Este breve cuento es una historia real de la vida de Graciela, que me permitió publicarlo en mi blog y compartirlo con todos los que me siguen. Aprovecho para invitarlos a contar sus historias y poder publicarlas si lo desean. Muchas gracias a las visitas al blog, un saludo desde Buenos Aires para todos, Luisa
Hola Luisa,
Hola Luisa,
Hoy quiero compartir con vos y tus seguidoras esta breve historia. Es una historia común, cotidiana, de esas que nos suceder a todos. No tiene duendes, ni hadas ni princesas.
Había una vez una mujer que no se sentía habilidosa y hasta solía reírse de su propia torpeza. Las manualidades parecían no conjugar bien con sus manos. Pero, cuando esa mujer esperaba el nacimiento de su hija, decidió tejerle una mantita para que ésta fuera la que le brindara calor cuando la beba no estuviera en sus brazos y con su calidez, le ayudara a evocar su presencia y su amor.
Comenzó a tejer pensando lo segura y contenida que su niña se sentiría al abrazarla con su manta, y así tejió y tejió hasta que estuvo terminada. Ella misma se sorprendió de ver que su torpeza no había sido tan grande.
La beba nació y ella la cubrió con su manta, deseando lograra percibir todo su amor.
La niña crecía y preguntaba qué tenía de especial esa manta. Su mamá le contestaba que estaba tejida con “el amor de mamá y los hilos de la felicidad”, y así crecía pero nunca olvidaba su “mantita de amor”. Pasaron muchos años, la niña se convirtió en una deliciosa muchacha y aún hoy, cuando ella siente frío en el alma, cuando alguna tristeza se acerca demasiado y un dolor le nubla la mirada, corre y se cubre con su “mantita de amor”,
Esta es la historia de la “mantita de amor” que yo tejí para mi adorada hija. Ver lo que para ella ha significado esta prenda me ha conmovido siempre y me ha hecho agradecerle a la vida el haberla tejido.
Ojalá, todas las mujeres logren aceptar que ese Amor que sienten por su hijo puede superar cualquier obstáculo y que ninguna se prive de tejer “sus mantitas de amor”, para que muchos niños vivan la alegría de sentirse amados y protegidos siempre por el “amor de mamá.”
Te mando un fuerte abrazo.
Graciela M. Losada
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