- Solo la mitad de los hospitales tienen acceso abierto las 24 horas a los padres de prematuros
- Esta práctica ahorraría costes, dicen los expertos
CARMEN MORÁN Madrid 11
FEB 2013 - 22:52 CET37
Archivado en: Bebés UCI Padres
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Sociedad
La presencia de los padres en las unidades ayuda al desarrollo de los niños. / CARMEN SECANELLA |
Los centros
hospitalarios que permiten la entrada libre de los padres a las salas donde
están sus hijos recién nacidos recibiendo cuidados médicos apenas llegan a la
mitad de todos los que hay en España. Solo un 48% tienen un acceso abierto las
24 horas del día y un 23% limitan el contacto entre padres e hijos a cinco horas
diarias o menos. Lo denuncia la asociación El Parto es Nuestro, pero no porque
pretendan que se cumplan unas condiciones que a ellos les gustarían, sino
porque son recomendaciones del Ministerio de Sanidad y de la Organización
Mundial de la Salud (OMS).
“A pesar de ello se ha avanzado mucho. Hace
seis o siete años solo un 10% de las unidades neonatales estaban abiertas a los
padres, sin restricción alguna”, ha dicho Carmen Pallás, jefa del servicio de
Neonatología del hospital 12 de Octubre (Madrid), uno de los pioneros. Cuando
además del acceso abierto, un hospital permite a los padres que sumen sus
cuidados a los de médicos y enfermeros (cuidados canguro, piel con piel) y
favorece la lactancia materna a demanda entre otras atenciones, obtiene el sello
europeo Nidcap. Lo han logrado el 12 de Octubre y el Vall d’Hebron (Barcelona).
Solo nueve centros están distinguidos en toda Europa con este marchamo de
calidad.
En España aún hay camino
por andar, y más en los centros privados, donde solo un 23% cumplen esos tres
requisitos, mientras que los públicos están 10 puntos por encima. Aragón,
Madrid, Cataluña y Andalucía son las comunidades más avanzadas al respecto,
según el estudio efectuado por El Parto es Nuestro.
Fuente: Asociación El
Parto es Nuestro.
Afortunadamente, la
crisis nada tiene que ver con la implantación de sistemas como este. “Al revés,
los padres nos piden antes el alta de sus hijos prematuros, porque están
acostumbrados a tratarlos, han perdido el miedo, tienen confianza. Hicimos un
estudio económico y se ahorran 6.000 euros por prematuro ingresado”, asegura
Adolfo Gómez Papí, neonatólogo del hospital Joan XXIII de Tarragona, miembro
del comité de lactancia materna en la Asociación Española de Pediatría y
profesor de la Universidad Rovira i Virgili. Hay mucha y sólida evidencia
científica de las ventajas que estos cuidados permanentes de los padres
reportan al niño prematuro o al recién nacido enfermo. “Esto ya no es discutible,
no es solo una cuestión de rentabilidad, es que son buenas prácticas, es lo
correcto. A un compañero que se fue a Estados Unidos en los ochenta lo que más
le llamó la atención es que allí las puertas estaban abiertas para que la
familia cuidara del bebé”.
La doctora Pallás
considera, igualmente, que solo es cuestión de cambiar la mentalidad. Sabe que
a algunos colegas les resulta difícil, que no creen que la función del médico vaya
más allá de la curación del bebé. “Ese es nuestro objetivo, claro, pero también
intentamos con el método canguro que no se pare el desarrollo del niño, que
continúe como si estuviera en el útero, con unas condiciones de luz y de
silencio adecuadas, por ejemplo. El vínculo con los padres es una cuestión
compleja, no es el amor, sino lo que determina la supervivencia de la especie”,
afirma.
Pallás asegura que, en
esta ocasión no se trata de falta de apoyo institucional, que lo tienen de
todas las Administraciones. Y se han impartido cursos, charlas, jornadas, para
que los profesionales vayan avanzando por este camino. Entiende Pallás, sin
embargo, que estos cambios deben venir de los responsables de los servicios de
neonatología. “El personal debe acostumbrarse a trabajar codo con codo con los
padres, que no son meras visitas, sino que se debe delegar en ellos algunos de
los cuidados, que el hospital no puede arrebatarles. El contacto piel con piel
mejora la cantidad de leche de la madre, que para estos niños es vital, y
disminuye su nivel de estrés y ansiedad, los críos mantienen mejor la
temperatura y ganan peso más fácilmente. Por no hablar del efecto analgésico:
está comprobado que cualquier procedimiento [coger una vía, por ejemplo], si lo
haces con el niño sobre la madre les duele menos, lo hemos medido con escalas
de dolor”, afirma Pallás.
En el hospital Puerta
del Hierro (Madrid), un centro con la acreditación IHAN (Iniciativa para la
Humanización de la Asistencia al Nacimiento), trabaja Ibone Olza, psiquiatra
infantil. Allí hay salas para padres, “para echarse una siestecita o calentarse
la comida, y tienen una silla confortable al lado de sus bebés”. A veces
recurren a voluntarios para que cuiden de los hermanos mientras los padres
atienden al recién nacido, porque han llegado de fuera de la capital y no
tienen con quién dejarlos. “Muchos de los trastornos de ansiedad en niños de
ocho o diez años que fueron prematuros se debe a la separación de sus padres en
los primeros días de su vida. Les puede dejar secuelas que salen a la luz en la
adolescencia, trastornos del vínculo, del sueño”, dice Olza.
Tampoco los padres se
libran de aquel desasosiego. “Al año y medio del ingreso de sus hijos es
frecuente en la mitad de los padres que se dé estrés postraumático, insomnios,
pánicos”, afirma la psiquiatra.
De poco sirve la mirada
de una madre o un padre detrás de un cristal. La Carta Europea de las Niñas y
Niños hospitalizados, aprobada por el Parlamento Europeo en 1986, recoge
expresamente “el derecho del niño a estar acompañado de sus padres o de la
persona que lo sustituya el mayor tiempo posible durante su permanencia en el
hospital, no como espectadores pasivos, sino como elementos activos de la vida
hospitalaria”.
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