es el gran tema que traen las parejas a los encuentros", dice.
También está la cuestión
de la espera. "Los jueces llevan a tal extremo que los hijos tienen que
estar con los padres biológicos que están años esperando a que las familias los
reclamen. Ese es un tiempo precioso que se pierden las nuevas familias y los
chicos, que terminan conviviendo en centros sin contención ni afecto",
describe Fleitas Ortiz de Rozas.
Cuando se lo consulta
por el tiempo estimado para que una adopción se concrete en la Argentina,
responde: "Puede demorar años o incluso que nunca pueda adoptar. Eso está
librado al azar".
En el país rige la ley nacional de adopción 24.779 desde 1997; luego,
cada provincia tiene una legislación particular. Este año se produjo la
modificación en la ley bonaerense, tendiente a acortar los plazos. También en
el nuevo código civil se prevé la reducción de un año a seis meses el tiempo de
que dispone el juez para dictar sentencia sobre un caso de adopción.
Más allá de que la
intención sea buena, los expertos en el tema coinciden en que no se ven
resultados porque se requieren cambios culturales, no sólo legales. "Las
modificaciones de la ley son casi testimoniales, porque no se respetaban los
tiempos antes con un año y tampoco ahora, que las sentencias deberían salir a
los 6 meses", cuestiona el letrado. Cientos de familias avalan su
testimonio. "Estamos cansados de ver que no se cumplen los tiempos
procesales. Mientras no cambie la mentalidad, acortar los tiempos que indica la
ley no cambia nada".
En el camino de la
adopción se acercan padres decepcionados o cansados porque ya transitaron por
tratamientos de fertilización asistida sin éxito; entonces se esperanzan con la
adopción, que defrauda a no pocos de ellos.
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