6 de febrero de 2013
Matrón. Magíster en
Administración en Salud y académico de la Escuela de Obstetricia de la U. de
Santiago.
Entre los años 2000 y
2011, Chile registró casi 3 millones de partos (2 millones 751 mil 540), y un
75 por ciento de ellos fueron asistidos en el sector público, en tanto el otro
25 por ciento en instituciones privadas. La tendencia es clara en señalar que
cada año que pasa ocurren más cesáreas en nuestro país. Mientras en el año 2000
en términos generales (público y privado) las cesáreas representaban un 36 por
ciento del total de partos, en 2011 esta cifra llegó a un 48 por ciento.
Cuando analizamos cifras
mundiales y las comparamos con las nuestras, los resultados no son muy
alentadores. De acuerdo a los datos ofrecidos por las Estadísticas Sanitarias
Mundiales que en 2011 entrega la OMS, y
que muestra las tasas de cesáreas de más de 180 países en la década 2000-2010,
Chile ocupa el cuarto lugar a nivel
mundial con un 40,6 por ciento de partos
vía cesárea durante este lapso. Sólo registran más cesáreas que nosotros países
como Chipre (50,9 por ciento), Brasil (43 por ciento) y Republica Dominicana
(41 por ciento).
Es importante señalar
que en el año 1985 la OMS recomendó a los países no realizar cesáreas en más de
un 15 por ciento de los partos, por su
parte, algunos autores han señalado que en estos tiempos el porcentaje máximo
de cesáreas recomendado debería ir entre 20-25 por ciento. Sin embargo, como
hemos visto, tanto el sector público
como privado, presentan hoy porcentajes mucho más altos. El sector privado
avanzó en los últimos 12 años de cifras de un 60 por ciento de cesáreas a una
tasa de un 70 por ciento, es decir 2 de cada 3 niños que en Chile nacen en una
institución privada, lo hacen a través de una cesárea, muy lejos de la
recomendación de 2 de cada 10, propuesta para estos tiempos. Por su parte, el sector público también ha aumentado sus
tasas desde un 30,4 por ciento en el 2000 a un 38 por ciento el año 2011.
En el año 2000 Susan
Murray, una investigadora inglesa, vino a Chile y analizó el fenómeno que ocurría en el sector
privado, respecto de la alta tasa de cesáreas. Concluyó que el modelo de
aseguramiento de la salud en nuestro país puede condicionar la gestión
sanitaria de la maternidad. Las Isapres nunca han sido emplazadas por esto, y
siguen disfrutando suculentas utilidades
sin haberse referido jamás a este tema. El estudio también muestra que los
factores “económicos” y “tiempo” son determinantes al momento de explicar de
parte de los médicos la alta tasa de cesáreas. En Chile el parto experimentó un
proceso de industrialización tal que no hay forma de detener, al menos, los
porcentajes en alza desde hace más de 12 años así lo demuestran.
Algunos podrían señalar
que da lo mismo que el parto sea vía vaginal o vía cesárea, comentario basado
exclusivamente en los riesgos asociados a cada una de estas dos modalidades.
Pero me parece que usar ese argumento es de un reduccionismo extremo. Por fortuna los autores que han revisado los
riesgos, incluso habiendo expuesto que la diferencia entre las dos vías es muy
baja, son enfáticos en señalar que nada justifica aumentar la tasa de cesáreas.
Considerar sólo los riesgos de una u otra vía, deja de lado las preferencias de
las pacientes, les quita el protagonismo en su propio proceso reproductivo y,
además, deja absolutamente de lado el impacto que tiene la separación temprana
en el desarrollo del vínculo y desarrollo cerebral.
Lo anterior es algo que
ocurre frecuentemente en nuestras cesáreas; luego de nacida, la guagua es casi
inmediatamente llevada a otro lugar fuera del pabellón. ¿Por qué no se cambian
las conductas para “humanizar” el nacimiento por estas vías? Me parece que la
respuesta es clara, la postura biomédica de quienes trabajan con el nacimiento
en Chile no considera esto como un aspecto deseado por la paciente, ni siquiera
como beneficiosa o con un impacto visible, dejando de lado toda la evidencia
que las neurociencias han aportado en
estos últimos años.
Otros han señalado que
la gran tasa de cesáreas en Chile es la explicación de nuestra baja tasa de
mortalidad. En este contexto, es bueno
recordar que nuestras tasas hoy son comparables a las de países desarrollados.
Sin embargo países con
tan buenos indicadores como los nuestros, tienen tasas de cesáreas muy por
debajo de nuestro 41 por ciento de la última década. Sólo por mencionar
algunos: Canadá 26 por ciento, Uruguay 15,8 por ciento, Holanda 15,4 por
ciento. Además, Chile lleva años con tasas de mortalidad estables, sin embargo
las cesáreas siguen subiendo.
El parto en Chile, no
responde hoy en día a las necesidades ni preferencias de las mujeres. Esto se
respalda en un estudio que el año 2006 fue publicado en el British Journal of
Obstetrics and Gynaecology y en el que participaron investigadores
estadounidenses y nacionales, que señala que un 70 por ciento de las mujeres
del sector público y privado prefieren el parto vaginal por sobre la cesárea.
Por lo tanto, concluyen que la decisión de la mujer chilena no es determinante
para elegir la vía del parto.
Ante esta
realidad cabe preguntarse ¿cuánto
tiempo más seguiremos como meros espectadores?
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